Nube
NACIDO EN enero de 1925, lo que hist¨®ricamente le emplaz¨® a vivir el horror hasta el fondo de la noche, el pintor chino Tianyi tuvo en su infancia dos experiencias que marcaron su destino art¨ªstico. Hijo de un humilde cal¨ªgrafo, con el que se interes¨® por la embriaguez del dibujo, Tianyi tuvo pronto la revelaci¨®n, por una parte, de que todo lo que el mundo le ofrec¨ªa pod¨ªa hacerlo suyo gracias a la tinta, y, por otra, a resultas de haber asistido a una representaci¨®n teatral, de que todo lo que acontec¨ªa en el universo cab¨ªa en el rect¨¢ngulo de un escenario, o, como a ¨¦l le gustaba decir, que bastaba "con un recuadro vac¨ªo, de unos metros, para que todos los sue?os y todas la pasiones del hombre estuvieran representados". A¨²n se pod¨ªa a?adir que Tianyi complet¨® su convicci¨®n de ser artista, cuando, cierta vez, sacado de su estado de abstracci¨®n por una recriminaci¨®n materna que le demandaba "bajar de las nubes", se sinti¨® ¨¦l mismo nube; pero, claro, cualquier vocaci¨®n, y no digamos la que eligi¨® nuestro ilusionado infante, debe pasar la prueba de la vida para dar fruto.
En la China que le toc¨® vivir a Tianyi, agitada por la cruel guerra con Jap¨®n desde 1937, que, luego, a partir de 1945, se troc¨® en guerra civil, para caer finalmente en la locura devastadora de un cuarto de siglo de mao¨ªsmo, los frutos vitales que prob¨® tuvieron un sabor de creciente amargura, lo que no quita que todo hombre experimente lo esencial -la amistad, el amor, la muerte, la soledad, la luz- al margen de las peores circunstancias sufridas. Las incidencias de su agitada existencia nos son narradas por el escritor chino, exiliado en Francia desde 1949, Fran?ois Cheng en la novela titulada La voz de Tianyi (Losada), donde, a trav¨¦s de la vida del pintor, nos enteramos de la magnitud de la tragedia que machac¨® a este antiguo e inmenso pa¨ªs.
Dividida en tres partes, que narran sucesivamente la infancia y juventud chinas de Tianyi, sus a?os de estudiante en Francia y su funesto regreso a su pa¨ªs natal en 1957, ninguna de las obras que pint¨® este desdichado artista dejaron de ser destruidas, pero, al menos, sobrevivi¨® su voz, que, junto a su testimonio personal, las condensa a todas. ?No era acaso Tianyi, como lo sinti¨® siendo apenas un ni?o, una nube? ?Y c¨®mo se puede destruir una nube?
No en balde el pintor ermita?o, que instruy¨® a Tianyi en la verdad del arte, le indic¨® el camino que remonta a los cielos: "Empezar por la caligraf¨ªa, continuar con el dibujo, que permite dominar la t¨¦cnica del trazo y dedicarse al arte de la tinta, para llegar por fin a una composici¨®n org¨¢nica en la cual lo lleno encarna la sustancia y el vac¨ªo garantiza la circulaci¨®n de los soplos vitales, uniendo as¨ª lo finito a lo infinito, como la propia Creaci¨®n". De esta manera, con el pincel o la palabra, y, yo dir¨ªa, que hasta sin ellos, nada pudo ya bajar a Tianyi de su nube.
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