Los da?os sobre la salud de una posible guerra contra Irak
Irak es un pa¨ªs de 25 millones de habitantes. A pesar de poseer el 10% de las reservas de petr¨®leo del mundo es hoy un pa¨ªs empobrecido, como consecuencia de la torpe pol¨ªtica de Sadam Husein: la guerra contra Ir¨¢n de 1980 a 1988, la guerra del Golfo de 1991 y el posterior embargo de la ONU. La mortalidad de ni?os menores de cinco a?os est¨¢ dentro de las 37 peores del mundo, y es similar a la de Hait¨ª y Uganda. Seg¨²n el ?ndice de Naciones Unidas de Desarrollo Humano ocupa el puesto 126 sobre 174 pa¨ªses, estim¨¢ndose que el 55% de la poblaci¨®n vive en la pobreza y el 20% en la extrema pobreza.
En la guerra del Golfo, seg¨²n estimaciones de la ONU, murieron entre 50.000 a 120.000 militares y 110.000 civiles iraqu¨ªes y 400 militares de las fuerzas de coalici¨®n. Se bombardearon las instalaciones el¨¦ctricas, los dep¨®sitos y centros de tratamiento del agua, las principales instalaciones industriales, comunicaciones, transportes, viviendas y hospitales. Ardieron 650 de los 1.330 pozos de petr¨®leo, lanzando a la atm¨®sfera toneladas de contaminantes qu¨ªmicos de efectos respiratorios y cancer¨ªgenos comprobados. Unos 47.000 ni?os murieron posteriormente por malnutrici¨®n e infecciones, 1,8 millones de refugiados abandonaron el pa¨ªs. Entre 15.000 y 30.000 de ellos murieron como consecuencia de las graves privaciones.
Las enfermedades epid¨¦micas pueden producir tantas muertes como las armas
La nueva guerra que prepara el Gobierno de EE UU ser¨¢ previsiblemente un conflicto m¨¢s intenso, duradero y destructivo y causar¨¢ una cat¨¢strofe humanitaria mucho mayor, especialmente a la poblaci¨®n civil. En primer lugar, porque el objetivo es sustituir al Gobierno y ocupar militarmente todo el territorio, incluyendo Bagdad, una ciudad de cinco millones de habitantes. En segundo lugar, porque las armas se han modernizado y tienen un mayor poder de destrucci¨®n. Si bien los escenarios de la guerra no est¨¢n claramente definidos y no es posible precisar con exactitud, la organizaci¨®n brit¨¢nica Medatc (www.medact.org), de profesionales sanitarios, ha elaborado un riguroso informe sobre el costo sobre la salud y el medio ambiente de una posible guerra contra Irak, que estima el previsible impacto bas¨¢ndose en los da?os de anteriores guerras y en los escenarios militares m¨¢s probables. ?ste incluye un inicial bombardeo a¨¦reo, masivo, duradero y devastador, seguido luego de una ocupaci¨®n con fuerzas terrestres del ¨¢rea petrolera de Basora y de las principales ciudades.
Las muertes iraqu¨ªes directas durante el conflicto y en los tres meses posteriores se estiman entre 48.000 y 261.000, en su mayor¨ªa civiles. Los civiles heridos podr¨ªan llegar a ser 320.000. Las muertes adicionales posteriores por efectos sobre la salud de la guerra se estiman en 200.000, causadas principalmente por la destrucci¨®n de las infraestructuras econ¨®micas, servicios de electricidad, provisi¨®n de agua potable, cloacas e instalaciones sanitarias. Es decir, las enfermedades epid¨¦micas pueden producir luego tantas muertes como las del propio enfrentamiento militar.
En el caso de que la evoluci¨®n del conflicto lleve al uso de armas nucleares, sobre las cuales el ministro de Defensa brit¨¢nico ha dicho que no se pueden descartar, ¨¦stas podr¨ªan producir entre 300.000 a 3.600.000 muertes, sin tener en cuenta los efectos a largo plazo de las radiaciones at¨®micas.
La masiva huida de millones de refugiados, la posibilidad de que la guerra se extienda a pa¨ªses vecinos y la eventualidad del uso de armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas por Sadam Huseim, si es que efectivamente dispone de este tipo de armas, acrecentar¨¢n el calamitoso espanto de esta guerra inmoral.
El previsible y significativo aumento del precio del petr¨®leo ocasionar¨¢, adem¨¢s, un fuerte aumento de la inflaci¨®n y de la recesi¨®n mundial que incidir¨¢ muy negativamente en el bienestar de los pueblos, especialmente de pa¨ªses en desarrollo.
Los epidemi¨®logos y profesionales de la salud p¨²blica, cuyo principal cometido es la promoci¨®n de la salud y la prevenci¨®n de la enfermedad de las poblaciones, no podemos permanecer indiferentes frente a esta cat¨¢strofe que se avecina, que producir¨¢ un inmenso da?o a la inocente e indefensa poblaci¨®n civil. Consideramos que la ¨²nica opci¨®n aceptable es la soluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos. No es justificable una guerra preventiva ni el uso de armas de destrucci¨®n masiva por parte de EE UU y sus incondicionales aliados. No existen pruebas serias de que el Gobierno de Irak dispone de armas de destrucci¨®n masiva y no se justificar¨ªa atacar y destruir un pa¨ªs por el solo hecho de poseerlas. Los preparativos se iniciaron hace meses y la decisi¨®n ya se ha tomado, independientemente de lo que pudieran encontrar los inspectores de la ONU y de lo que pueda decidir el Consejo de Seguridad.
Creemos, finalmente, que es c¨ªnico e inmoral que se destruya un pa¨ªs para desarmar a un dictador, mientras las grandes potencias contin¨²an fabricando y traficando con armas. Hay que recordar que EE UU representa el 36% del gasto mundial de armamentos y el Reino Unido es el segundo exportador mundial de armas. En un mundo donde mueren dos millones de personas al a?o por enfermedades diarreicas infecciosas originadas por la falta de condiciones sanitarias adecuadas, el gasto militar de las grandes potencias es moralmente vergonzoso y es hoy la principal amenaza para la paz y el bienestar de la poblaci¨®n mundial.
Carlos Alberto Gonz¨¢lez, ex presidente de la Sociedad Catalana de Salud P¨²blica, escribe en representaci¨®n de las juntas directivas de la Sociedad Espa?ola de Epidemiolog¨ªa (SEE) y de la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica y Administraci¨®n Sanitaria (SESPAS).
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