La llegada de los clones
Olvidemos por un momento a Rael, sus obispas y sus ovnis, y hag¨¢monos una pregunta sensata: ?es posible ya clonar un beb¨¦?
"No hay la menor duda de que s¨ª", responde Lee Silver, catedr¨¢tico de Biolog¨ªa Molecular de la Universidad de Princeton. "Un equipo cient¨ªfico experto puede ya clonar un beb¨¦, siempre que tenga financiaci¨®n para comprar el material necesario".
?Cualquier equipo cient¨ªfico podr¨ªa resolver los problemas t¨¦cnicos de la clonaci¨®n?
"Los problemas t¨¦cnicos no son triviales", admite Silver, "pero pueden ser resueltos por un embri¨®logo altamente preparado -hay miles en el mundo- que tenga un suministro suficiente de ¨®vulos donados por mujeres".
?Por qu¨¦, entonces, muchos cient¨ªficos son esc¨¦pticos ante esta posibilidad?
Lee Silver: "Un equipo cient¨ªfico experto puede ya clonar un beb¨¦, siempre que tenga financiaci¨®n para comprar el material necesario"
La demanda existe ya para clonar animales de compa?¨ªa que han muerto por alguna causa. ?C¨®mo no va a existir para clonar a un hijo fallecido?
Habr¨¢ parejas est¨¦riles que decidan tener un hijo cl¨®nico. A veces har¨¢ falta una madre de alquiler, pero ¨¦sa ser¨¢ la parte m¨¢s barata
Entra dentro de lo posible que la clonaci¨®n se haya intentado ya. Si es as¨ª, se trata de una grave negligencia por el alto riesgo de malformaciones
Richard Schultz: "El asunto Antinori es muy distinto al de la secta raeliana, porque ¨¦l s¨ª tiene historial en reproducci¨®n asistida"
Pr¨ªncipe Dr¨¢cula Kretzulesco: "Aunque mi apellido est¨¢ ligado a historias tremendas, soy buena persona y no me presto a la clonaci¨®n"
"Los cerdos, las ovejas, las vacas, las cabras y los ratones han sido clonados ya. Quien diga que la clonaci¨®n es imposible en humanos est¨¢ siendo deshonesto o ingenuo. Clonar un beb¨¦ es ya posible, no hay la menor duda sobre esto".
Silver public¨® en 1998 Vuelta al ed¨¦n, un serio, l¨²cido y premonitorio ensayo cient¨ªfico sobre las posibilidades, no siempre tranquilizadoras, que la gen¨¦tica y las ciencias reproductivas han abierto para el futuro de la especie humana. Las predicciones m¨¢s inmediatas de Silver ya no son ciencia-ficci¨®n: han ido apareciendo en los peri¨®dicos durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Y sus vaticinios secundarios -la clonaci¨®n humana es uno de ellos- est¨¢n justo ahora abri¨¦ndose paso entre las brumas de la incertidumbre.
Granujas
Advanced Cell Technology (ACT), una empresa biotecnol¨®gica de Massachusetts, se emple¨® a fondo en los ¨²ltimos a?os noventa para fichar a los mejores especialistas del mundo en clonaci¨®n y embriolog¨ªa humana. En noviembre de 2001 alcanz¨® las primeras p¨¢ginas de la prensa mundial al anunciar la primera clonaci¨®n de un embri¨®n humano, y ello a pesar de que el ¨¦xito del trabajo fue s¨®lo relativo. El vicepresidente cient¨ªfico de ACT, Robert Lanza, declar¨® la semana pasada a este diario que "la ciencia para clonar un embri¨®n humano ya existe", y que "hay una posibilidad muy real de que los raelianos, el ginec¨®logo italiano Severino Antinori o alg¨²n otro grupo de granujas clonen un beb¨¦".
Silver y Lanza son dos cient¨ªficos serios, muy bien informados sobre este asunto y extremadamente solventes. ?Habr¨¢ que seguir tom¨¢ndose a risa a la secta raeliana y sus pat¨¦ticos anuncios de las ¨²ltimas semanas sobre el nacimiento de dos clones?
