Daniel Toscan du Plantier, estilista de alta costura del cine franc¨¦s
A Daniel Toscan du Plantier le gustaba decir que el buen cine europeo era a la alta costura lo que el buen cine americano era al pr¨ºt-¨¤-porter. ?l, descendiente de Luis XIV, capaz de hablar con la elegancia y las maneras del perfecto cortesano, se hab¨ªa enamorado de un arte industrial -el cine- s¨®lo porque lo conceb¨ªa desde criterios artesanales. Ahora ha muerto en Berl¨ªn, en pleno festival de cine, rodeado de los suyos, de un ataque al coraz¨®n en medio de una fiesta en honor de Claude Chabrol. Ten¨ªa 61 a?os y deja tras de s¨ª un legado deslumbrante.
En 1975 Toscan se hizo con las riendas de la divisi¨®n de producci¨®n de la Gaumont. Desde ah¨ª puso en pie una serie de cintas ins¨®litas, prototipos de lo que pudiera ser el cine de autor de lujo, como el Danton de Wajda, la Carmen (1984) de Francesco Rossi, Nostalghia (1983) de Tarkovsky, Querelle (1982) de Fassbinder, el Casanova (1976) de Fellini o Don Giovanni (1979) de Joseph Losey. A Eric Rohmer le permiti¨® rodar la pel¨ªcula en la que dispuso de una mejor adecuaci¨®n entre medios y resultados -La marquise d'O (1976)-, a Maurice Pialat le acompa?¨® en siete t¨ªtulos, entre ellos la maravillosa A nos amours (1983); a Pascal Thomas le rescat¨® del olvido con la espl¨¦ndida La dilettante (1999); a Ingmar Bergman le regal¨® la posibilidad de contar su infancia en Fanny y Alexander (1983), y a Benoit Jacquot, rodar la mejor Tosca (2001) que ha conocido el cine.
Pero Toscan, que se equivoc¨® tambi¨¦n a menudo, pues casi arruin¨® a la Gaumont, se dej¨® enga?ar en su pol¨ªtica de expansi¨®n hacia Italia -descubri¨® que los transalpinos hac¨ªan un doble juego y eran europeos de palabra y proamericanos de hecho-, tuvo que malvender la productora de discos Erato, no siempre supo evitar los conflictos de intereses y no logr¨® que su entusiasmo por Europa, por la vieja Europa, fuese compartido por otros productores y pa¨ªses. Era franc¨¦s hasta la m¨¦dula, pero abierto a todo lo que se hac¨ªa m¨¢s all¨¢ del hex¨¢gono. Durante la pasada y conflictiva entrega de los Goya, Toscan fue el primero en felicitar a El¨ªas Querejeta por el premio a Los lunes al sol y luego, con su eterno humor de arist¨®crata contento de haber salvado la cabeza en 1792, coment¨® con admiraci¨®n y punto de iron¨ªa el tono belicoso del pacifismo de la ceremonia.
Su gran invento como productor es, como lo era ¨¦l mismo, a caballo de ¨¦pocas y mundos, un h¨ªbrido: el cine-¨®pera. Mozart, Wagner, Puccini y otros compositores subieron a la pantalla gracias a su gusto por el melodrama.
Desde 1985 Toscan du Plantier era adem¨¢s el rostro oficial del cine franc¨¦s en el extranjero, pues dirig¨ªa Unifrance, el organismo p¨²blico que se ocupa de la promoci¨®n del cine galo en el exterior, presid¨ªa la Academia de los C¨¦sar y participaba en todas las batallas a favor de la llamada "excepci¨®n cultural", aunque la aut¨¦ntica excepci¨®n era ¨¦l mismo. Cofundador de los festivales de Marraquech y Yokohama, cronista semanal en el suplemento de Le Figaro, tambi¨¦n era autor de varios libros, entre ellos, L'emotion culturelle, un ensayo y reflexi¨®n sobre su trayectoria como instigador de la creatividad de los dem¨¢s.-

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