Ritos de libro
M¨¢s que del mundo del libro, la obra de Petroski, amena y curiosa, deja en el lector la certeza de que hablar del libro supone hablar de dos vertientes de su historia: una intrahistoria (desde la historia de manuscritos e imprenta hasta la bibliofilia) y una historia externa: el mundo del libro es una enorme constelaci¨®n de mundos que va desde la historia del papel y de los soportes para la escritura, la tinta, el uso del plomo, las encuadernaciones, la pintura y los grabados, la matem¨¢tica, la medicina o la ingenier¨ªa hasta la historia de los objetos cotidianos y, por ¨²ltimo, la historia misma del hombre y sus relaciones siempre conflictivas con el espacio y el tiempo f¨ªsicos.
MUNDOLIBRO
Henry Petroski Traducci¨®n de Miquel Izquierdo Edhasa. Barcelona, 2002 398 p¨¢ginas. 25 euros
Al comienzo de su libro Petroski escribe: "?Tiene alg¨²n sentido preguntar por qu¨¦ el estante es horizontal y por qu¨¦ los libros se disponen verticalmente sobre el mismo?". La pregunta es de una elementalidad tal que consigue, desde su misma formulaci¨®n, el inter¨¦s del lector. Partiendo de ella, Petroski (autor, entre otras rarezas, de una Historia del l¨¢piz) nos habla de la costumbre de encadenar los libros en las bibliotecas, de los sujetalibros y los problemas de dise?o que plantean, de los atriles, del almacenamiento de libros, de la disposici¨®n de las estanter¨ªas (al parecer, la primera biblioteca mural fue la de El Escorial), de los puntos de lectura usados por san Jer¨®nimo en el siglo V y de la invenci¨®n del Post-it, del tama?o de los libros, etc¨¦tera. Es tanto lo que cuenta como lo que va sugiriendo que queda por contar. Pero Petroski dedica especial atenci¨®n a un asunto cuasi filos¨®fico y ciertamente matem¨¢tico y f¨ªsico: la lucha eterna que mantiene el hombre con el espacio destinado a la biblioteca y con el tiempo. El libro sugiere, nunca subraya en exceso ni se regodea en la erudici¨®n excesiva, aunque quien la busque en sus p¨¢ginas tambi¨¦n la hallar¨¢; y, a su vez, ilustra esa angustia esencial del lector y bibli¨®filo con an¨¦cdotas como la de Napole¨®n, quien lanzaba los libros que ya hab¨ªa le¨ªdo por la ventana de su carruaje.
En el ¨²ltimo cap¨ªtulo se proponen 25 modos de ordenar los libros de una biblioteca, y son estas p¨¢ginas una buena s¨ªntesis de la t¨¦cnica de instruir deleitando que aplica Petroski. Quedan fuera tantas cosas, o m¨¢s, que dentro, pues este Mundolibro es en realidad parte de un relato sobre la historia externa del libro y sus lectores que, por ejemplo, podr¨ªa haber recogido no s¨®lo la historia est¨¢tica de los vol¨²menes en librer¨ªas y bibliotecas, sino tambi¨¦n la historia de los libros y sus viajeros propietarios, tal y como, por ejemplo, recordaba Pablo de Tarsia, primer bi¨®grafo de Quevedo, al hablarnos de la biblioteca port¨¢til del poeta espa?ol. Como escribiera Eugene Fitch Ware, y recoge Petroski, "el hombre ha sido incapaz de construir una estructura que sobreviva al libro".
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