Otras m¨²sicas, otros ¨¢mbitos
La nueva ola de la composici¨®n espa?ola sali¨® anteayer de sus refugios habituales y contrast¨® sus creaciones con un p¨²blico no necesariamente especializado. Fue un ¨¦xito absoluto. Las 15 horas de m¨²sica de m¨¢s de medio centenar de autores espa?oles menores de 50 a?os en el C¨ªrculo de Bellas Artes, en pleno coraz¨®n de la capital, tuvieron mucho de testimonial, de declaraci¨®n de principios. Lat¨ªa en la iniciativa una voluntad clara de comunicaci¨®n. El m¨¦rito principal de la aventura estaba en lo que supon¨ªa de cambio de actitud. Lo que importaba por encima de todo era el esp¨ªritu abierto de la convocatoria, su car¨¢cter de reivindicaci¨®n, de fiesta colectiva.
La m¨²sica contempor¨¢nea ha vivido largas d¨¦cadas en gran medida replegada sobre s¨ª misma, tal vez como tributo a la ambiciosa dimensi¨®n de su esfuerzo creativo, tal vez por la incapacidad de la sociedad para adaptarse a sus arriesgadas propuestas. La revoluci¨®n de la tonalidad y sus derivaciones era algo que los m¨²sicos ten¨ªan que hacer para salir del estancamiento, o simplemente para evolucionar. Era una batalla ganada a largo plazo, o a medio, entre otras razones porque es in¨²til ir contra la propia historia. Las nuevas generaciones de compositores que se reunieron anteayer en el C¨ªrculo han asimilado el mensaje y sus consecuencias. No reniegan de la tradici¨®n, pero ven que es fundamental una mayor presencia en la sociedad donde realizan su trabajo. Y tambi¨¦n ven que en el contexto mundial hay una tendencia a romper barreras innecesarias, sin necesidad de limitar el rigor creativo. El resultado inmediato es que crece y crece la popularidad de compositores tan diferentes, sin sobrepasar los cincuenta, como el alem¨¢n Wolfgang Rihm, la finlandesa Kaija Saariaho, el brit¨¢nico Thomas Ad¨¨s, el nigeriano instalado en Suiza Hanspeter Kyburz, el austriaco Beat Furrer, el dan¨¦s Poul Ruders o el chino instalado en Estados Unidos Tan Dun, pongamos por caso.
Estos fen¨®menos nunca son casuales. Por ello, el caso espa?ol no debe constituir una excepci¨®n. Con m¨¢s motivo, cuando se cuenta con un pu?ado de autores tan s¨®lidos como los que han concurrido el martes a la cita madrile?a. No tienen adem¨¢s excesivos criterios est¨¦ticos comunes los Jos¨¦ Manuel L¨®pez L¨®pez, Jes¨²s Rueda, C¨¦sar Camarero, David del Puerto, Mauricio Sotelo, Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Verd¨², Alberto Posadas, Jos¨¦ Luis Turina o Benet Casablancas, por poner un abanico caprichoso de nombres propios. Esa misma variedad ampl¨ªa las perspectivas y reafirma la conquista de unas libertades creativas no sujetas a los imperativos de modas o mercados.
El alcance art¨ªstico de esta larga noche de divulgaci¨®n musical perder¨ªa gran parte de su eficacia si no se contase con una n¨®mina de int¨¦rpretes cualificados capaces de servir con fantas¨ªa y precisi¨®n a la m¨²sica en toda su extensi¨®n y riqueza. Espa?a no tiene, de momento, un grupo homologable a un Klangforum de Viena, a un Ensemble Modern de Francfort o a un Intercontemporain de Par¨ªs, pero la ebullici¨®n que se percibe en conjuntos como el Instrumental o el Coro de Valencia, el Plural Ensemble, el Proyecto Guerrero, el tr¨ªo Arb¨®s y otros muchos permite una mirada esperanzadora y, si me apuran, hasta optimista. El ¨¦xito del marat¨®n corrobor¨® todas las expectativas despertadas.
Babelia
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