Irak como pretexto
Durante 12 largos y pacientes a?os, la comunidad internacional, a trav¨¦s de las Naciones Unidas, ha venido practicando un bienintencionado y frustrante ejercicio de contenci¨®n frente a Irak. Con resultados inciertos. Los pocos obtenidos han sido siempre consecuencia de la amenaza a recurrir al uso de la fuerza y nunca llegaron a satisfacer las demandas de un desarme completo, total y verificable. A lo largo del tiempo transcurrido desde la guerra del Golfo, y a pesar de las lecciones que la acci¨®n b¨¦lica pod¨ªa haber inspirado sobre el r¨¦gimen iraqu¨ª, Bagdad no ha dejado de insistir en su mani¨¢tica prosecuci¨®n del rearme. Y la comunidad internacional, en sus esfuerzos para impedirlo. Ampar¨¢ndose en las vacilaciones de unos y en las complicidades de otros, Irak ha mantenido el rumbo conocido: aspirar a la supremac¨ªa regional sobre un esquema de dominaci¨®n y chantaje.
Espa?a tiene una larga y positiva relaci¨®n defensiva y de seguridad con EE UU
Ninguna de esas preocupaciones era desconocida antes de los ataques terroristas contra los Estados Unidos el 11 de septiembre del a?o 2001. Todas ellas se acentuaron al contemplar las posibilidades de entendimiento, colusi¨®n o colaboraci¨®n entre los planificadores de la barbarie y las armas no convencionales acumuladas, o no destruidas, por los iraqu¨ªes. Se podr¨¢ especular hasta el infinito si Al Qaeda e Irak tienen o no relaciones operativas. Que muchos de sus fines y objetivos son compartidos parece hoy fuera de duda. La posibilidad de que armas qu¨ªmicas, biol¨®gicas o nucleares procedentes de Irak puedan llegar a manos de terroristas de diverso origen, y entre ellos a los que se confiesan islamistas, no es descartable, y su probabilidad, m¨¢s all¨¢ de los c¨®modos escapismos de buena parte de las opiniones p¨²blicas europeas, es hoy, visto lo visto, m¨¢s alta que nunca.
Fueron esas consideraciones las que llevaron al Consejo de Seguridad a adoptar por unanimidad la Resoluci¨®n 1.441 el pasado mes de noviembre. Al d¨ªa de hoy, cuatro meses despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la 1.441, la certeza de que Irak no ha cumplido con sus mandatos, y que s¨®lo lo ha hecho parcialmente y a rega?adientes en la medida en que se han agudizado las amenazas de utilizar la fuerza, es incontestable.
La Resoluci¨®n 1.441 es un texto capaz de conseguir por medios pac¨ªficos el desarme de Irak si todos sus firmantes, y de nuevo con especial referencia a los miembros permanentes del Consejo, mantienen de forma incons¨²til su prop¨®sito, y lo hacen cre¨ªble con la amenaza de la fuerza. No hace falta explicar que el factor de amenaza ha sido hecho posible por el despliegue militar de las tropas norteamericanas en la regi¨®n del golfo P¨¦rsico. Dicho de otra manera, la Resoluci¨®n 1.441 est¨¢ pensada para la paz y no para la guerra. Aunque su propia l¨®gica anuncie una aparente paradoja: s¨®lo en la firme voluntad de hacer cre¨ªble el uso de la fuerza se encuentra la posible salida pac¨ªfica al conflicto. Y, por el contrario, cuanto menos firme sea esa voluntad, m¨¢s probabilidades existen para que el conflicto se desencadene.
Como en tantas ocasiones anteriores, el peor de los pron¨®sticos se ha cumplido. La unidad que hizo posible la 1.441 se ha resquebrajado sonoramente. Diversos han sido los pretextos o las razones para aliviar la presi¨®n sobre el r¨¦gimen iraqu¨ª y tantos otros los motivos de ¨¦ste para estimar que, en la reproducida desuni¨®n, cab¨ªa el espacio para el juego, el regate, la trampa y, en definitiva, el incumplimiento. Una vez m¨¢s, doce a?os despu¨¦s.
