Enrique Tor¨¢n, director de fotograf¨ªa
El pasado domingo falleci¨® en Madrid, a consecuencia de un proceso de cardiopat¨ªa aguda, Luis Enrique Tor¨¢n Pel¨¢ez (Madrid, 1929), director de fotograf¨ªa al que bien puede considerarse como el impulsor m¨¢ximo del actual estilo fotogr¨¢fico del cine espa?ol, no s¨®lo ya por sus destacados e innovadores trabajos propios, sino tambi¨¦n, y quiz¨¢ sobre todo, por la influencia mantenida hasta hoy mismo en disc¨ªpulos y colaboradores a lo largo de cuatro d¨¦cadas de magisterio indiscutido.
?ltimo descendiente de una prestigiosa familia turolense dedicada tradicionalmente a la ingenier¨ªa, obtuvo en 1959 su diploma de operador cinematogr¨¢fico en el primitivo Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematogr¨¢ficas de Madrid, m¨ªtico centro donde, pocos a?os antes, cursaran estudios realizadores como Luis Garc¨ªa Berlanga, el recientemente desaparecido Juan Antonio Bardem, Carlos Saura o, dentro ya del campo fotogr¨¢fico, Juan Julio Baena.
Su incorporaci¨®n a la industria, en los inicios de la d¨¦cada siguiente, fue simult¨¢nea a la del grupo de directores y productores englobados en el hoy llamado Nuevo Cine Espa?ol. A ¨¦l se deben las im¨¢genes de El pr¨®ximo oto?o (Antonio Eceiza, 1963) -primer largometraje producido por El¨ªas Querejeta, con cuya empresa trabajar¨ªa en diversas ocasiones-, Se necesita chico (Antonio Mercero, 1963), Llegar a m¨¢s (Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, 1964), El arte de vivir (Julio Diamante, 1965) o Nueve cartas a Berta (Basilio Mart¨ªn Patino, 1965), estas dos ¨²ltimas producidas por Eco Films y Juan Miguel Lamet, con quien ya hab¨ªa colaborado en Crimen de doble filo (Jos¨¦ Luis Borau, 1964).
La tradici¨®n fotogr¨¢fica nacida con la llegada a Espa?a de grandes operadores alemanes huidos de Hitler, algunos de los cuales, como Guerner o los hermanos Goldberger, acabar¨ªan nacionaliz¨¢ndose, ofrec¨ªa una gran calidad t¨¦cnica, pero, a la vez, un cierto preciosismo centroeuropeo ajeno a nuestra herencia pl¨¢stica, que Tor¨¢n descart¨® desde sus primeros trabajos con decisi¨®n y valent¨ªa. Fuentes de luz reales y concretas, as¨ª como un gusto por el claroscuro y la sinceridad visual, constituir¨ªan sus principios b¨¢sicos, de los que nunca abjur¨®.
Sin embargo, el af¨¢n investigador y, particularmente, una fuerte vocaci¨®n por la docencia, le alejar¨ªan pronto de la pr¨¢ctica de los plat¨®s, convencido de que su propuesta renovadora exced¨ªa los l¨ªmites personales.
Desde las aulas de la Escuela Oficial de Cinematograf¨ªa primero y, clausurada aqu¨¦lla, desde las de la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad Complutense, como catedr¨¢tico y posteriormente profesor em¨¦rito de la misma, concentr¨® sus esfuerzos en adiestrar t¨¦cnica y est¨¦ticamente a una larga serie de iluminadores b¨¢sicos en la historia de nuestro cine, al que proporcionar¨ªan car¨¢cter y sabor inesperados. Nombres y t¨ªtulos de enorme prestigio en festivales y foros internacionales, cuya enumeraci¨®n s¨®lo cabe apuntar aqu¨ª: Luis Cuadrado (La caza, El esp¨ªritu de la colmena, Furtivos), Fernando Arribas (Pim, pam, pum ?fuego!, Tirano Banderas), Jos¨¦ Luis Alcaine (La mitad del cielo, Amantes), Javier Aguirresarobe (Beltenebros, Los otros), Tom¨¢s Pladevall (Tatuaje, Tren de sombras), a los que han de sumarse los de quienes aprendieron con ¨¦l fuera de las aulas en innumerables rodajes de cortos y largometrajes, tanto de ficci¨®n como documentales: Teo Escamilla (Cr¨ªa cuervos, El nido, Extramuros) o de quienes, al cruzar nuestras fronteras, extender¨ªan a¨²n m¨¢s sus ense?anzas, caso de Juan Ruiz Anch¨ªa en Hollywood (House of games, Glengarry Glenn Ross), etc¨¦tera.
Diplomado tambi¨¦n en Realizaci¨®n por la EOC (1963), y produciendo con su propia compa?¨ªa, Cinecorto, Tor¨¢n realiz¨® una larga serie de documentales a partir de El ¨¢ngel de la Paz (1958) hasta Pueblo saharahui (1981), adem¨¢s de dirigir y escribir un curioso filme de marionetas, El retablo de Maese Pelos, homenaje en cierta forma al Colegio Estudio de Madrid -y, por ende, a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza-, donde cursara el bachillerato.
En cuanto a los trabajos de investigaci¨®n se concretaron en buen n¨²mero de art¨ªculos y libros, cuyos enunciados bastan para probar la ambici¨®n cient¨ªfica: La informaci¨®n en TV (1982), Comunicaci¨®n y sociedad (1983), El espacio y la imagen (1985) o An¨¢lisis f¨ªlmico (1995).
Escribi¨® tambi¨¦n sobre gastronom¨ªa -su gran pasi¨®n aparte de la cinematogr¨¢fica-, de cuya academia fue miembro fundador.
Erudito de amplio registro, did¨¢ctico por inclinaci¨®n y, sobre todo, amigo entra?able para cuantos trabajamos y convivimos con ¨¦l a lo largo de muchos a?os, Enrique Tor¨¢n -Kike para todos- ocupar¨¢ siempre un lugar determinante tanto en el cine espa?ol como en nuestra memoria particular.
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