Rael, el l¨ªder de esa secta, es obviamente un farsante. Su verdadero nombre es Claude Vorilhon, y asegura a todo el que quiera o¨ªrle que el 13 de diciembre de 1973, mientras visitaba el cr¨¢ter de Puy de Lassolas, en la Auvernia francesa, se le apareci¨® un extraterrestre de piel verde y un metro veinte de estatura que le dijo en un perfecto franc¨¦s: "Nosotros somos los que hemos creado la vida en la Tierra. Estamos en el origen de vuestras principales religiones. Ahora que est¨¢is lo bastante avanzados para comprender esto, deseamos establecer un contacto oficial por medio de una embajada. La vida en la Tierra es una creaci¨®n deliberadamente elegida por un pueblo cient¨ªficamente avanzado, que cre¨® a los humanos exactamente a su imagen".
Pese a estas credenciales, o precisamente a causa de ellas, los raelianos consiguieron en 2001 una audiencia en el Congreso estadounidense y explicaron all¨ª sus razones para hacerse clonar. Rael lo ha expresado as¨ª: "Una vez que clonemos r¨¦plicas exactas de todos nosotros, el siguiente paso ser¨¢ transferir nuestra memoria y personalidad a nuestros nuevos cerebros clonados, lo que nos permitir¨¢ vivir verdaderamente para siempre". Vistas as¨ª las cosas, s¨®lo cabe esperar que los raelianos fracasen en su intento, porque la mera idea de tenerlos por ah¨ª eternamente, y con esa empanada mental "transferida a sus nuevos cerebros clonados", produce verdaderos escalofr¨ªos de terror.
La inmortalidad, ciertamente, no es uno de los objetivos m¨¢s cre¨ªbles de entre cuantos pueden adjudicarse a la clonaci¨®n. La madre de la oveja Dolly estaba ya criando malvas cuando la clonaron Ian Willmut y los dem¨¢s cient¨ªficos del Instituto Roslin de Edimburgo, en 1997, y el nacimiento de la c¨¦lebre oveja cl¨®nica no hizo nada por devolver a la vida al fiambre lanudo que le aport¨® su genoma. Los clones humanos existen desde hace decenas de miles de a?os -no otra cosa son los gemelos id¨¦nticos- y, sin embargo, la muerte de uno de los hermanos gemelos nunca ha sido reparada por el hecho de que el otro le sobreviva. Si los seres humanos se vuelven inmortales alg¨²n d¨ªa, cabe asegurar que la clonaci¨®n no tendr¨¢ nada que ver con ello. Rogamos a los marcianos que est¨¦n leyendo este art¨ªculo que se inventen otra, porque ¨¦sa no cuela.
Pero entonces, ?hay alguna raz¨®n concebible para que alguien en su sano juicio quiera hacerse clonar? En contra de la opini¨®n m¨¢s com¨²nmente expresada, lo cierto es que s¨ª la hay, y que un cient¨ªfico experto con pocos escr¨²pulos no tendr¨¢ graves dificultades para encontrar miles de clientes dispuestos a pagar por ello. He aqu¨ª algunas posibilidades, ordenadas por grado decreciente de sensatez:
Lista de clientes
Habr¨¢ parejas est¨¦riles que no puedan ser ayudadas por ninguna de las t¨¦cnicas existentes de reproducci¨®n asistida, y que decidan tener un hijo cl¨®nico de uno de ellos. La esterilidad suele deberse a alg¨²n problema en las c¨¦lulas sexuales (¨®vulos o espermatozoides) o en el sistema reproductor de la madre, pero el material de partida para una clonaci¨®n (el genoma de uno de los padres) puede obtenerse de otros tejidos perfectamente normales, como la piel. En ocasiones habr¨ªa que recurrir a una madre de alquiler, pero ¨¦sa ser¨ªa probablemente la parte m¨¢s barata de todo el proceso.
