Josep Llu¨ªs Blasco, fil¨®sofo
?Cu¨¢nto debe haber luchado la muerte para arrebatarnos finalmente a Josep Llu¨ªs Blasco! Su gran vitalidad, su ins¨®lita capacidad de resistencia ante la enfermedad y la adversidad, el entusiasmo y la entrega con que afrontaba sus tareas y deberes, a?o tras a?o, d¨¦cada tras d¨¦cada, parec¨ªan mantenerle siempre lejos de esa frontera que nadie deja, tarde o temprano, de cruzar.
Del otro lado ya de ella, la figura de Josep Llu¨ªs Blasco adquiere su definitivo perfil: el de un luchador por las libertades y los derechos de su pueblo, el de un organizador infatigable de la cultura, el de un profesor entregado a la formaci¨®n de varias generaciones de disc¨ªpulos, el de un acad¨¦mico ejemplar. Y, sobre todo, el de uno de los fil¨®sofos m¨¢s relevantes del Estado espa?ol. Y relevante por muy diversas razones.
Josep Llu¨ªs Blasco ha sido, en efecto, uno de los introductores centrales de corrientes filos¨®ficas que a finales de los sesenta del pasado siglo, cuando su nombre comenz¨® a sonar con fuerza en la Facultad de Letras de aquella Valencia hoy tan remota, eran pr¨¢cticamente desconocidas en Espa?a.
Su primer gran libro, Lenguaje, filosof¨ªa y conocimiento (1973), en el que Blasco ofrec¨ªa una visi¨®n de conjunto de las teor¨ªas sem¨¢nticas que fundamentan el an¨¢lisis filos¨®fico-ling¨¹¨ªstico, convirti¨® enseguida a Wittgenstein y sus disc¨ªpulos en un foco de inter¨¦s acad¨¦mico de primer orden.
La fundaci¨®n de la revista Teorema, en la que Blasco tuvo un papel protagonista, procur¨® un cauce institucional pluralista y antidogm¨¢tico a ese complejo haz de corrientes que recubre el r¨®tulo de "an¨¢lisis filos¨®fico", aunque no s¨®lo a ellas.
Con Significado y experiencia (1984), Blasco ofreci¨® un singular e instructivo ajuste de cuentas con el positivismo l¨®gico.
En el a?o 1997 public¨®, junto con su disc¨ªpulo Tobies Grimaltos, una Teoria del coneiximent ejemplarmente representativa tanto del alto nivel t¨¦cnico alcanzado -gracias, entre otros, a ¨¦l- por esta disciplina en nuestro medio como de la constante preocupaci¨®n de Blasco por depurar y enriquecer el l¨¦xico filos¨®fico valenciano-catal¨¢n.
Y en los intersticios de tanta actividad, numerosos art¨ªculos, cursos, seminarios, conferencias, ingreso en 1999 en la Societat d'Estudis Catalans, presidencia de la muy activa Sociedad Valenciana de Filosof¨ªa, participaciones de todo tipo en la vida cultural de su entorno y siempre en favor de la raz¨®n y su irrenunciable libertad.
A¨²n tuvo fuerzas para ser el motor del congreso en el que hace unos meses tom¨® cuerpo institucional en Valencia la Sociedad Acad¨¦mica de Filosof¨ªa, de ¨¢mbito estatal.
Blasco deja muchos y muy destacados disc¨ªpulos. Como deja tambi¨¦n muchos amigos. Pero deja, sobre todo, el impagable ejemplo de una voluntad de vida, de obra y de presencia en la que ninguno de sus compa?eros de generaci¨®n pudimos ni de lejos igualarle.
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