La ruptura del sistema descrito por la 1.441 pudiera bien encarnar la crisis del sistema internacional elaborado tras la Segunda Guerra Mundial. Llegar¨¢ un momento, con o sin conflicto, en que la crisis de Irak sea un recuerdo en la evoluci¨®n de las relaciones internacionales. Pero, m¨¢s all¨¢ de la concreta peripecia iraqu¨ª, quedar¨¢n otras referencias de m¨¢s dif¨ªcil olvido: el ins¨®lito bloqueo de las decisiones tomadas en el seno de la OTAN, organizaci¨®n inspirada por la solidaridad y el consenso y en donde el disidente hasta ahora se limitaba a registrar su desacuerdo en una nota a pie de p¨¢gina; la tensi¨®n destructiva a que ha sido sometida la incipiente Pol¨ªtica Europea de Seguridad y Defensa, hoy refugiada en la precariedad de la incubadora, y las no menos tirantes presiones ejercidas en el seno del Consejo de Seguridad precisamente por aquellos que m¨¢s dicen confiar en su capacidad resolutiva. Frente a los que mantuvieron y mantienen que Irak constituye un riesgo para la paz y la seguridad internacionales, han tomado posici¨®n otros para los que Irak es s¨®lo un pretexto. No hace falta a?adir que en el tumulto quedan otras bajas: el futuro de las relaciones transatl¨¢nticas, por ejemplo, el entendimiento cooperativo y fruct¨ªfero de las relaciones entre Europa y los Estados Unidos.
La posici¨®n de principio que el Gobierno de Espa?a en esta crisis, con todos los evidentes costes y desgastes que la ocasi¨®n depara, es comprensible en el marco de nuestros derechos y obligaciones en el terreno internacional y consecuente con la imagen y con la realidad de nuestro pa¨ªs tras la recuperaci¨®n de la democracia. La conducta del Gobierno de Aznar con respecto a Irak es coherente con las que los gobiernos democr¨¢ticos espa?oles adoptaron en momentos cr¨ªticos con respecto a temas propios o ajenos de seguridad y defensa: la entrada de Espa?a en la OTAN, la participaci¨®n en la guerra del Golfo, la presencia en Bosnia y en Kosovo, tanto con los efectivos de la ONU como con las tropas de la OTAN, el env¨ªo de un contingente armado a Albania, la colaboraci¨®n en Afganist¨¢n, tanto en el conjunto de ISAF como en el de la Operaci¨®n Libertad Duradera...
Espa?a, por otra parte, y en una circunstancia que las emociones y las demagogias hacen doblemente complicada, ha debido realizar un esfuerzo m¨¢ximo al servicio de sus objetivos nacionales.
El primero, colaborar para que el sistema internacional de legitimizaci¨®n, tal como est¨¢ encarnado en la Carta de las Naciones Unidas, sea respetado y reforzado. Por ello ha entendido su papel como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en su exigente dimensi¨®n y correspondiente riesgo. Espa?a no est¨¢ de perfil en el Consejo de Seguridad. Por el contrario, entiende que debe participar en el mismo como miembro activo y comprometido con las necesidades de la paz y de la seguridad en el mundo.
En segundo lugar, Espa?a, pa¨ªs europeo, orgulloso y activo miembro de la Uni¨®n Europea, no entiende que la pertenencia geogr¨¢fica, pol¨ªtica y econ¨®mica al Viejo Continente deba hacerse a costa de las relaciones entre europeos y americanos, bien en el marco de la OTAN, bien en el contexto general del marco transatl¨¢ntico. Esas relaciones han tenido un car¨¢cter privilegiado desde el final de la Segunda Guerra Mundial y fruct¨ªfero para ambos lados y, sea cual sea la modulaci¨®n de su futuro, el Gobierno de Espa?a entiende, y hace bien en hacerlo, y con ¨¦l concurren otros muchos gobiernos europeos de la Vieja y de la Nueva Europa, que su mantenimiento y su profundizaci¨®n son convenientes e incluso necesarios para el beneficio mutuo y para la estabilidad internacional.
Espa?a, finalmente, tiene una larga y positiva relaci¨®n defensiva y de seguridad con los Estados Unidos de Am¨¦rica y est¨¢ desarrollando otra multiplicidad de positivas relaciones con el pa¨ªs m¨¢s poderoso de la Tierra, en el terreno econ¨®mico, cutural, pol¨ªtico o tecnol¨®gico. Esa relaci¨®n no es circunstancial ni debe quedar sometida a los vaivenes de la coyuntura. Esa relaci¨®n no es incompatible con la Uni¨®n Europea.
El domingo 20 de diciembre de 1998, y con motivo del ataque angloamericano a Irak, escrib¨ªa yo en estas mismas p¨¢ginas: "En la historia de Irak convendr¨ªa siempre comenzar por el lugar exacto de las responsabilidades, antes de plantearse la dimensi¨®n de la mesura en la respuesta... Irak... ha venido desoyendo sistem¨¢ticamente las exigencias del Consejo de Seguridad". Salvo alguna referencia de estricto alcance pol¨ªtico temporal, podr¨ªa haber escrito ese art¨ªculo ahora. Comenzaba y acababa de esta manera: "... en la duda, siempre con los amigos y aliados..., faltar¨ªa m¨¢s. Aun en la duda. Sobre todo en la duda, ?cu¨¢ndo si no?". Pues eso.
Javier Rup¨¦rez es embajador de Espa?a en Washington.
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