La escandalosa subasta y dispersi¨®n de las colecciones de Andr¨¦ Breton
El autor denuncia el desinter¨¦s del Gobierno franc¨¦s por el legado de una figura clave de la vanguardia art¨ªstica del siglo XX
Negociantes e inconscientes podr¨¢n repartirse, y ni siquiera en flagrante delito, la herencia de Andr¨¦ Breton. ?Tomad y comed, ¨¦ste es su cuerpo!, sin su rev¨®lver de cabellera blanca. Del primero al 18 de abril todo ser¨¢ subastado en el H?tel Drouot de Par¨ªs, capital del dolor. "?Que no quiero que quede nada!", gritar¨¢ guas¨®n, siguiendo la tradici¨®n, el furriel del derrame y la dispersi¨®n. El valor de la colecci¨®n se estima en m¨¢s de 30 millones de euros. Todo ser¨¢ liquidado con las costas a escote: libros de bibliofilia, cartas, litograf¨ªas, grabados, cuadros y otros objetos surrealistas. El conjunto ser¨¢ descuartizado y esparcido para que pueda llegar al mejor postor all¨¢ donde Cristo dio las tres voces, o donde el diablo canta y encanta al pie del oro rociado de excrementos. En 1917, Andr¨¦ Breton escribi¨® Introducci¨®n al discurso sobre la poca realidad.
Breton vivi¨® durante cerca de medio siglo en un modesto pisito de dos habitaciones (small apartment, seg¨²n The New York Times): 42, Rue Fontaine. En ¨¦l nos recib¨ªa con el vaso de ron blanco del rito y de la embrujadora de serpientes. En este retiro de monje habit¨® desde 1922, dos a?os antes de escribir el primer Manifiesto del surrealismo, hasta su muerte en 1966 a los setenta a?os. Que no se haya conseguido crear una fundaci¨®n o un museo con todo lo que el poeta cosech¨® con la cl¨¦ des champs es un ultraje para la cultura y para el sentido com¨²n. En 1926, Andr¨¦ Breton escribi¨® Leg¨ªtima defensa.
Diariamente, durante tres a?os, asist¨ª a la reuni¨®n, presidida por Andr¨¦ Breton, en El Paseo de Venus. All¨ª se redactaron o reeditaron algunos pasquines con tino y trino como El surrealismo est¨¢ al alcance de todos los inconscientes. No hubi¨¦ramos podido imaginar que aquel aviso, tomado como esquela para pedestres del mercado, iba a ser tan premonitorio. En 1919, Andr¨¦ Breton escribi¨® Monte de Piedad.
Breton, en Nueva York, conoci¨® a su ¨²ltima mujer visible con la l¨¢mina de Arcano 17 en la mano, la chilena Elisa. Pero... ?no es una inglesa? Hasta su muerte, hace dos a?os, esta viuda del silencio, del talento y de la elegancia luch¨® por conservar el tesoro y el castillo de estrellas. Durante m¨¢s de un cuarto de siglo recibi¨® juramentos en falso de gobiernos perjuros. Unos le prometieron crear una Fundaci¨®n del Surrealismo; algunos, un Museo Andr¨¦ Breton, y otros, como Pilatos cosmopolitas, la Mansi¨®n Internacional de la Poes¨ªa. Tambi¨¦n hubo proyectos estraperlistas de entrada y otros que sal¨ªan con ramos de comedi¨®n. Algunos ofrecimientos hubieran parecido insultantes si no hubieran sido presididos por la ignorancia de los taladradores con chinchetas. En 1924, Andr¨¦ Breton escribi¨® Los pasos perdidos.
La desidia de los mandos ha podido con Aube, la hija de Andr¨¦ Breton (y de Jacqueline), y con Oona, la nieta del poeta. Atravesadas por los siete pu?ales de la Dolorosa, se han resignado a la subasta. Durante 37 a?os, ellas, solas o en colaboraci¨®n con Elisa cuando a¨²n estaba en vida, trataron de encontrar una soluci¨®n con las sucesivas camarillas de pillas y pillos (algunos colaboradores en medios m¨¢s o menos amarillos). A menudo se toparon con estrategias encontradas de ajedrez, como reinas promocionadas en peones. "El que ha participado en estas discusiones con funcionarios todopoderosos de la macroignorancia conoce lo que es la humillaci¨®n". Uno de ellos inst¨®: "Tenemos que llegar a un compromiso antes de las pr¨®ximas elecciones, el anuncio de nuestro acuerdo conducir¨¢ a la V de la Victoria; luego ser¨ªa demasiado tarde". De 1930 a 1933, Andr¨¦ Breton dirigi¨® la revista El Surrealismo al Servicio de la Revoluci¨®n; despu¨¦s se hizo cargo, con los Trascendentes S¨¢trapas del Colegio de Pataf¨ªsica Marcel Duchamp y Max Ernst, de VVV.
