Armon¨ªa del mundo
En la vasta tradici¨®n del cuento norteamericano hay sitio para todo el mundo. No hacen falta apretujones ni codazos para abrirse camino en ella, y con los a?os, por encima o por debajo de las modas, se forjan aut¨¦nticas vocaciones narrativas, voces consolidadas y cargadas de paciencia. Es el caso de Charles Baxter, autor de tres novelas desiguales y cuatro libros de relatos preciosos, entre los cuales este Viaje de invierno que traduce ahora RBA. Su obra breve, aplaudida por la cr¨ªtica y antologada un sinf¨ªn de veces, comparte uno de los ramales de dicha tradici¨®n del cuento con Katherine Anne Porter, Alice Munro, Grace Paley o, m¨¢s recientemente, Lorrie Moore y Tony Earley, por citar s¨®lo algunos nombres. Es la rama que apuesta por las vidas peque?as; por la descripci¨®n detallada de los trasiegos cotidianos; por ese humor que a menudo ayuda a tolerar la rutina; por un estilo, en fin, delicado y hasta cierto punto tradicional, pero en modo alguno esteticista.
VIAJE DE INVIERNO
Charles Baxter
Traducci¨®n de Jaime Zulaika
RBA. Barcelona, 2003
254 p¨¢ginas. 16 euros
La mayor¨ªa de relatos que componen Viaje de invierno son historias de parejas. Baxter suele partir de un conflicto en la vida en com¨²n para llevar a sus personajes a situaciones insospechadas, que unas veces les aproximan a lo grotesco y otras les sumen en una frustraci¨®n dif¨ªcil de explicar. Apenas hay epifan¨ªas en estas historias, apenas revelaciones al final del cuento. En Alegr¨ªa inesperada, un matrimonio que ha perdido a su hija de tres a?os va de vacaciones al sur para desatascar un dolor que se halla en punto muerto: "Hicieron el amor para matar el tiempo, con desapego, mientras en el televisor encendido echaban una pel¨ªcula de Lana Turner", cuenta el narrador. En Saul y Patsy empiezan a sentirse a gusto en Michigan, relato de esta pareja que se sigue en cada uno de los libros de Baxter, asistimos a la nueva vida de ambos despu¨¦s de una mudanza, y en sus conversas detectamos una pena latente y su esfuerzo por disimularla.
Todos los cuentos parecen
transcurrir en la misma ciudad literaria -un territorio que resultar¨¢ familiar a los lectores de El fest¨ªn del amor, la novela de Baxter tambi¨¦n traducida por RBA-, y a todos les enlaza una gran armon¨ªa. El autor sabe tratar a sus personajes con sensibilidad y una envidiable ternura. Magistral es, por ejemplo, el ni?o protagonista de El locutor, cuyos comentarios sobre la vida imitan el trabajo de su padre: "Bueno, amigos, hoy he jugado con mis trenes. Mami me ha llevado a una tienda a comprar una gorra". O la maestra de Grifo, capaz de aceptar los errores de sus alumnos porque as¨ª la vida "es m¨¢s interesante".
Tal como comentaba en su libro de ensayos Burning down the House, para dar aliento a sus historias Baxter se encomienda a la imaginaci¨®n. En este sentido, se puede leer Atardecer de domingo en el r¨ªo Hur¨®n, el magn¨ªfico relato que cierra el libro, como un homenaje al placer de contar historias, al arte de sacar partido de los detalles m¨¢s insulsos. El narrador de ese relato pasea la vista por un prado, un domingo en la tarde, y va contando lo que ve. Entonces dice: "Mientras me adormezco, pienso en toda la gente que hay aqu¨ª, en el hermoso movimiento de los domingueros, y por un instante pienso incluirlos en alg¨²n cuento. Pero es imposible. No hay relato aqu¨ª". Hace una breve pausa y sigue contando m¨¢s.
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