La Scala desvela su secreto
El teatro milan¨¦s lleva trece meses en obras y su modernizaci¨®n, que costar¨¢ 40 millones de euros, abarcar¨¢ tres a?os
Perseguidas por la pol¨¦mica, las obras de modernizaci¨®n del teatro de La Scala de Mil¨¢n han estado protegidas por el secreto hasta el s¨¢bado, cuando la prensa fue invitada a visitarlas. Aparte de la fachada, s¨®lo el foyer, la antigua tienda y el patio de butacas m¨¢s famoso del mundo -vac¨ªo ahora y sin suelo- permanecen intactos. Detr¨¢s de este "n¨²cleo hist¨®rico" hay s¨®lo una hondonada gigantesca en la que surgir¨¢ la nueva torre esc¨¦nica y el m¨®dulo el¨ªptico para las oficinas en diciembre de 2004. El objetivo es convertirlo en un teatro moderno, donde pueda representarse m¨¢s de una ¨®pera a la vez.
Han pasado trece meses desde que La Scala cerrara sus puertas para afrontar una modernizaci¨®n, sin la cual, asegura el arquitecto Mario Botta, que ha traducido a vol¨²menes arquitect¨®nicos el proyecto del ingeniero Giuliano Parmeggiani, "el teatro de Giuseppe Piermarini no habr¨ªa sobrevivido ni una temporada oper¨ªstica m¨¢s". Trece meses marcados por la disputas entre conservacionistas y modernizadores, manifestaciones y sesiones agitad¨ªsimas en el Ayuntamiento de Mil¨¢n, due?o del teatro y financiador de las obras.
Rejuvenecer La Scala, un edificio con m¨¢s de 220 a?os de historia, costar¨¢ 40 millones de euros y tres a?os de trabajos en los que participan, actualmente, un centenar de personas. El primer paso, ya terminado, ha sido el m¨¢s doloroso: destruir casi dos tercios del espacio edificado del teatro, aunque, aseguran los responsables, no se ha tocado un ladrillo de la parte "monumental". Es decir, del patio de butacas, el foyer, los palcos y el lado adyacente, donde estaban instaladas diversas dependencias del teatro. ?Y el escenario? "Ha sido retirado y, una vez restaurado, se exhibir¨¢ en el museo de La Scala", explica el teniente de alcalde de Mil¨¢n, Riccardo de Corato.
El espect¨¢culo del patio de butacas vac¨ªo, socavado el suelo y cubierto con un pl¨¢stico, impresiona. Sin embargo, tanta magnificencia escond¨ªa una extraordinaria precariedad. "El suelo no era m¨¢s que un mont¨®n de escombros machacados con l¨¢minas de pl¨¢stico y una moqueta encima. Con raz¨®n la ac¨²stica era deficiente", dice Botta. Para resolver ese cap¨ªtulo ha sido contratado Higini Arau, el espa?ol experto en ac¨²stica que ha trabajado en el Liceo de Barcelona y en muchos otros teatros l¨ªricos espa?oles. Las mejoras empezar¨¢n en el pavimento, hecho con madera de roble apoyada en sucesivas capas de caucho, de yeso machacado y bandas el¨¢sticas.
Lo nuevo ser¨¢ la torre esc¨¦nica y la elipse que hospedar¨¢ las oficinas. La primera ser¨¢ un gigantesco paralelep¨ªpedo, de m¨¢s de 50 metros de altura, 18 metros bajo el nivel del suelo; el resto, por encima. El escenario podr¨¢ moverse a izquierda y a derecha, arriba y abajo, con una versatilidad envidiable. Botta asegura que los dos m¨®dulos nuevos ser¨¢n revestidos con una piedra aut¨®ctona de Lombard¨ªa. Aun as¨ª, los dos m¨®dulos resaltar¨¢n ajenos a la arquitectura de Piermarini. Botta no lo cree as¨ª. "En cada ¨¦poca se impone un estilo. El m¨®dulo el¨ªptico representa la aportaci¨®n de la arquitectura de hoy, fundida con la historia".
Un laberinto de galer¨ªas ruinosas
La Scala est¨¢ en el quir¨®fano. Las vallas ocultan parcialmente la desfiguraci¨®n que ha sufrido hasta el momento. Aparte del n¨²cleo monumental, que ser¨¢ renovado con esmero y repintado con los colores originales, no queda nada. La escena y la retroescena -un atrabiliario conjunto de dependencias, que albergaba la maquinaria, camerinos, salas de prueba, etc¨¦tera- han desaparecido. ?Vale la pena llorarlas? El ingeniero Giuliano Parmeggiani, autor del proyecto de reforma del primer teatro l¨ªrico del mundo, cree que no. Es m¨¢s, no duda en calificar de "inmunda ratonera" la parte derribada. "Cuando me hice cargo de esta tarea y visit¨¦ los entrebastidores de La Scala, no daba cr¨¦dito a mis ojos", explica el ingeniero. "Corredores sucios, maquinaria obsoleta, una instalaci¨®n el¨¦ctrica al borde de la ilegalidad", dice. "Me costaba trabajo pensar que el teatro fuera capaz de montar espect¨¢culos espl¨¦ndidos con aquella infraestructura".Es cierto que La Scala, que sufri¨® numerosos da?os en 1943 como consecuencia de los bombardeos aliados sobre Mil¨¢n, estaba llena de "parches". A?adidos sobre a?adidos, para sacar espacio donde instalar un laboratorio, o una peque?a sala de pruebas, o un camerino m¨¢s. Los muros interiores que se ven ahora desde el agujero que han abierto las excavadoras parecen fr¨¢giles e irregulares, cruzados en algunos puntos por vigas de madera, divididos en cuadrados con pinturas diferentes y hasta con algunas viejas inscripciones, como una hoz y un martillo, pintados en rojo, en uno de los pisos altos.Vista por detr¨¢s, se adivina el ca¨®tico interior de La Scala, anticuado y desastroso. Nada de eso era accesible a los espectadores. Cada 7 de diciembre, d¨ªa de la inauguraci¨®n de la temporada, La Scala reluc¨ªa como una joya, aunque la ac¨²stica fuera criticable, los descansos interminables, los ruidos de la maquinaria m¨¢s que notables. Todo eso desaparecer¨¢. Est¨¢ por ver a qu¨¦ precio.
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