Otro funcionario, el ¨²ltimo director del Museo del Prado del siglo XIX, se quej¨® de no poder deshacerse de los cuadros de El Greco: "Esas absurdas caricaturas". Lienzos que nunca expuso en su pinacoteca. Con sus polvos de pica-pica cultural, los rebaj¨® a "venecianos". Tambi¨¦n se quej¨® porque tanta obra "congestionaba y obstru¨ªa" hasta los picapostes de las bodegas de su museo. Mientras que Francisco Mateos Gago, el m¨¢s eminente cr¨ªtico de la ¨¦poca, dictamin¨®, ¨¦pico: "No tenemos nada que hacer con tales extravagancias". En 1937, Andr¨¦ Breton escribi¨® Del humor negro.
Se ha redactado un manifiesto para intentar salvar los manifiestos y todo aquello con lo que Andr¨¦ Breton manifestaba su visi¨®n de la vida al rayar el alba. Ya lo han firmado m¨¢s de un millar de artistas, bibliotecarios y escritores. ?Tantas cintas uncidas y citas fallidas, tantos embustes cre¨ªbles y propuestas incre¨ªbles! Incapaces de convencer a los gobiernos, la plana mayor de los intelectuales, y entre otros Michel Butor, Jacques Derrida y Fran?ois Bon, ha escrito: "Duerman en paz, gentes de bien. El Gobierno de Francia no tiene las perras necesarias para hacer un Museo Breton. Nada a?adiremos a nuestro asco, nuestra indignaci¨®n y nuestra profunda pena". En 1931, Andr¨¦ Breton escribi¨® Uni¨®n libre.
Los artistas americanos tambi¨¦n se han unido y movilizado, como me cuenta y detalla el gran poeta americano Benjamin Ivry, contra esta "idea repugnante". Firman la petici¨®n otros amigos como Lawrence Ferlinghetti, Milwaukee o Bogartte. Piden que se construyan vasos comunicantes: un antimuseo together and only together (variante de "el-pueblo-unido-jam¨¢s..."). Otros "exigen" que se alce "un espacio permanente de poes¨ªa". En 1921, Andr¨¦ Breton escribi¨® Campos magn¨¦ticos.
La palabra surrealista para los mandamases y matamusas en sus asambleas vale por rareza de corral. Mandos "potemkines" que han asentado la geograf¨ªa de museos y fundaciones a la gloria de todos los que se sometieron y militaron en las empresas m¨¢s terror¨ªficas del siglo XX y de sus titanes. Durante toda su vida, Breton conserv¨® su hogar de energ¨ªa: claro de tierra que ser¨¢ vendido y repartido en mil pedazos. Exactamente en 4.100 lotes. Se pujar¨¢ por cada uno de ellos como si se tratara del canes¨² de la "traviata" modelo, o del taparrabos del futbolero de pelotas. En 1943, Andr¨¦ Breton escribi¨® En pleno margen.
Tres Esperanzas, tres Nadjas (Nadejdas) iluminaron las vidas de Lenin, Stalin y Andr¨¦ Breton: Kroupskaia, Alliluieva y la parisiense. Doce a?os despu¨¦s de que Breton publicara su primer poema en La Falange (que nada ten¨ªa que ver con la del Primo), la musa se les apareci¨® a los surrealistas. Aquella inmaculada concepci¨®n les ense?¨® lo que es fundamental aprender y nadie ense?a: las relaciones de la poes¨ªa con la vida, el azar: el amor loco. Todos los recuerdos, apuntes y fotos de las visiones, uno a uno, ser¨¢n vendidos al mejor postor. En 1925, Andr¨¦ Breton escribi¨® Nadja.
Los manuscritos son un lucrativo comercio para comerciantes del lucro. Especialmente los que etiquetan con el reclamo de "surrealistas". A menudo recibo mensajes como el de Serg¨¦i Martin: "El 15 de noviembre, en la sala de subastas n¨²mero 12 del H?tel Drouot de Par¨ªs, fue vendida por el Estudio del Baron Ribeyre (actuando como experta Maryse Castaign) una carta manuscrita (de cinco l¨ªneas) de usted dirigida a Dal¨ª por 1.200 euros. ?Qu¨¦ comisi¨®n se llev¨®?". Los escritores ignoramos las compraventas a nuestras espaldas. Inconscientes, las fomentamos con nuestra pasi¨®n por la correspondencia aut¨®grafa del primor. A menudo realzamos las cartas con colores o dibujos. Pero paralelamente he visto alhajas caligr¨¢ficas de alguno de mis contempor¨¢neos taladradas con chinchetas, o pegadas con una cruz de celo a una pared antes de que la joyita cayera descolorida y en pedazos en la papelera. A partir de 1961, Andr¨¦ Breton dirigi¨® la revista La Brecha.
Para pagar al Estado carnicero el impuesto de herencia que reclamaba el ministerio de la voracidad, los herederos concibieron una lecci¨®n... ?para irrecuperables? Decidieron cortar una pared del estudio de Breton para saldar la cuenta fiscal. El funcionario del Estado, sin enojo, acept¨® el tajo. La leyenda de "Pecorone de Ser Giovanni" cuenta c¨®mo otro acreedor se cobr¨® su deuda en tiempos de barbaries: cort¨¢ndole al deudor una libra de su cuerpo.
En 1932, Andr¨¦ Breton escribi¨® Miseria de la poes¨ªa.
Fernando Arrabal es dramaturgo.
Babelia
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