Los ejemplos de Zola
EL CENTENARIO de la muerte de Emile Zola (1849-1902), que tanto dio que hablar en su tiempo, pues quiz¨¢ hasta fue un asesinato, ha pasado entre nosotros sin demasiado eco, pues s¨®lo recuerdo su conmemoraci¨®n en La Vanguardia (que reclamaba sin demasiada convicci¨®n m¨¢s "realismo" para las letras catalanas) y un buen comentario que le dedic¨® aqu¨ª Luis Magriny¨¤, bastante inesperado de su parte dadas sus diferencias, lo que aprovech¨® para criticar al maestro franc¨¦s por no condenar del todo lo que tan bien describ¨ªa en Nana. Pero eso es desconocer a Zola, a su obra y su sentido general, que en mi opini¨®n sigue vigente. Zola era un constructor, un arquitecto con ambiciones m¨¢s m¨ªticas que cient¨ªficas, que describ¨ªa trocitos de realidad pasados por el tamiz de su temperamento. Su padre fue un ingeniero de obras p¨²blicas veneciano, que se cas¨® en Francia, hizo a su hijo Emile en Par¨ªs y baj¨® despu¨¦s a Aix-en Provence, donde su r¨¢pida muerte dej¨® a su familia sumida en la pobreza. A los 20 a?os, tras haber sido un buen alumno en la escuela primaria -all¨ª se hizo amigo de Paul C¨¦zanne-, lleg¨® a Par¨ªs donde tuvo que ponerse a trabajar para poder vivir, alternando colaboraciones en la prensa con un empleo m¨¢s serio: hacer paquetes para la editorial Hachette.
A prop¨®sito del centenario del nacimiento del escritor naturalista franc¨¦s Emile Zola
De aquel departamento de distribuci¨®n pas¨® al de publicidad, del que pronto fue director y donde aprendi¨® lo que hab¨ªa que hacer para vender mejor sus propios libros, que es lo que a la postre hizo de manera mod¨¦lica hasta el final de su vida. No termin¨® sus estudios, pero s¨ª fue el campe¨®n del llamado "naturalismo" (el realismo llevado a sus ¨²ltimas consecuencias), el defensor de la "novela experimental" que en el siglo de Hugo, Balzac, Flaubert y Stendhal, fue el novelista m¨¢s vendido de su final.
Lector y escritor incesante, destac¨® pronto como periodista y cr¨ªtico de arte, donde fue uno de los grandes impulsores del impresionismo, aunque tambi¨¦n se aficion¨® a la m¨²sica y finalmente a la fotograf¨ªa, arte del que dej¨® un impresionante legado de placas de la ¨¦poca (v¨¦ase el comentario que la dedica Michel Tournier en El crep¨²sculo de las m¨¢scaras, Gustavo Gili, 2002). Era un monstruo de la naturaleza, tit¨¢n del trabajo diario, que interven¨ªa all¨ª donde le llamaban, convicto creyente en la ciencia de su tiempo que al final, a trav¨¦s del caso Dreyfus, intervino en pol¨ªtica a calz¨®n quitado hasta la muerte. Un escritor perfectamente materialista, laico y republicano, pero con una actitud moral ejemplar y austera, hasta "religiosa" quiz¨¢, si la expresi¨®n no escandalizara a estas alturas a todos los "bienpensantes" que tanto le calumniaron en su ¨¦poca (y hasta hoy). Pero la reciente publicaci¨®n de todos sus papeles de trabajo muestra la seriedad y moralidad con que lo hac¨ªa todo, hasta a hacer convivir a su joven amante y compa?era, la lavandera Jeanne, madre de sus dos hijos, con su primera esposa Alexandrine, que no pudo d¨¢rselos, algo que hay que saber hacer para que todo salga bien y en paz.
Sus papeles de trabajo muestran, seg¨²n Henri Mitterrand -el profesor que prepar¨® hace 30 a?os su gran edici¨®n de Obras completas (en 15 grandes vol¨²menes) y quien est¨¢ lanzando hoy la nueva en 20 y por orden cronol¨®gico)-, que "Zola fue el m¨¢s griego de todos los escritores franceses de su tiempo", por su preocupaci¨®n en recoger los mitos cl¨¢sicos y trasponerlos a la actualidad de su tiempo, qui¨¦n lo dir¨ªa en tan ferviente "naturalista". Pero eso no se ve hasta el final, y recuerdo que Alianza se cans¨® en su d¨ªa, all¨¢ en los sesenta, cuando interrumpi¨® en el tomo cuarto la publicaci¨®n de la serie de los 20 de los Rougon-Macquart, en una preciosa traducci¨®n de la tristemente desaparecida Esther Ben¨ªtez. Zola tuvo bastante ¨¦xito en Espa?a en su tiempo, Clar¨ªn habl¨® de ¨¦l y hasta lo tradujo, Blasco Ib¨¢?ez le imit¨® lo que pudo, e influy¨® poderosamente en toda la narrativa anarquista posterior. Pero ya no interesa, quiz¨¢ porque lo peor de su naturalismo sea que su detallismo es excesivo y caduca cuando su informaci¨®n resulta superada por la evoluci¨®n de lo real. La informaci¨®n nunca es suficiente, desaparece cuando la realidad la desborda. Lo importante es la forma, que todo lo sostiene al final. Y en cuanto a su relaci¨®n con el mercado era justamente la contraria de la que hoy est¨¢ en vigor entre nuestros j¨®venes escritores: Zola manej¨® como quiso un mercado que lleg¨® a conocer como nadie desde muy joven, para "imponerle" lo que quer¨ªa; no se someti¨® a sus reglas, sino que le oblig¨® a cumplir las que ¨¦l impuso de antemano. ?No les parece un buen ejemplo?
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