El revulsivo
A¨²n no ha debutado el nuevo entrenador del Bar?a y ya hay un cuarto de campo con mala cara. Nada extra?o en un club que en una semana ha tenido a tres en la n¨®mina -Van Gaal, De la Cruz y Antic- y a ciento y pico ofreciendo el oro y el moro. Ha habido tiempo para alinearse con unos y meterse con otros sin reparar en terceros. Los hab¨ªa menottistas, charlistas y anticistas, por no hablar de los derrotistas ni de los pir¨®manos, cuya ansiedad por prender fuego al estadio no les permite concesiones. As¨ª de mal est¨¢ el Bar?a. Cada socio tiene un t¨¦cnico, un presidente y un equipo diferente en la cabeza.
De tanto remover la olla, los huesos ya no dan caldo. El fogonero tiene la culpa, y la acepta, pues ha decidido que o le hacen santo o ser¨¢ demonio, aunque ahora vaya como un don Nadie. Gaspart no sabe gobernar al Bar?a. La suya no es manera de llevar las cosas. A veces parece que quiera andar el camino de N¨²?ez y donde ¨¦ste puso a M¨¹ller y Rif¨¦ para empezar ¨¦l coloc¨® a Serra Ferrer y Rexach. Turbado por el mismo fracaso y sabedor de que no tendr¨¢ 22 a?os, sino s¨®lo cinco de mandato, decidi¨® seguir desde donde lo dej¨® su antecesor y se trajo a Van Gaal. Tampoco ha funcionado. En menos que canta un gallo y sin recambio, se ha fumado al holand¨¦s y a Bianchi, cansado de aguardar los resultados del domingo como un quinielista, no como el t¨¦cnico de c¨¢mara de los argentinos.
Falto de una idea, buena o mala, porque cada vez que va al ba?o cambia de pensar, Gaspart ha tirado por el camino de en medio y, en vez de un entrenador ilustrado que ayudara a pasar los d¨ªas y las noches (Menotti) o de uno de la casa y divertido para matar las horas de espera (Rexach), se ha tra¨ªdo a Antic, maquiav¨¦lico por su sentido de la estrategia, para procurar llegar al final del curso, con asamblea de socios de por medio o sin ella, cosa que est¨¢ por ver. El problema del club es tan serio que dif¨ªcilmente se arregla con Antic, quien estaba en disposici¨®n de coger al duod¨¦cimo o al ¨²ltimo de la tabla. Pero, puestos a buscar un revulsivo, puede ser una buena soluci¨®n porque a un mismo equipo es capaz de hacerle campe¨®n y de bajarle a Segunda, y en este dilema est¨¢ el Bar?a.
M¨¢s que de la capacidad del entrenador para reactivar a un plantel descompensado, el Bar?a est¨¢ pendiente de su presidente. Gaspart lo est¨¢ dejando para el inventario. Ejerce igualmente de secretario t¨¦cnico que de gerente o corta las entradas para despu¨¦s cantar los goles propios desde el fondo norte o aguantar los del rival en el palco. All¨¢ donde va Gaspart est¨¢ la noticia, de manera que con la tralla que cae en el Bar?a es f¨¢cil que le alcance. Y, tocado el presidente, heridos todos. El desgaste del club es consecuentemente imparable.
Por lo que se ve, Gaspart dif¨ªcilmente organizar¨¢ el club, pero, si al menos aspira a que el equipo alcance el r¨ªo con el apoyo de la hinchada, bien har¨ªa en ponerse el mismo contrato de cinco meses que le ha extendido al entrenador.
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