Un nudo de intrigas y atm¨®sferas
Es muy larga la lista de pel¨ªculas procedentes de la obra de Georges Simenon, pero s¨®lo media docena alcanzan rango de aportaciones relevantes a la historia del cine y ¨²nicamente un par de ellas han dejado huella en la evoluci¨®n del lenguaje cinematogr¨¢fico, mientras el grueso de esa lista est¨¢ repleto, adem¨¢s por decenas de telefilmes, por un conjunto solvente pero gris de 60 o 70 filmes -franceses en su mayor parte (alrededor de cuarenta), e italianos, brit¨¢nicos, estadounidenses, espa?oles y alemanes- policiacos no gen¨¦ricos, tocados por un leve barniz culto y por lo que los cr¨ªticos iconoclastas y augures de la nouvelle vague parisiense de los a?os sesenta llamaron burlonamente qualit¨¦.
Los recuentos de filmes y telefilmes inspirados en novelas de Simenon que circulan en las revisiones de su filmograf¨ªa abarcan 146 t¨ªtulos, de 1932 a 2002. Concuerdan la generosidad de su imaginaci¨®n con la pantalla y su apasionado y silencioso amor a ella, que s¨®lo se destila en gotas de escritos autobiogr¨¢ficos y art¨ªculos, entrevistas y epistolarios, como el esponjoso carteo que mantuvo con Federico Fellini, donde asoman indicios de un idilio frustrado, con la creaci¨®n de cine.
En 1932, en el brote de es-
plendor del narrador literario, surgi¨®, y all¨ª esconde su secreto, la muerte s¨²bita del narrador f¨ªlmico que Simenon so?¨® ser. Durante ese a?o, intervino en la escritura y elaboraci¨®n de sus dos primeros filmes, Le chien jaune, de Jean Tarride, y La nuit du Carrefour, de Jean Renoir, obra magistral y la m¨¢s intrincada y rica incursi¨®n del comisario Maigret en la pantalla. Pero, tras este gran filme, Simenon volvi¨® la espalda a todas las deducciones de cine procedentes de su literatura, sin que se conozcan bien los mecanismos mentales que le llevaron de esta decisi¨®n suicida, salvo lo que deja entrever su boutade de que la naturaleza le impide hacer cine, porque necesita crear la pel¨ªcula ¨¦l solo. Y decidi¨® dar a su escritura condici¨®n de puesta en escena, de filmaci¨®n ¨ªntima. Y de ah¨ª la fertilidad cinematogr¨¢fica de su literatura.
Pero si -como alarde¨®, pero sin convencer- Simenon no volvi¨® a ver una pel¨ªcula de Simenon,dej¨® de ver el diamante de la confluencia en la pantalla de dos mitos, su Maigret y Jean Gabin, que entre 1957 y 1963 fueron uno s¨®lo en la elocuencia de tres filmes -El comisario Maigret y Maigret en el caso de la condesa, dirigidos por Jean Delannoy; y Maigret, el terror del hampa, de Gilles Grangier- nobles y bien hechos. Y Gabin, ¨²ltimo y supremo Maigret franc¨¦s, volvi¨® a toparse, vestido con otros ropajes, con la espalda de Simenon en El presidente (1961), de Henri Verneuil; El Gato, de Granier-Deferre, y la magn¨ªfica En caso de desgracia (1946), de Autant-Lara.
Fugaces Maigret fueron Charles Laughton en la incursi¨®n de Burgess Meredith en la direcci¨®n de El hombre de la Torre Eiffel (1948); y el inmenso comediante franc¨¦s Michel Simon (al que Simenon veneraba) en Tres momentos de angustia (Henri Verneuil, 1952). Tambi¨¦n Harry Baur, Albert Pr¨¦jean, Gino Cervi, Pierre Renoir, Heinz Ruhmann fueron Maigret. E indagaron en las atm¨®sferas de Simenon Marcel Carn¨¦ en La mari¨¦ du port y Tres habitaciones en Manhattan; Julien Duvivier, que hizo en 1946 con Michel Simon un Monsieur Hire al que Patrice Leconte dio una intensa r¨¦plica en 1989; y Claude Chabrol en Les fant?mes du chapelier en 1982 y diez a?os despu¨¦s en Betty; e incluso al pantano de la Espa?a franquista lleg¨® un tent¨¢culo de Simenon en Barrio, que Ladislao Vajda film¨® en 1947.
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