Guerra por el poder en M¨¦xico
Tanto en el partido gubernamental como en el PRI se registran maniobras para imponerse en las pugnas internas
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), hoy en la oposici¨®n, acu?¨® un eslogan de campa?a advirtiendo de que su evoluci¨®n afectar¨ªa el rumbo de todo M¨¦xico. As¨ª est¨¢ siendo. En el Gobierno no pudo aprobar las reformas estructurales pretendidas porque las propias torpezas y la contenci¨®n pri¨ªsta lo impidieron. La guerra por el poder dentro del partido que fue r¨¦gimen durante siete decenios, hasta julio del a?o 2000 cuando perdi¨® las elecciones, es evidente, y sus consecuencias, graves.
Las agencias Bear Sterns y Merrill Lynch recomendaron a sus clientes invertir menos en M¨¦xico y fijarse m¨¢s en Chile y Brasil. "M¨¦xico vive una par¨¢lisis pol¨ªtica", dijeron. La afirmaci¨®n es discutible, pero hay elementos para sostener que la gobernaci¨®n nacional sigue hilvanada. El Ejecutivo actual exhibe impericia o debilidad en la construcci¨®n de acuerdos y en la defensa del estado de derecho, porque su titular, Vicente Fox, gan¨® las elecciones de hace dos a?os y medio, pero no el poder real. El apoyo de su partido, el conservador Partido Acci¨®n Nacional (PAN), es limitado, el Gabinete dista de ser un equipo homog¨¦neo y coordinado, y las reservas pri¨ªstas son todav¨ªa fuertes. El Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD) a¨²n debate sobre el papel de la izquierda en la transformaci¨®n de la sociedad.
El pa¨ªs arrastra una serie de problemas sin abordar y el principal es el de la gobernabilidad
El presidente Fox, de hecho, no tiene un partido detr¨¢s y recibe fuego a discreci¨®n
"Lo brutal del juego en que se est¨¢n insertando el Gobierno y los partidos es su car¨¢cter eliminatorio. Juegan a restar al adversario interno, no a sumarlo", se?ala Ren¨¦ Delgado, director del diario Reforma. Todo evoca al brutal revanchismo de 1994. El pa¨ªs arrastra una serie de problemas sin abordar. El principal de ellos, el de la gobernabilidad. Los partidos mexicanos no desconocen esta situaci¨®n, pero se han volcado en la b¨²squeda de f¨®rmulas de reparto del poder sin tener muy claro que hacer con ¨¦l, seg¨²n los analistas.
Las pugnas revisten especial trascendencia en el Revolucionario Institucional, porque el forcejeo entre las corrientes complica la toma de posiciones e incide sobre el debate parlamentario y el di¨¢logo con el Gobierno. "Las diferencias huelen a p¨®lvora", se?ala el analista Raymundo Riva Palacios. Los recientes asesinatos de Veracruz y Guerrero, imputado a rivales pri¨ªstas, o la pugna a estacazos por el control de la Confederaci¨®n Nacional Campesina (CNC), rememoran la violencia imperante antes de que el caudillo Plutarco El¨ªas Calles impusiera orden y un partido, a los generales que ganaron la revoluci¨®n de principios del siglo XX. Perdida la presidencia en julio del a?o 2000, el venerado v¨¦rtice imperial, algunas facciones registran una alarmante regresi¨®n en sus pr¨¢cticas. La urbanidad pol¨ªtica fue arrollada el pasado d¨ªa 13, cuando 40 militantes con garrotes tomaron la CNC.
Las bander¨ªas en liza del PRI ambicionan el poder retenido. Buena parte lo detentan los 17 gobernadores, de un total de 31, fundamentales en la redacci¨®n de las listas de candidatos de sus estados a la C¨¢mara de Diputados en las elecciones del pr¨®ximo mes de julio. Son reacios, en su mayor¨ªa, a la adscripci¨®n con alguno de los bandos pues el compromiso les resta capacidad de juego.
El pugilato por el control de la CNC, del sindicato docente o petrolero y de otras palancas pol¨ªticas o laborales es implacable porque se registra un corrimiento de fuerzas cercano al rompecabezas. La orientadora divisi¨®n entre dinosaurios, nacionalistas o estatistas, y tecn¨®cratas, neoliberales o proclives a la apertura econ¨®mica, no agota el muestrario de los sectores en disputa. Los cuadros afectados por la revisi¨®n de los delitos cometidos en el pasado, poco h¨¢bil, parecen haberse sumado a la ofensiva antigubernamental de los "dinosaurios". Varios son tecn¨®cratas, pero coinciden en el objetivo a batir. Unos y otros, en colisi¨®n a veces con terceros en feudos locales, maniobran para situar a su gente en los ¨®rganos de decisi¨®n del partido.
Los recientes cambios en la propiedad de varios medios de comunicaci¨®n no parecen ajenos a los soterrados movimientos en curso. "Se observa un reagrupamiento de fuerzas en torno al ex presidente Luis Echeverr¨ªa (1970-76) de los dirigentes del partido bajo proceso judicial", indica una fuente. El temor impele la singular alianza. La Fiscal¨ªa Especial para Movimientos Sociales y Pol¨ªticos del Pasado, creada por Fox, alcanz¨® en primer lugar a Echeverr¨ªa, investigado por la matanza del 2 de octubre de 1968 en la plaza de Tlatelolco, siendo secretario (ministro) de Gobernaci¨®n. La coalici¨®n de damnificados qued¨® ampliada durante la depuraci¨®n de responsabilidades penales por el fraudulento desv¨ªo de fondos desde la estatal Petr¨®leos Mexicanos (Pemex) a la campa?a del candidato presidencial pri¨ªsta en el a?o 2000, Francisco Labastida, cercano al ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000).