La raz¨®n que suele aducirse contra esta posibilidad -que hay miles de ni?os que necesitan una familia adoptiva- ignora un hecho doloroso pero obvio: que muchas parejas preferir¨¢n siempre un hijo gen¨¦ticamente relacionado con ellas antes que uno adoptado. Puede parecer injusto y ego¨ªsta, pero el mundo est¨¢ lleno de gente injusta y ego¨ªsta. Sin ir m¨¢s lejos, el ginec¨®logo italiano Severino Antinori asegura disponer ya de miles de parejas de este tipo en lista de espera para clonarse.
Una variante de lo anterior son las parejas homosexuales. Aun cuando las legislaciones de los distintos pa¨ªses les vayan permitiendo adoptar ni?os, siempre habr¨¢ parejas que prefieran tener un hijo cl¨®nico (o hija cl¨®nica) de uno de los miembros de la pareja. O tal vez un clon de cada uno de ellos. Nuevamente, la demanda de las parejas existir¨¢ en cuanto exista la oferta, oficial o no.
Por absurdo que le pueda parecer a una mente templada y racional, cabe poca duda de que habr¨¢ padres que, habiendo perdido a un ni?o en un accidente, sientan un deseo irreprimible de revivirlo mediante la clonaci¨®n de una de sus c¨¦lulas. Por supuesto, ese ni?o cl¨®nico ser¨¢ una persona diferente de la original, aunque comparta todos sus genes con ¨¦l, pero el parecido ser¨¢ tan convincente que generar¨¢ la ilusi¨®n de una segunda oportunidad, un Qu¨¦ bello es vivir de Frank Capra para el infante malogrado. Los argumentos en contra de esta opci¨®n son racionales, pero nuevamente ignoran que los seres humanos rara vez lo son, sobre todo cuando act¨²an guiados por la desolaci¨®n. Si hay quien cree que sus familiares fallecidos vuelven al mundo como espectros para charlar un rato sobre la decoraci¨®n de la casa, ?c¨®mo no va a haber quien crea que el Antinori de turno le va a devolver a su ser querido gracias a los milagros de la t¨¦cnica? La demanda existe ya para clonar animales de compa?¨ªa que han muerto por cualquier causa. ?C¨®mo no va a existir para clonar a un hijo fallecido?
En el extremo m¨¢s insensato de la lista figuran quienes desean clonar a alguna persona notable (o considerada notable por ellos mismos, que casi nunca es lo mismo). Uno de los ejemplos m¨¢s pioneros fue el de una profesora italiana que, en los a?os setenta, le solicit¨® al bi¨®logo brit¨¢nico John Gurdon que clonara al papa Pablo VI. Y el ¨²ltimo caso, una vez m¨¢s, se lo debemos a la calentura imaginativa de los raelianos, cuya dirigente Brigitte Boisselier se ofreci¨® generosamente la semana pasada a clonar... ?al conde Dr¨¢cula! Por fortuna, el ¨²nico descendiente reconocido del afamado arist¨®crata, el pr¨ªncipe Rodolphe Vlad Dr¨¢cula Kretzulesco, respondi¨® a Boisselier a trav¨¦s de la revista Bild: "Aunque mi apellido est¨¢ ligado a historias tremendas, soy buena persona y no me presto a estas cosas".
Dr¨¢cula Kretzulesco
Dr¨¢cula Kretzulesco, por cierto, a?adi¨® un comentario interesante: "Espero que las autoridades proh¨ªban de forma efectiva estas pr¨¢cticas, pues de lo contrario asistiremos a la clonaci¨®n masiva de gente tan loca como el dictador Sadam Hussein, quien seguramente se dejar¨¢ copiar cien veces". Muy cierto. Pero, seg¨²n la misma l¨®gica, ?no deber¨ªan las autoridades permitir la clonaci¨®n de gente tan sensata como Dr¨¢cula Kretzulesco? El genetista espa?ol Gin¨¦s Morata ya dio hace tiempo un s¨®lido argumento contra este tipo de ideas: "Podemos sentirnos tentados de clonar a un genio como Albert Einstein, pero ?qui¨¦n nos garantiza que el resultado no ser¨¢ un genio del hampa?".
