Adi¨®s a las armas
"TENEMOS QUE GANAR LA GUERRA. Para ganarla, tenemos que luchar duro. Para luchar duro, tenemos que ser buenos soldados. Los buenos soldados deben odiar al enemigo. As¨ª es como van las cosas. Los chingers son la ¨²nica raza no humana descubierta en la galaxia que ha sobrepasado el estado de salvajismo, as¨ª que naturalmente tenemos que aniquilarlos". Una l¨®gica aplastante que no deja resquicio a la m¨¢s m¨ªnima cr¨ªtica. Y es que ese "pacifismo trasnochado" o "concienciaci¨®n de fin de semana" con que algunos medios han despachado las manifestaciones multitudinarias del 15 F parecen ser diminutas gotas en el turbulento mar de las ¨ªnfulas guerreras de la humanidad. La cita corresponde a la novela Bill, h¨¦roe gal¨¢ctico (1965), de Harry Harrison. En ella se narran las jocosas aventuras de Bill, un estudiante por correspondencia para Operador T¨¦cnico en Fertilizantes, enrolado a la fuerza en el ej¨¦rcito m¨¢s decadente, corrupto y alocado de la historia. Premio Hugo, la novela es una parodia antimilitarista y una r¨¦plica al ardor (con permiso de Mu?oz Molina) guerrero de que hace ostentaci¨®n la controvertida Tropas del espacio (1959), de Robert A. Heinlein, llevada al cine, en versi¨®n libre, como Las brigadas del espacio (1997).
Convertido en soldado, especialista en fusibles de sexta clase, Bill guerrear¨¢ a lo largo y ancho de la galaxia contra los terror¨ªficos lagartoides chingers vi¨¦ndose abocado a la heroicidad. Su nave de destino est¨¢ dotada con "17 escudos de fuerza, un escudo electromagn¨¦tico, un casco blindado doble y una delgada capa de gelatina seudoviviente que fluye y cierra cualquier abertura". Pr¨¢cticamente invulnerable, la nave no tiene p¨¦rdidas energ¨¦ticas. Con los motores en marcha y toda la tripulaci¨®n sudando, el calor puede llegar a ser un problema. As¨ª que la consigna es: desnudarse o arriesgarse a morir. Y es que tan importantes son las armas de destrucci¨®n masiva (ca?ones y torpedos at¨®micos, etc¨¦tera) como los sistemas de protecci¨®n. Algo que no han olvidado las naves del futuro, empezando por la Enterprise de Star Trek. En la ficci¨®n, la carrera por dotar a los ingenios (?qu¨¦ paradoja!) militares de armamento cada vez m¨¢s sofisticado ha corrido pareja con los avances tecnol¨®gicos reales, adelant¨¢ndose, en algunos casos, o yendo a la estela, en otros. H. G. Wells, en el relato Los acorazados terrestres (1903), esboza la idea del tanque: la m¨¢quina de guerra invulnerable, que aparecer¨ªa poco despu¨¦s en la I Guerra Mundial, aunque sin llegar a prever su potencial b¨¦lico. M¨¢s cr¨ªtico se muestra en el relato La guerra del aire (1908), donde anticipa los efectos devastadores de un bombardeo a¨¦reo. Las armas de rayos, en todas sus variantes, son la fuente de inspiraci¨®n de escritores y guionistas para dise?ar las guerras del futuro y el objetivo perseguido por la investigaci¨®n militar. Uno se pregunta si para garantizar la paz, que parece ser, seg¨²n dicen, la ¨²nica raz¨®n que justifica la existencia de un ej¨¦rcito, ?no resultar¨ªa m¨¢s efectivo, ahora que ya sabemos c¨®mo autodestruirnos unas cuantas veces, desarmar a todos los ej¨¦rcitos del mundo? No habiendo fieras que puedan inquietarnos ni alien¨ªgenas invasores a los que enfrentarnos, ?no ser¨ªa hora ya de eliminar las armas de todo tipo y desmantelar los ej¨¦rcitos? He aqu¨ª la conversaci¨®n entre Bill y un chinger: "- ... en realidad, nadie odia a los chingers. Es simplemente que no hay nadie m¨¢s con quien hacer la guerra, as¨ª que tenemos que hacerla contra vosotros.
-?Por qu¨¦ os gusta tanto al homo sapiens hacer la guerra?
-Supongo que es porque nos gusta. No parece haber otra raz¨®n.
-?Os gusta! A ninguna raza civilizada le pueden gustar las guerras: la muerte, el asesinato, la mutilaci¨®n, las violencias, la tortura y el dolor... ?Vuestra raza no puede ser civilizada!"
Para acabar, no podemos dejar de comentar un conocido cartel propagand¨ªstico. "?Te gustan las olas?", se lee en grandes letras sobre la imagen impresionante de un portaaviones. A nosotros, particularmente, s¨ª. Pero no creemos que desde ese enorme buque sea posible disfrutarlas. Si el objetivo es conseguir que el personal se aliste (voluntariamente), los responsables de la campa?a deber¨¢n buscar alg¨²n lema m¨¢s seductor. ?Bill, s¨¢lvanos de nuestros aliados que de nuestros enemigos ya me guardo yo!
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