Mongo Santamar¨ªa, genuino pionero del jazz latino
Mongo Santamar¨ªa falleci¨® el pas¨¢do s¨¢bado en un hospital de Miami, donde hab¨ªa ingresado hace una semana tras sufrir un infarto.
La palabra pionero suele utilizarse con irritante ligereza, pero con Ram¨®n Mongo Santamar¨ªa est¨¢ m¨¢s que justificada. Nacido el 7 de abril de 1922 en el m¨¢s africano de los 43 distritos de La Habana, llamado Jes¨²s Mar¨ªa, pudo entrar desde ni?o en contacto con los c¨ªrculos de la santer¨ªa y aprender los aut¨¦nticos ritmos afrocubanos como una segunda lengua materna. Toc¨® las maracas y cant¨® en grupos de aficionados hasta que debut¨® profesionalmente a los 20 a?os como bongosero en la orquesta del Ed¨¦n de La Habana. Despu¨¦s colabor¨® con el gran Chano Pozo y su Conjunto Azul, con la segunda orquesta de Arsenio Rodr¨ªguez y con Matamoros.
La curiosidad y el consejo de su amigo Armando Peraza le impuls¨® m¨¢s tarde a emigrar, v¨ªa M¨¦xico, a EE UU. All¨ª, en plena eclosi¨®n del afrocuban jazz, estuvo desde el principio junto a los mejores. "En aquella ¨¦poca hab¨ªa mucho trabajo en las big bands", recordaba en una entrevista, "nos contrataban aunque no supi¨¦ramos una palabra de ingl¨¦s. Hab¨ªa multitud de orquestas en Nueva York, y en cuanto se enteraban de que eras cubano, siempre te invitaban a tocar". Mongo explot¨® a fondo la coyuntura y colabor¨® con P¨¦rez Prado, Tito Puente y Cal Tjader. Roz¨® a¨²n m¨¢s la gloria como miembro de las orquestas de Machito en el Palladium y de Miguelito Vald¨¦s en el Apollo. Compositor imaginativo, no pas¨® mucho tiempo antes de que una de sus creaciones, Afro blue, hiciera fortuna en las versiones del propio Tjader y de otros m¨²sicos (John Coltrane es el ejemplo m¨¢s llamativo) no tan proclives a lo cubano.
Quiz¨¢ por influencia gen¨¦tica de su abuelo (llegado a EE UU como esclavo y de quien Santamar¨ªa admit¨ªa tener muy pocos recuerdos), el percusionista era apreciado porque creaba de inmediato una atm¨®sfera de calidez envolvente, sincera y ancestral que invitaba al baile sin remisi¨®n. Esa cualidad le permiti¨® crear un grupo propio que practicaba la charanga cl¨¢sica con matices jazz¨ªsticos a trav¨¦s de instrumentos de metal. La f¨®rmula tuvo gran aceptaci¨®n, en parte porque no hab¨ªa nadie que supiera enfocar desde una perspectiva original m¨²sicas diversas de origen afroamericano con tanta coherencia y equilibrio. Ten¨ªa teor¨ªas tan curiosas como la de que la rumba guaganc¨® no era otra cosa que un negro tratando de cantar flamenco.
Santamar¨ªa no dudaba en incluir m¨²sicos j¨®venes en sus grupos. Hubert Laws, un aut¨¦ntico virtuoso de la flauta, y el pianista Chick Corea fueron algunos de sus fichajes m¨¢s importantes. La enfermedad de este ¨²ltimo ser¨ªa precisamente el detonante de uno de los grandes ¨¦xitos de Mongo. Corea fue sustituido por otro genio del piano de jazz, Herbie Hancock, quien le present¨® durante el concierto una composici¨®n, Watermelon Man, que super¨® con mucho la popularidad de la versi¨®n original. Corr¨ªa el a?o 1962 y Santamar¨ªa se convirti¨® en el rey del jazz latino, un precursor del funk.
Ya con licencia para adaptar cualquier material a los ritmos de su tierra, el percusionista empez¨® a incluir en su repertorio, entre otras locuras, piezas brasile?as y ¨¦xitos de James Brown, aunque sin olvidar jam¨¢s el esp¨ªritu a?ejo de sus ra¨ªces culturales. En los ¨²ltimos a?os se hab¨ªa retirado de la escena por problemas de salud, pero grupos basados en la s¨ªntesis, como Santana, no hubieran sido posibles sin sus ense?anzas, aquellas por las que se le recordar¨¢ como un genuino pionero del mestizaje y de la apertura a lo inesperado.-
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