Cuando la ¨®pera se hace con inteligencia
Desde el punto de vista de la ¨®pera como espect¨¢culo total, Die Walk¨¹re (La Valquiria, La Walkyria, seg¨²n los criterios de traducci¨®n que se usen) marca un hito simb¨®lico en la definici¨®n de las se?as de identidad del Real. Las razones son varias: se cuenta con un reparto vocal de primera l¨ªnea dentro de las posibilidades del momento actual; se saca adelante musicalmente con solvencia con la propia orquesta del teatro, y se apuesta por un trabajo esc¨¦nico tan alejado de los convencionalismos elementales como lleno de ideas y sugerencias. El Real ha alcanzado su velocidad de crucero.
Contar en Die Walk¨¹re con esa pareja feliz que forman Pl¨¢cido Domingo y Waltraud Meier es un lujo. El tenor compareci¨® con la voz descansada, despu¨¦s de un par de meses ausente a causa de una bronquitis aguda. Aunque no est¨¦ ya en su momento m¨¢s esplendoroso (los a?os no pasan en balde), mantiene Domingo ese registro central prodigioso, esa capacidad de frasear con suavidad y calidez y, especialmente, esa sabidur¨ªa adquirida con el paso del tiempo que se traduce en una musicalidad arrebatadora. Estuvo muy bien Domingo como Siegmund y, mejor todav¨ªa, la irresistible Waltraud Meier, una Sieglinde de antolog¨ªa, capaz de estremecer, de emocionar, de deslumbrar. Magn¨ªfica cantante, extraordinaria actriz, Meier vive en la plenitud de su carrera art¨ªstica.
Die Walk¨¹re
De Richard Wagner. Con Pl¨¢cido Domingo, Waltraud Meier, Alan Titus, Luana DeVol, Philip Ens, Lioba Braun. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director musical: Peter Schneider. Direcci¨®n de escena: Willy Decker, realizada por Martin Gregor L¨¹tje. Escenograf¨ªa: Wolfgang Gussmann. Coproducci¨®n con la ?pera de Dresde. Teatro Real. Madrid, 5 de marzo.
Un factor clave de este espect¨¢culo es el trabajo de Willy Decker (realizado en Madrid por Martin Gregor) y su equipo en la concepci¨®n esc¨¦nica (especialmente en los dos ¨²ltimos actos). La lectura del director alem¨¢n huye de las transitadas v¨ªas desmitificadoras a lo Chereau, de interpretaciones pol¨ªticas, de versiones high-tech o con aire de c¨®mic, y se concentra en una reflexi¨®n pl¨¢stica, conceptual, metaf¨®rica y hasta filos¨®fica, en que la faceta teatral de los cantantes es determinante. Los latidos humanos se perciben a cada instante. El dominio geom¨¦trico y volum¨¦trico de los espacios lo vuelca Decker en la creaci¨®n de im¨¢genes despojadas e inquietantes, con un profundo respeto a la simbolog¨ªa wagneriana, pero asimismo con un gui?o de complicidad hacia el espectador, al que devuelve como en un espejo su presencia en cierto modo protagonista, convirtiendo un patio de butacas vac¨ªas en el centro metaf¨®rico de la acci¨®n. Es una puesta en escena con signos ling¨¹¨ªsticos reconocibles, deslumbrante desde la inteligencia y enfocada hacia un reconocimiento del drama wagneriano en su consideraci¨®n atemporal. El p¨²blico lo recibi¨®, no obstante, con fuertes protestas en amplios sectores.
Peter Schneider hizo un trabajo serio con la Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, especialmente en los momentos m¨¢s reposados. Los m¨²sicos consiguieron una prestaci¨®n notable. El reparto vocal acert¨® de pleno en la construcci¨®n sicol¨®gica y dram¨¢tica de los personajes. Alan Titus compens¨® con su intensidad expresiva permanente algunos baches de fuerza vocal en la ¨²ltima escena. Luana DeVol tuvo empuje y car¨¢cter en el papel que da t¨ªtulo a la obra y, a su vez, Lioba Braun hizo una interpretaci¨®n muy adecuada de Fricka. M¨¢s discreto se manifest¨® Philip Ens como Hunding.
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