S¨®lo el f¨²tbol une el Kurdist¨¢n con Sadam Husein
Los mismos combatientes dispuestos a defender la autonom¨ªa siguen con pasi¨®n los partidos de liga en Bagdad
Casi nunca se ha interrumpido el tr¨¢fico sobre el puente del r¨ªo Bichuk, un afluente del Tigris en el norte de Irak. En la orilla que lleva a Erbil, la capital aut¨®noma kurda, hay un puesto de control de los peshmergas (milicianos) del Partido Democr¨¢tico del Kurdist¨¢n (PDK). En la otra, tropas regulares del Ej¨¦rcito iraqu¨ª registran los veh¨ªculos que se dirigen a Mosul. Nada m¨¢s lejos de un muro de Berl¨ªn o de una l¨ªnea verde de Beirut que esta frontera dentro de un mismo Estado. "S¨®lo quienes est¨¢n vinculados con organizaciones pol¨ªticas o con las milicias de la oposici¨®n tienen prohibido el paso", explica un oficial de seguridad del PDK.
Tres equipos de f¨²tbol kurdos -los de Erbil, Zaho y Dohuk- militan en la Primera Divisi¨®n de la liga iraqu¨ª. Se sit¨²an en el centro de la tabla clasificatoria, que comparten con otros 17 clubes del resto del pa¨ªs, y varios de sus jugadores figuran en la fotograf¨ªa oficial de la selecci¨®n nacional de Irak que publica en su ¨²ltimo n¨²mero el semanario kurdo S¨®lo Deporte. Los mismos combatientes dispuestos a defender con su vida la autonom¨ªa kurda siguen con pasi¨®n los partidos que se juegan en Bagdad, Mosul o Basora.
Precisamente, el equipo juvenil de Dohuk, en el norte del Kurdist¨¢n pr¨®ximo a Turqu¨ªa, descend¨ªa a media ma?ana de ayer de un autob¨²s en el puesto fronterizo de Kalak, en el mismo puente sobre el r¨ªo Bichuk. "Tenemos prisa; vamos a jugar al mediod¨ªa con los juveniles de Erbil, por eso hemos venido por la carretera principal [controlada por el r¨¦gimen de Sadam] en lugar de dar el rodeo por las monta?as del Kurdist¨¢n", explicaba el profesor de instituto Amir Abdelaziz, de 45 a?os. "Me temo que la Liga se va a interrumpir este a?o, al igual que ocurri¨® en 1991", predice con fatalismo el entrenador del equipo, con larga experiencia en el f¨²tbol de base. Una nueva guerra amenaza a otra generaci¨®n de iraqu¨ªes.
Es viernes, d¨ªa santo musulm¨¢n y festivo en todo Irak. Muchos habitantes de Erbil aprovechan para acercase a la l¨ªnea divisoria de la regi¨®n aut¨®noma y comprar gasolina de contrabando, casi tres veces m¨¢s barata que los 20 c¨¦ntimos de euro por litro que se pagan en las gasolineras de la ciudad. Los kurdos, que de hecho controlan un Estado independiente de 76.000 kil¨®metros cuadrados [el tama?o de Castilla-La Mancha], se han empe?ado en mantener la bandera del Estado central, las placas de matr¨ªcula comunes a la Rep¨²blica iraqu¨ª, los mismos documentos de identidad o permisos de conducir que otorga el Gobierno de Bagdad.
En realidad, la principal diferencia entre el Irak kurdo y el Irak de Sadam es el valor del dinar. Adem¨¢s de no llevar la imagen del presidente iraqu¨ª, la moneda del Gobieno regional se cambia a algo m¨¢s de ocho unidades por euro, mientras que son necesarias 2.000 de las que emite el Banco Central de Irak.
Para casi todo lo dem¨¢s, la Administraci¨®n aut¨®noma kurda depende del Gobierno central: la gasolina, la electricidad, la red de regad¨ªo... Por ejemplo, el hospital de Erbil tiene pocos medios para atender algunas enfermedades.
En el puente de la autopista de Mosul, a unos 30 kil¨®metros al oeste de Erbil, Ramazan Al¨ª, de 56 a?os, acompa?a a su hija, de 21, al hospital de Mosul. "No sabemos qu¨¦ le pasa. Pero no puede hablar", susurra Ramazan meneando la cabeza. Viajan en un taxi con tres mujeres aquejadas de diabetes. Otros viajeros -es el caso de Fayruz Sahmsaddin, de 25 a?os y ya enlutada en t¨²nicas negras- visitan a sus familiares, divididos, como Irak, a ambos lados de la l¨ªnea de exclusi¨®n a¨¦rea impuesta por los vencedores de la anterior guerra del Golfo a las fuerzas de Sadam Husein.
En el fondo de su coraz¨®n, los cuatro millones de kurdos del norte de Irak desean la independencia, pero se esmeran en no romper los v¨ªnculos con una Administraci¨®n central controlada por un dictador que no ha dudado en masacrarles con gas mostaza, armas pesadas y bombardeos a¨¦reos. Saben que no tienen sitio en el mundo como Estado soberano. Ni Ir¨¢n, ni Siria, ni mucho menos Turqu¨ªa tolerar¨ªan el nacimiento del pa¨ªs de los kurdos, del embri¨®n de un Gran Kurdist¨¢n con demasiado petr¨®leo y tan pocos amigos.
"Aqu¨ª son muy amables, nunca tengo problemas en este puesto de control; en el otro lado [se?ala con el dedo a los soldados iraqu¨ªes] es mucho peor", se lamenta Fayezi Joma, de 35 a?os. Un pa?uelo blanco anudado con desenvoltura cubre su cabeza. Acaba de cruzar el puente procedente de Mosul, donde vive, y se encamina hacia Erbil para visitar a su padre. A su espalda deja un pa¨ªs controlado por Sadam y sobre el que pesan graves amenazas.
Mientras se aleja hacia el llamado Kurdist¨¢n libre, donde un pueblo en armas parece preparado para lo peor; entre dos aguas, Fayezi reflexiona en voz alta: "S¨®lo Al¨¢ sabe qu¨¦ va a pasar; pero es seguro que si hay guerra, Irak va a quedar destruido".
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