El retorno de 'Arte'
Uno. Una obra que te entusiasm¨® es como una casa de infancia: siempre vuelves a ella con miedo a que te parezca m¨¢s peque?a. Felizmente no es el caso de Arte, que acaba de reinstalarse en Madrid v¨ªa Buenos Aires: Ricardo Dar¨ªn, ?scar Mart¨ªnez y Germ¨¢n Palacios, tres magistrales c¨®micos argentinos, la interpretan en el Infanta Isabel cuando, por as¨ª decirlo, todav¨ªa resuena (dos calles m¨¢s all¨¢, en el Marquina) el eco de los aplausos del montaje de Flotats con Pou e Hip¨®lito, uno de los mayores y m¨¢s merecidos ¨¦xitos de los ¨²ltimos a?os. Primera constataci¨®n: Arte sigue siendo una maravilla. Una funci¨®n soberbia, admirablemente construida, con personajes que se revelan poco a poco hasta adquirir una complejidad insospechada y que, entre risas, muchas risas, sabe decirnos unas cuantas cosas nada banales sobre nosotros mismos: no se me ocurre una mejor definici¨®n de lo que ha de ser una comedia. Yasmina Reza es una escritora brillante y astuta, que evita los peores pecados del teatro (la pomposidad expositiva, las falsas profundidades) y Arte es una cumbre de lo que podr¨ªamos llamar High Boulevard, esa forma "tan a¨¦rea como una curva art d¨¦co" que acu?aron Guitry y Coward a ambos lados del atl¨¢ntico y que Mihura defini¨® como "la sabidur¨ªa de dar liebre por gato".
?Hace falta contar el argumento? Una aparente nader¨ªa (pero car¨ªsima: un cuadro "casi en blanco" valorado en doscientos mil francos) sirve de detonante para que, en cuesti¨®n de una semana, tres amigos -el resabiado Sergio, el col¨¦rico Marcos, el pusil¨¢nime Iv¨¢n- hagan saltar por los aires una relaci¨®n de quince a?os y se comporten como naciones en guerra: alianzas secretas, pactos rotos, campos minados, tolerancia cero. El cuadro, que comienza siendo un espejo involuntario, acaba reflejando un desolador paisaje despu¨¦s de la batalla. Lo que parec¨ªa ser una sofisticad¨ªsima sesi¨®n de tiro (al blanco) con dianas previsibles (los excesos del arte contempor¨¢neo, las neurosis urbanas, las terapias new age) pronto se convierte en un feroz marivaudage sobre la fragilidad de las relaciones humanas, sobre la incapacidad de entender y de amar, y los personajes, ca¨ªdas las m¨¢scaras y agotada la esgrima de sal¨®n, quedan frente a frente, con la verdad de sus vidas al desnudo. Yasmina Reza dijo que Arte era una "tr¨¢gedie que s'ignore" y no le falta raz¨®n. La tragedia esencial de la amistad: no soportar que el otro se salga de su papel, del patr¨®n que le hemos marcado. Marcos no puede soportar que Sergio deje de ser su disc¨ªpulo; Sergio no puede soportar que Marcos insista en seguir siendo su maestro. Pero, parad¨®jicamente, ni Marcos ni Sergio pueden soportar que Iv¨¢n, testigo impotente de las hostilidades, siga siendo lo que ha sido siempre: un pa¨ªs neutral.
Dos. Una obviedad coyuntural -la producci¨®n argentina se presenta en Madrid con el reclamo "cinematogr¨¢fico" de Ricardo Dar¨ªn- no deber¨ªa desdibujar dos poderosas realidades. De la primera ya he hablado: la excelencia del texto. Un texto que, en medio mundo, se ha repuesto una y otra vez con tr¨ªos sucesivos, como en una carrera de relevos. La segunda es el superlativo prestigio de los c¨®micos porte?os, y en el tr¨ªo que nos ocupa, Dar¨ªn es un primus inter pares: hay que verles y aplaudirles por igual, porque los tres est¨¢n magn¨ªficos. Como ya sucedi¨® con Flotats, el actor m¨¢s conocido se reserva aqu¨ª el papel del tercero en discordia (Dar¨ªn/Iv¨¢n). Es un papel bomb¨®n -el payaso adorable, el eterno adolescente que se resiste a entrar en la vida adulta- aunque los aut¨¦nticos vectores de fuerza de Arte son Sergio y Marcos, y la obra es la cr¨®nica de su enfrentamiento.
Fue un regalo haber visto el Arte de Flotats y es un regalo ver ahora ¨¦ste para comprobar c¨®mo una misma joya puede brillar con distintos fulgores. En mi recuerdo veo el escenario del Marquina (y del T¨ªvoli barcelon¨¦s) como una carpa ambulante: una espa?ol¨ªsima funci¨®n de circo, negra, cruel, visceral, con sus tres actores caminando sobre el abismo por un alambre afilado. Jos¨¦ Mar¨ªa Pou era un clown amargo con la bestialidad de un animal herido; Carlos Hip¨®lito, un augusto zumb¨®n y sard¨®nico; Flotats, un pierrot lunaire alucinado que recib¨ªa todas las bofetadas. Mucha m¨¢s violencia, mucha m¨¢s tragedia. Cambia radicalmente el tono en el Arte argentino (Art, seg¨²n el cartel), donde las balas se disparan con silenciador, un silenciador modulad¨ªsimo, que a ratos hace pensar en las estrategias de Pinter: comedia negra "a la inglesa", sin una voz m¨¢s alta que otra, colocando las frases, batidas con metr¨®nomo, como quien deja caer una copa sobre una espesa moqueta. Es cierto que el Sergio de Germ¨¢n Palacios es m¨¢s "instant¨¢neamente" amenazador que Hip¨®lito, m¨¢s encabronado, con menos ¨¢ngel y m¨¢s fiereza f¨ªsica, y que, por contrapeso, el Marcos de ?scar Mart¨ªnez es m¨¢s vulnerable y su juego m¨¢s intelectual, sin la imponente presencia esc¨¦nica, a lo B¨®dalo, de Pou. Y que Dar¨ªn, a diferencia de Flotats, jam¨¢s se desliza por el expresionismo histri¨®nico. Pero si el Arte espa?ol pod¨ªa muy bien acabar con un "hecho de sangre", el Art de los argentinos se cierra con una nota de desesperaci¨®n casi elegiaca: la foto ideal de los tres amigos no se rasga aqu¨ª con un trueno sino con un susurro apenas audible, como la copa que cay¨® sobre la moqueta. Programado para tres semanas, la cel¨¦rica venta de entradas augura que este espect¨¢culo va a permanecer mucho m¨¢s tiempo en cartel: se lo merecen. Ojal¨¢ gire por Espa?a y ojal¨¢ este tr¨ªo vuelva la temporada pr¨®xima con nuevas obras. Y por cierto, hablando de obras: Arte no es, aunque lo parezca, la ¨²nica funci¨®n de Yasmina Reza. Tras su ¨¦xito ?nadie se decide a estrenar en nuestro pa¨ªs Conversations apr¨¨s un enterrement, L'homme du hasard o Trois versions de la vie, menos populares pero igualmente notables?
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