Magistral evocaci¨®n de Yoji Yamada del ocaso de los samur¨¢is
Gran expectaci¨®n en la Berlinale ante el filme espa?ol 'Pol¨ªgono Sur', de Dominique Abel
Ayer surgi¨® una obra l¨ªrica de gran vuelo. Su t¨ªtulo revela su fondo, El samur¨¢i de la luz del crep¨²sculo, pues relata en forma de melodrama de gran pureza y nobleza el ocaso de los guerreros samur¨¢is en las luchas civiles del Jap¨®n del siglo XIX. Discurre esta conmovedora pel¨ªcula sobre un tiempo de adagio exquisitamente medido por el veterano Yoji Yamada, cuyo estilo roza las alquimias de los grandes monumentos del cine japon¨¦s cl¨¢sico.
Fuera del concurso entraron ayer en la ronda de proyecciones del Panorama dos pel¨ªculas espa?olas. Una es Los novios b¨²lgaros, una comedia dirigida por Eloy de la Iglesia, que fue recibida con amabilidad, pero sin despertar en la sala ning¨²n destello de entusiasmo. Es un filme que comienza atropelladamente y gana algo de eficacia en la zona final, pero que no pasa de pasatiempo irrelevante, que quiere ser provocador y no lo consigue.
La otra pel¨ªcula espa?ola es Pol¨ªgono Sur, dirigida por la francesa Dominique Abel. Fue proyectada ayer fuera del alcance de esta cr¨®nica, por lo que no cabe hacer aqu¨ª apreciaciones cr¨ªticas. Pero cabe en cambio dejar constancia de la creciente expectaci¨®n que este documento est¨¢ creando aqu¨ª y que ayer reflej¨® la revista Screen International. Es un trabajo de investigaci¨®n dentro de los pobladores del llamado Pol¨ªgono Sur de Sevilla, donde 3.000 gitanos fueron a parar tras ser arrancados, a finales de los a?os sesenta, del barrio de Triana, donde sus antepasados se instalaron hace la friolera de 500 a?os. Consolados por el genio de sus cantes, los descendientes de estos hombres evocan ahora los cielos abiertos de su ancestral idea de la vida desde un Pol¨ªgono Sur en el que se sienten extranjeros en su tierra, eternos exiliados incluso dentro de su casa.
De vuelta al concurso, el magistral filme de Yamada descabal¨® ayer los pron¨®sticos del desenlace de esta Berlinale, pues es evidente que se merece un premio y algo de esto se percibi¨® en la convicci¨®n y unanimidad con que la hermosa pel¨ªcula fue acogida en la sesi¨®n matinal. El elegante -y vigoroso, exacto, austero y sin ca¨ªda en el socorrido gui?o autoral- melodrama de Yamada sigue un suave crecimiento que roza lo exquisito y nos obliga a buscar en la memoria hilos casi perdidos de las inimitables tradiciones que el cine japon¨¦s ha ido dejando detr¨¢s de los ojos. Son tradiciones que inesperadamente saltan desde esta bell¨ªsima pel¨ªcula a la pantalla moderna y misteriosamente conservan en ella no s¨®lo su antiguo vigor, sino tambi¨¦n la lozan¨ªa que les da la conciencia de estar reinventando el cine.
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