Paul Greengrass reconstruye las 24 horas que marcaron la tragedia del Ulster
Se estrena 'Domingo sangriento', Oso de Oro en el Festival de Berl¨ªn de 2002
Paul Greengrass estaba el 11 de septiembre de 2001 montando la pel¨ªcula que acababa de rodar cuando dos aviones derrumbaron las torres gemelas de Nueva York. "?Dios! Pens¨¦: Mi pel¨ªcula es ya totalmente irrelevante". Tuvo que pasar una semana para asimilar lo ocurrido, sentarse a ver de nuevo su Domingo sangriento, y darse cuenta de que hab¨ªa fabricado una aut¨¦ntica lecci¨®n de historia. Y que, ahora m¨¢s que nunca, s¨ª era relevante. "El domingo sangriento es una gran lecci¨®n de historia. No puedes derrotar insurrecciones, ni terrorismo, ni guerrillas, ni a Al Qaeda, s¨®lo con la acci¨®n militar. Si intentas ese camino, como hicimos los ingleses en Irlanda del Norte y est¨¢ haciendo ahora George Bush, s¨®lo consigues empeorar mil veces la situaci¨®n".
As¨ª fue como lanz¨® al mercado una pel¨ªcula, Bloody sunday (Domingo sangriento), que hoy se estrena en Espa?a y que resume el v¨¦rtigo de la jornada que marc¨® la ruptura entre un Gobierno brit¨¢nico represor y una generaci¨®n de j¨®venes cat¨®licos que luchaba por vivir, votar, trabajar o estudiar igual que los protestantes. "Si algo supuso el domingo sangriento es que el Gobierno brit¨¢nico lanz¨® a los brazos del IRA a toda una generaci¨®n de j¨®venes", cuenta Greengrass.
Aquel siniestro d¨ªa de 1972, el Ej¨¦rcito brit¨¢nico despleg¨® a los duros paracaidistas para reprimir una protesta pac¨ªfica de mujeres, ni?os y hombres, civiles en suma, contra la violaci¨®n de los derechos civiles que sufr¨ªa la minor¨ªa cat¨®lica. La marcha hab¨ªa sido prohibida, los convocantes cambiaron su recorrido para no desafiar a las tropas, pero no pudieron impedir los choques en la barricada. Trece personas murieron y 14 resultaron heridas.
Para contar todo esto, Paul Greengrass, un veterano autor de documentales sobre el conflicto de Irlanda del Norte y director de pel¨ªculas y series de televisi¨®n, ingl¨¦s de 48 a?os, agarr¨® a un pu?ado de actores profesionales y a cerca de 3.000 personas con un par de condiciones: o eran miembros de la comunidad cat¨®lica de Derry, el legendario gueto del Bogside, o eran ex militares brit¨¢nicos que hubieran servido en la ensangrentada provincia brit¨¢nica. "Apenas media docena son profesionales. La inmensa mayor¨ªa son gente com¨²n. Hemos reunido a esos dos grupos, que han sido enemigos directos, y les hemos hecho vivir ese d¨ªa, probablemente el d¨ªa m¨¢s importante de sus vidas, en una atm¨®sfera extraordinaria. En cierto modo ha sido gente que ha revivido con la pel¨ªcula un episodio muy traum¨¢tico y lo ha cerrado", cuenta el director.
Esa atm¨®sfera fue tan intensa que algunos soldados le pidieron que cambiara el cart¨®n piedra que arrojaban los cat¨®licos por material de verdad. "No, no, no, esto no es real", me dec¨ªan algunos soldados. "Tenemos que recibir piedras de verdad. Y as¨ª lo hicimos". El abismo que al principio separ¨® a los dos bandos en el rodaje, ese sentimiento mutuo de recelo, se fue transformando a lo largo del tiempo en una buena relaci¨®n. "Ah¨ª te das cuenta de que el proceso de paz no es algo que hacen unos pol¨ªticos, sino que puedes sentirlo entre la gente".
Para esta empresa, realizada con dinero brit¨¢nico e irland¨¦s, Greengrass eligi¨® cuatro tipos de personajes. Ninguno es blanco ni negro y todos est¨¢n rodeados por un sinf¨ªn de voces que les influyen y que har¨¢n explotar la jornada como un gran olla a presi¨®n: son los j¨®venes que quieren ser hombres y h¨¦roes y que, al final, son s¨®lo v¨ªctimas; son los j¨®venes soldados, azuzados por sus superiores, que se retroalimentan con el miedo y la bravura que quieren demostrar; son los mandos militares, que animan sin ordenar; y son los jefes del IRA, que empiezan distantes, fr¨ªos, sentados en sus coches, ajenos al principio, pero dispuestos a recoger su cosecha en cuanto vence el descontrol. En medio de todos ellos, un pol¨ªtico protestante que lucha por los derechos cat¨®licos, como s¨ªmbolo de un movimiento que qued¨® enterrado el domingo sangriento. "Inglaterra anul¨® ese d¨ªa la posiblidad de una lucha pac¨ªfica y lanz¨® a la violencia a toda una generaci¨®n de j¨®venes".
Con esa mezcla de protagonistas, con sus temores, su ambiente y la influencia que reciben, el autor ha querido mostrar las luces y sombras del episodio hist¨®rico. "Lo normal en las pel¨ªculas es hacer teor¨ªas de la conspiraci¨®n, ¨¦sas que reducen la historia a hombres de manos blancas o manos negras. Pero la realidad es m¨¢s compleja. Muchos factores interact¨²an". Por ello, cuenta, los tiroteos quedan confusos en la pel¨ªcula, como fueron confusos en la realidad. "Lo constru¨ª deliberadamente poco claro, tal y como fue. Pero la responsabilidad fue de los pol¨ªticos".
La matanza qued¨® entonces impune, y la pel¨ªcula Domingo sangriento ha ganado ya al tribunal que, desde hace tres a?os en Derry, intenta investigar la verdad.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.