?Guerra preventiva o invasi¨®n?
El problema de Irak merece una reflexi¨®n serena, por encima de los enfrentamientos pol¨ªticos.
Como ped¨ªa Ortega y Gasset: de lo que se trata es de ir a la ra¨ªz de las cosas. No quedarse en la superficie del asunto, sino percatarse de que son varias las cuestiones de fondo que hay en ¨¦l.
Por un lado, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quiere hacerse el representante de la salvaci¨®n mundial, y luchar contra "el eje del mal", como si hubiera en el mundo un demonio que anda suelto por ah¨ª y del cual ¨¦l quiere librarnos. Al menos eso es lo que dice para la galer¨ªa, creyendo que todos somos tontos y no vamos a profundizar en esas ra¨ªces del mal, que ¨¦l centra en Sadam Husein. Cosa extra?a, porque los Estados Unidos fueron los que lo dejaron libre cuando lo ten¨ªan casi vencido en la guerra del Golfo. Pero s¨®lo les interesaba recuperar los pozos kuwait¨ªes, y el mal que ahora creen descubrir lo han fomentado directa o indirectamente ellos, porque le han dejado durante 12 a?os libre, y vendi¨¦ndole adem¨¢s armas destructivas, que ahora quieren recuperar, como si no fueran los culpables de que las tenga. Y otros pa¨ªses occidentales le han mimado durante estos largos a?os para sacar contratos ventajosos a favor de sus pa¨ªses. Algo parecido a lo que hicieron los norteamericanos con los talibanes en Afganist¨¢n para ir en contra del mundo sovi¨¦tico, dej¨¢ndoles hacer a aqu¨¦llos toda suerte de crueldades e injusticias con las armas que les proporcionaron.
Pero la guerra que quieren empezar ahora no va a resolver el problema del terrorismo, que es la raz¨®n que esgrime Bush contra Sadam. La soluci¨®n no est¨¢ en desencadenar la guerra, porque hoy -sea lo que sea Sadam- una guerra, una lucha cruenta, con las sofisticadas y poderosas armas que se tienen, produce m¨¢s males que bienes en la poblaci¨®n inocente; ya que en una guerra de ¨¦stas se ha calculado que el 90% de las v¨ªctimas pertenecen a la poblaci¨®n civil, que es la que sufre las peores consecuencias de la misma, en vez de salvarla.
Antiguamente se dec¨ªa que para justificar una guerra ten¨ªa que haber proporcionalidad entre los males y bienes que produce, y el papa Juan XXIII bien claro vio que con las armas tan destructivas que hoy se tienen "es irracional pensar que la guerra sea un medio apto para restablecer los derechos violados". ?sa es la aut¨¦ntica realidad, y son otros los caminos para hacerlo, como muchos comentamos.
Por otro lado, en el mundo moderno se ha llegado a la conclusi¨®n de que, como dijo el gran fautor de ella, Inmanuel Kant, y sea como sea lo que se haga, "en toda sociedad el consentimiento de los ciudadanos es requerido para hacer la guerra". Y esto no se da tampoco en este caso, pues la mayor¨ªa de los pa¨ªses, y en particular los pueblos de Occidente, est¨¢n mayoritariamente en contra de hacer la guerra, porque no quieren apoyar al presidente de Estados Unidos en la in¨²til locura en que quiere embarcarnos. Se mire por donde se mire, ni la guerra es la soluci¨®n ni queremos guerra.
Por otro lado, padecemos otro error: creer que todos los isl¨¢micos son violentos e intolerantes fundamentalistas, y por tanto, un peligro para Occidente. En el Cor¨¢n, Mahoma les ense?¨® que "detr¨¢s de otros Profetas enviamos a Jes¨²s, hijo de Mar¨ªa... y le concedimos el Evangelio, que encierra direcci¨®n y luz... y adem¨¢s es gu¨ªa y exhortaci¨®n para los que temen a Dios" (5, 59, 50). Y su tolerancia llega hasta sus mayores enemigos religiosos, los polite¨ªstas, para los que pide "asilo" (9, 6).Y la famosa yihad queda hoy claro que para Mahoma no es la guerra santa, sino el esfuerzo para ser justos socialmente con todos y practicarlo, como entienden a una dos expertos, el profesor Vernet, de la Universidad de Barcelona, y Mohamed Aziz Lahbabi, de la Universidad de Rabat.
Y adem¨¢s, "los que est¨¢n pr¨®ximos a los creyentes son los que dicen somos cristianos" (5, 85). Nada de enfrentamiento con ellos.
Y los ejemplos abundan.
El Papa visit¨® en mayo del 2002 un pa¨ªs isl¨¢mico, Azerbaiy¨¢n, que tiene 8 millones de musulmanes y s¨®lo 120 cat¨®licos. Y les dijo que este pa¨ªs "tiene la tolerancia como uno de sus valores principales", y "cuando la furia del ate¨ªsmo sovi¨¦tico se desat¨®, ustedes en esta regi¨®n dieron la bienvenida a los hijos de la Iglesia cat¨®lica que perdieron sus lugares de culto y sus pastores". Y como conclusi¨®n, ante este ejemplo de tolerancia musulmana, dijo Juan Pablo II que "deben rechazarse el fundamentalismo y toda suerte de imperialismo".
