IVAM
Los dos arquitectos son buenos. Su propuesta resulta sugestiva. La japonesa Kazuyo Sejima y su colega Ryue Nishizawa son h¨¢biles al responder a los requerimientos de los edificios p¨²blicos con la sutileza del juego de espacios interiores y exteriores que distingue la arquitectura tradicional de su pa¨ªs, cuya liviandad y ligereza saben trasladar a una escala desproporcionada. Consiguen, as¨ª, conjuntos arquitect¨®nicos cuya aparente delicadeza los dota de una timidez formal s¨®lo ilusoria. Aunque no lo parezca, lo que dise?an no dejan de ser poderosos artefactos que reclaman la contemplaci¨®n del espectador desde aquella postura que Walter Benjam¨ªn describi¨® como "la actitud recogida que es corriente en turistas ante edificios famosos". Su proyecto de ampliaci¨®n del Institut Valenci¨¤ d'Art Modern (IVAM), presentado hace unos d¨ªas, con la "piel met¨¢lica" trasl¨²cida que envolver¨ªa todo el edificio y su invitaci¨®n "acogedora" a solazarse en los recovecos del complejo, constituye un ejemplo espl¨¦ndido de su trabajo. Las dimensiones del paralelep¨ªpedo de acero y cristal de 30 metros de altura que proponen, su idoneidad para articular el museo con el tejido de la Ciutat Vella, donde se enclava, o el enorme coste econ¨®mico de la obra ofrecen motivos para un debate enriquecedor. Otra cosa, menos propicia a la discusi¨®n constructiva, es la quiebra que la iniciativa representa. El IVAM fue un modelo cuyo capital era el arte y cuyos productos obtuvieron un ¨¦xito soberbio, gracias a la colecci¨®n fundacional de Julio Gonz¨¢lez y al dinamismo de sus responsables, en el terreno de la divulgaci¨®n y la intervenci¨®n en la cultura pl¨¢stica. La neutralidad formal de su sede, dise?ada con sobriedad por Emilio Gim¨¦nez y Carlos Salvadores, no era casual: apostaba por el contenido. Pero el notorio declive de su irradiaci¨®n bajo la direcci¨®n de Kosme de Bara?ano y el cierre arbitrario de esa plataforma inapreciable para la creaci¨®n contempor¨¢nea que era su Centre del Carme han deteriorado la potencia referencial del centro art¨ªstico hasta el extremo de que el proyecto de ampliaci¨®n consiste, en cierto modo, en meter el museo dentro de una caja para sustituir las cualidades perdidas en el uso y la costrumbre por la atracci¨®n del espect¨¢culo de su envoltorio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.