En fin, nunca faltar¨¢ gente que quiera clonar a alguien, sobre todo si ese alguien es ¨¦l mismo. Pero ?qui¨¦n podr¨¢ hacerlo? ?Los raelianos? Uno de los mejores expertos en embriolog¨ªa humana, Richard Schultz, de la Universidad de Pensilvania, responde a este diario: "No. Este grupo ni siquiera tiene un historial cient¨ªfico en los m¨¦todos b¨¢sicos de la reproducci¨®n asistida. Dicen que han establecido 10 gestaciones, de las que 5 progresan bien. No puede ser: ser¨ªa un resultado mejor que el de los mejores programas mundiales de fecundaci¨®n que est¨¢n haciendo simplemente reproducci¨®n asistida normal, no hablemos ya de clonaci¨®n".
Robert Lanza y Lee Silver coinciden con Schultz: los raelianos no tienen credenciales cient¨ªficas y no han presentado la menor prueba sobre los dos ni?os cl¨®nicos que aseguran haber dado a luz. Los tres cient¨ªficos, sin embargo, cambian ligeramente de tono cuando se les pregunta por Severino Antinori:
Schultz: "?sa es una cuesti¨®n distinta, porque Antinori s¨ª tiene un historial cient¨ªfico en tecnolog¨ªas de reproducci¨®n asistida".
Lanza: "Tiene m¨¢s credibilidad que los raelianos, aunque es exactamente igual de irresponsable cient¨ªficamente".
Silver: "A diferencia de muchos de mis colegas, creo que es posible que Antinori haya intentado la clonaci¨®n de beb¨¦s. Al igual que en el caso de los raelianos, s¨®lo estar¨¦ convencido si permitieran a un experto independiente tomar muestras de ADN de la madre y la hija, y si esas muestras son analizadas por un laboratorio de gen¨¦tica independiente. Pero, por otro lado, no creo que Antinori tenga nada que ganar mintiendo sobre este asunto".
Los cient¨ªficos coinciden en que intentar la clonaci¨®n de beb¨¦s en el momento presente es una grave negligencia. "La clonaci¨®n requiere sofisticados m¨¦todos de micromanipulaci¨®n de c¨¦lulas", explica Schultz, "y todav¨ªa no dominamos los fundamentos cient¨ªficos que permitir¨ªan incrementar la eficiencia del paso crucial, que es la reprogramaci¨®n de los genes para que abandonen su modo de activaci¨®n adulta y adopten la del embri¨®n. Hay que tener en cuenta que muchas de las vacas, ovejas y ratones que se han clonado hasta ahora manifiestan una alta incidencia de anormalidades f¨ªsicas, e incluso si ¨¦stas pudieran evitarse, en el caso humano no sabemos qu¨¦ puede pasar con las cuestiones relacionadas con la cognici¨®n y el comportamiento".
Clonaci¨®n insegura
Silver, por su parte, opina: "Hasta el momento, no se ha logrado que la clonaci¨®n sea segura en animales. Es imaginable que, con los m¨¦todos adecuados de an¨¢lisis de los embriones y de los fetos, pudiera evitarse el nacimiento de ni?os con malformaciones cong¨¦nitas, pero esto es muy especulativo. En mi opini¨®n, es muy probable que los ni?os tuvieran problemas m¨¦dicos. ?sta es mi mayor preocupaci¨®n".
As¨ª pues, entra dentro de lo posible -aunque las discrepancias entre los mejores expertos son notables- que la clonaci¨®n humana se haya intentado ya. De ser as¨ª, se trata de una grave negligencia. Y, de no ser as¨ª, caben pocas dudas de que se intentar¨¢ en un futuro no muy lejano, y de que ser¨¢ una negligencia igualmente grave, puesto que la resoluci¨®n de los problemas t¨¦cnicos no va a ser inmediata.
