La insinuante picard¨ªa de Barbara Bonney
Por partida doble en lo que va de a?o -¨®pera y lied-, la soprano estadounidense Barbara Bonney ha desplegado en Madrid sus virtudes art¨ªsticas. La nueva condesa mozartiana es, en cualquier caso, una habitual de los ciclos de lied de la Zarzuela, donde cautiv¨® con un hermos¨ªsimo Richard Strauss en 1999 y sorprendi¨® gratamente con una selecci¨®n de canciones de amor n¨®rdicas en 2001, entre otras delicadezas. Del programa elegido para su actuaci¨®n de anteayer, una vez m¨¢s con su inseparable pianista Malcolm Martineau, ¨²nicamente su Wolf era conocido por estos pagos. No result¨®, pues, una sorpresa la contundencia expresiva que volc¨® en los Mignon Lieder, sobre textos de Goethe, oportuno homenaje de la cantante y el pianista a un compositor del que se cumplen el pr¨®ximo s¨¢bado los 100 a?os de su fallecimiento.
Barbara Bonney
Barbara Bonney (soprano). Con Malcolm Martineau (piano). Obras de Franz Schubert, Hugo Wolf, Franz Liszt y diferentes autores de opereta vienesa. IX Ciclo de Lied. Fundaci¨®n Caja Madrid. Teatro de la Zarzuela, 17 de febrero.
Bonney es una cantante que necesita o, si se prefiere, siente la escena intensamente en cada una de sus interpretaciones. Es algo que se percibe de inmediato desde su decidida forma de andar a su manera de vestir (de rojo ardiente en Madrid, zapatos incluidos). Desprende el aire de una superstar del cine americano de otras ¨¦pocas. Y como es insinuante -en sus ca¨ªdas de ojos, por ejemplo- se meti¨® al p¨²blico en el bolsillo con el bloque de canciones procedentes de la opereta vienesa. El sentido mel¨®dico de la soprano es, adem¨¢s, prodigioso y se ve catapultado por una intencionalidad teatral sin disimulos. Posee adem¨¢s una picard¨ªa elegante que le permite no caer en la frivolidad. Es muy af¨ªn a los tiempos de resonancias b¨¦licas que corren la incorporaci¨®n del bloque de canciones ligeras y evasivas procedentes de operetas de Heuberger, Dostal, Zeller o Leh¨¢r.
Schubert, discutible
M¨¢s discutible fue la secci¨®n dedicada a Schubert, un grupo de canciones seleccionadas de los tres grandes ciclos del compositor austriaco. Bonney se enfrent¨® a Wohin de La bella molinera, como si se tratase de un aria de Mozart, se mostr¨® insustancial en los lieder de Viaje de invierno y quiz¨¢s solamente en In der Ferne, perteneciente a El canto del cisne, alcanz¨® ese punto necesario de equilibrio entre la memoria y el deseo. Diametralmente opuesta fue la interpretaci¨®n de Liszt, con un aliento c¨¢lido desde la l¨ªnea musical y una expresividad cautivadora. Barbara Bonney dedic¨® la primera de sus propinas "a la se?ora Berganza", presente en la sala, y termin¨® en punta volviendo a Liszt, su baza m¨¢s representativa en esta ocasi¨®n.
Malcolm Martineau, por su parte, se desenvolvi¨® desde el piano con profesionalidad pero sin la brillantez e inspiraci¨®n de otras tardes.
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