Y el cardenal Ratzinger, hablando de estos pa¨ªses, no tuvo m¨¢s remedio que confesar en el a?o 2001, en el Figaro Magazine, que "hay pa¨ªses de mayor¨ªa isl¨¢mica muy tolerantes".
Eso mismo confes¨® tambi¨¦n el pr¨ªncipe El Hasan Bin Talal, que fue heredero de Jordania en 1995, y lo dijo en su libro Christianity in the Arab World. Y se?al¨®: "Las comunidades cristianas siguen floreciendo en Egipto, Irak, Jordania, L¨ªbano y Siria". Y daba datos ilustrativos: "La poblaci¨®n cristiana estimada es del 12,5% en Egipto, entre cristianos coptos ortodoxos y coptos cat¨®licos; 40% de cristianos en el L¨ªbano; 6% en Siria, y en Jordania, tambi¨¦n el 6%".
Y hasta estos ¨²ltimos a?os era corriente en ?frica la tradici¨®n de la convivencia religiosa de cristianos y musulmanes, siendo frecuentes los matrimonios mixtos, seg¨²n dice monse?or Robert Sarah, obispo em¨¦rito de Conakry. Adem¨¢s, el mufti Huseini, de Nigeria, recuerda que los cristianos dirigen muchos pa¨ªses como Etiop¨ªa, Djibouti, y su propio pa¨ªs; aunque tambi¨¦n es verdad que crece el integrismo del wahabismo saud¨ª, importado por universitarios que all¨ª estudian.
Y ?qu¨¦ ocurre en Irak?: all¨ª, con 22,6 millones de habitantes, seg¨²n afirman monse?or Antonios Aziz Mina, el dominico Yossouf Youdo y el patriarca Rafael Bidawid, los datos aproximados son: 90% de isl¨¢micos y 10% de cristianos pertenecientes a cinco ritos orientales: alejandrino, antioqueno, armenio, caldeo y constantinopolitano, que conviven pac¨ªficamente en un Estado laico muy respetuoso con las minor¨ªas religiosas. Ya se sabe que el viceprimer ministro Tarek Aziz es cat¨®lico de rito caldeo, de los que hay 800.000 cat¨®licos, con 53 templos en la capital, Bagdad, y un seminario. Adem¨¢s de Tarek Aziz, hay otros muchos cat¨®licos que tienen puestos relevantes en el pa¨ªs. El panorama religioso es all¨ª muy distinto del que se da a entender.
El obispo de Tr¨ªpoli, Giovanni Martinelli, dice que Libia es un pa¨ªs abierto al di¨¢logo religioso, y "ha sido siempre lugar de convivencia entre razas, culturas y religiones diversas", y a?ade que en esta naci¨®n el islam est¨¢ abierto al di¨¢logo y "no hay lugar para el fundamentalismo"; se calcula que habr¨¢ unos cien mil cat¨®licos.
Algunos quieren deducir del Cor¨¢n expresiones guerreras por motivos religiosos, pero el profesor W. E. Phipps (Con Jes¨²s o con Mahoma) afirma que la mayor parte de los int¨¦rpretes del Cor¨¢n est¨¢n de acuerdo en que "los vers¨ªculos alentando a la conquista militar reemplazaron a vers¨ªculos que eran irreconciliables con ellos".
En Espa?a, la Federaci¨®n de Entidades Religiosas Isl¨¢micas ha escrito una carta al embajador de Arabia Saud¨ª pidiendo la abolici¨®n all¨ª de la pena de lapidaci¨®n, porque le recuerdan que "el islam es una religi¨®n profundamente comprometida con los derechos humanos, la dignidad y el bienestar del ser humano desde su aparici¨®n".
Y el escritor y periodista musulm¨¢n que vive en Israel Sheik Ghassan Manasra ha lamentado el integrismo extremista que hay en la zona, y se ha mostrado dispuesto a trabajar para que desaparezca ese integrismo y salga a relucir "el verdadero rostro del islam, que es religi¨®n de amor, de perd¨®n y de llamada constante de di¨¢logo con el otro". Por eso no es extra?o que tengamos un espa?ol y psiquiatra musulm¨¢n, Mansur Escudero, que pretende aqu¨ª, en Espa?a, seg¨²n confesiones recientes a EL PA?S, "un islam propio, razonable, librepensador y andalus¨ª". Ser¨ªa aplicar el ijtihat, o esfuerzo personal de interpretar cada uno el Cor¨¢n como se hizo libremente hasta tres siglos despu¨¦s de Mahoma siguiendo su consejo: "La diferencia de opini¨®n en el seno de mi pueblo es signo de la generosidad de Dios", como recuerda el fil¨®sofo Jos¨¦ Antonio Marina.
Y no llamemos con el eufemismo de guerra preventiva a una injusta invasi¨®n, que es a lo que pretende arrastrarnos Bush.
Enrique Miret Magdalena es te¨®logo seglar.
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