No todos creen en la formaci¨®n de un nuevo frente pr¨ªista en defensa propia, insinuado por Ren¨¦ Delgado y otros analistas. "Pienso que esos supuestos temores a la acci¨®n de la justicia son m¨¢s ret¨®ricos, que efectivos en t¨¦rminos jur¨ªdicos", se?ala Jos¨¦ Alberto Aguilar, socialdem¨®crata, titular del Instituto de Investigaci¨®n de la Opini¨®n P¨²blica y responsable del discurso pol¨ªtico del nuevo presidente del PRI, Roberto Madrazo, que fue derrotado por Labastida en las primarias de 1999. La envergadura de quienes sienten en la nuca el soplo de la justicia no es desde?able. Labastida y su principal operador en las presidenciales fallidas, Emilio Gamboa, figuran en la relaci¨®n de investigados. Les acompa?an tres diputados, entre ellos Carlos Romero Deschamps, el jefe del sindicato de Pemex cuyo desafuero pidi¨® la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica (Fiscal¨ªa General). Echeverr¨ªa y los afectados por el Pemexgate habr¨ªan agrupado fuerzas para imponerse al Gobierno y, por elevaci¨®n, influir sobre los jueces, seg¨²n las fuentes consultadas. Las tribus del PRI est¨¢n pues padeciendo del mismo mal, y eso ha sido desatado por Fox", se?ala Carlos Gallego, profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM). Presentan batalla porque "por un lado est¨¢ la ret¨®rica de que vivimos en un estado de derecho y por el otro lado est¨¢ el hecho real de la ¨²nica manera de negociar con el Gobierno, y donde el r¨¦gimen cede, es cuando se le imponen situaciones de hecho", agrega el acad¨¦mico.
El pasado verano, una violenta sublevaci¨®n de campesinos macheteros derrot¨® al ejecutivo, que anul¨® la construcci¨®n del nuevo aeropuerto internacional en San Salvador Atenco para indignaci¨®n de los inversores. Y el 27 de diciembre, un grupo armado despachado por TV Azteca tom¨® las instalaciones federales de Canal 40, blandiendo un laudo internacional cuya ejecuci¨®n no contaba con el preceptivo mandamiento judicial mexicano. El presidente no reaccion¨® y fue percibido d¨¦bil, engullido por las dudas o los grupos de presi¨®n. Fox, adem¨¢s, no dispone de mayor¨ªa en el Congreso, ni parece tener el cari?o del influyente coordinador de los senadores panistas, el caudillo Diego Fern¨¢ndez de Cevallos, contrario a la candidatura de Fox en las hist¨®ricas presidenciales del a?o 2000.
Hace pocos d¨ªas, cuando el mandatario pidi¨® votar por "la mayor¨ªa del presidente", en las legislativas de julio pr¨®ximo, el "jefe Diego" sali¨® al paso: el se?or presidente se equivoca, dijo, lo que probablemente haya es "una mayor¨ªa del PAN". El presidente, de hecho, no tiene un partido detr¨¢s y recibe fuego a discreci¨®n. La jefatura del PRI le imputa una gesti¨®n simplista, sin imaginaci¨®n, ni capacidad para forjar y sostener los consensos legislativos, institucionales y sociales que reclama la transici¨®n m¨¢s importante en casi un siglo.
"El Gobierno te dice en la ma?ana una cosa y a la tarde otra. Deber¨ªa negociar, buscar equilibrios. Si alg¨²n partido tiene pol¨ªticos profesionales es el PRI", dice Aguilar. "Estamos acostumbrados a los acuerdos porque los hemos debido hacer internamente".
Templando gaitas ideol¨®gicamente para superar pleitos y maquinaciones trabajan en ello Madrazo y la secretaria general del PRI, Elba Esther Gordillo, a su vez con proyectos de futuro propios. Se les sit¨²a alejados de la ¨®rbita de Zedillo y en la constelaci¨®n del ex presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-94), que fue liberal en econom¨ªa y volvi¨® a establecer su base de operaciones en M¨¦xico.
Madrazo, que intentar¨¢ la presidencia de M¨¦xico en el a?o 2006, y Gordillo representan, seg¨²n los suyos, "el ala modernizadora" del PRI, pese a las inculpaciones sobre pr¨¢cticas caciquiles o corruptas en el Gobierno de Tabasco o al frente del sindicato de maestros. Promueven un mayor entendimiento con el Gobierno en los asuntos de Estado, la reforma energ¨¦tica uno de ellos. Escruta sus movimientos el senador Manuel Bartlett, entre los dinosaurios nacionalistas. No le gustan Zedillo, ni Salinas, ni los tecn¨®cratas, ni las privatizaciones. "Con ellos el PRI dej¨® de lado los intereses populares para ponerse a la derecha".
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