La reacci¨®n de los pol¨ªticos ya se ha empezado a atisbar. El comisario europeo de Investigaci¨®n, Philippe Busquin, respald¨® el mi¨¦rcoles pasado una iniciativa francoalemana para establecer una prohibici¨®n mundial de la clonaci¨®n reproductiva humana. Jap¨®n tambi¨¦n ha expresado su intenci¨®n de apoyar una prohibici¨®n internacional. Estas iniciativas cuentan con el apoyo de la mayor parte de los cient¨ªficos, aunque est¨¢ por ver si los vetos legales de ese tipo pueden hacerse efectivos sin colocar un polic¨ªa en todos y cada uno de los laboratorios del mundo.
El Congreso de Estados Unidos, por su parte, est¨¢ recibiendo una fort¨ªsima presi¨®n para prohibir todo tipo de clonaci¨®n: es decir, no s¨®lo la reproductiva, que intenta el nacimiento de beb¨¦s, sino tambi¨¦n la terap¨¦utica, que s¨®lo pretende clonar embriones de pocos d¨ªas para obtener de ellos c¨¦lulas madre y tejidos que puedan trasplantarse al paciente sin rechazo inmunol¨®gico. Si estas prohibiciones totales salen adelante, Antinori y los raelianos habr¨¢n hecho un flaco favor al futuro de la medicina.
La pr¨®xima pol¨¦mica
AL FIN Y AL CABO, la clonaci¨®n reproductiva no es m¨¢s que una t¨¦cnica para fabricar el equivalente de un hermano gemelo, s¨®lo que nace m¨¢s tarde que el individuo original. Pero la biolog¨ªa abrir¨¢ tarde o temprano una posibilidad t¨¦cnica que va mucho m¨¢s all¨¢ de esa simple fotocopiadora biol¨®gica: la modificaci¨®n gen¨¦tica de los embriones. Por supuesto, se trata de una cuesti¨®n completamente tab¨² en la actualidad. Pero tambi¨¦n la clonaci¨®n lo es, y ya se ve que eso no es una garant¨ªa que proteja contra pr¨¢cticas marginales. Adem¨¢s, en el caso de la modificaci¨®n gen¨¦tica, no es dif¨ªcil predecir la forma gradual en que el tab¨² se ir¨¢ disipando cuando la t¨¦cnica sea posible y segura
.?Qui¨¦n podr¨¢ negarse a evitar una enfermedad en su futuro hijo? Ya ahora, antes de que sea posible modificar gen¨¦ticamente el embri¨®n, los padres que son portadores de una enfermedad hereditaria apelan a la selecci¨®n de embriones para tener un hijo sano. Los cient¨ªficos generan varios embriones por fecundaci¨®n in vitro, examinan sus genes, y s¨®lo implantan en el ¨²tero los que tienen el ADN correcto. La pr¨¢ctica est¨¢ prohibida en pa¨ªses como Alemania, y la consecuencia es que los padres alemanes ya han empezado a viajar a Espa?a (al Instituto Valenciano de Infertilidad, para ser m¨¢s exactos) con el objetivo de eludir la prohibici¨®n.
Hay casos, sin embargo, en los que la selecci¨®n de embriones no ser¨¢ suficiente: por ejemplo, cuando ambos cromosomas de ambos padres lleven el error gen¨¦tico, y por tanto todos sus embriones est¨¦n condenados a llevarlo tambi¨¦n. Cuando la t¨¦cnica lo permita, esos padres querr¨¢n modificar sus embriones para introducirles un gen correcto. E, igual que ahora, viajar¨¢n adonde haga falta para ello.
La modificaci¨®n gen¨¦tica para evitar enfermedades ser¨¢ aceptada mucho antes que la destinada a mejorar cualidades de los hijos como la forma f¨ªsica o la inteligencia. Pero la frontera es demasiado difusa. Si se introduce en un embri¨®n un gen de resistencia al sida, ?es prevenci¨®n de enfermedades o es mejora gen¨¦tica? Cuando se descubran los genes que afectan a la inteligencia, ?habr¨¢ fuerza legal capaz de impedir su uso en los embriones?
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