Mariposa
El l¨ªrico aleteo de una mariposa en una pradera de Australia puede provocar un devastador hurac¨¢n sobre el Estado de Florida. Este principio que el meteor¨®logo Edward Lorenz descubri¨® al estudiar el comportamiento de la atm¨®sfera es aplicable tambi¨¦n a la geopol¨ªtica y a las pasiones humanas. La muerte a manos de la polic¨ªa del l¨ªder de una secta religiosa de Sri Lanka hace que la c¨®lera ciega de sus secuaces produzca una gran matanza en una discoteca de Berl¨ªn donde se celebraba una fiesta de fin de a?o. El equilibrio del aire obedece a una mec¨¢nica celeste compuesta de infinitas ecuaciones, que son inimaginables aun por la alta matem¨¢tica. El efecto mariposa consiste en que la vibraci¨®n de sus alas sobre una amapola puede introducir una ¨ªnfima perturbaci¨®n en el sistema de fluidos hasta desencadenar el caos en la otra parte del mundo por una progresiva reacci¨®n en cadena. Una palabra es lo m¨¢s parecido a una mariposa. Depende en qu¨¦ comunicado se pose y qu¨¦ interpretaci¨®n obtenga de los pol¨ªticos para que de ella se derive tambi¨¦n una cat¨¢strofe planetaria. ?ste es un momento aciago para la humanidad. Miles de soldados norteamericanos alrededor de sus propios misiles, aviones y acorazados esperan en el golfo P¨¦rsico la orden de Washington para instaurar un infierno sobre Bagdad cuyas consecuencias terror¨ªficas nadie podr¨ªa hoy ni siquiera predecir. Una sola palabra, como una mariposa, puede ser la clave de esa hecatombe. Ahora sobrevuela el informe de los inspectores del desarme en Irak y aletea tambi¨¦n en torno a la resoluci¨®n que la Administraci¨®n Bush va a presentar para su forzada aprobaci¨®n en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esa palabra ser¨¢ deliberadamente ambigua; tal vez esa mariposa se posar¨¢ en el comunicado oficial antes o despu¨¦s de una coma, de forma que su significado impreciso haga posible que los halcones y las palomas, salvando su mala conciencia, se den finalmente el pico y comiencen los bombarderos a desembarazar sus tripas sobre un pueblo inocente. No es m¨¢s que una palabra, pero esa mariposa tambi¨¦n pudo haberse convertido en una gota de plomo ardiente que un d¨ªa se desliz¨® desde el papel por debajo de la mesa hasta caer en los genitales tejanos del presidente George Bush y all¨ª removi¨® todas sus frustraciones de adolescente tarambana. He aqu¨ª el efecto mariposa: una desgracia planetaria tambi¨¦n podr¨ªa sobrevenirnos simplemente porque Bush, Aznar, Blair y el tirano Sadam no son en el fondo m¨¢s que unos idiotas.
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