El juego de las apariencias

Los ling¨¹istas desarrollaron en los a?os setenta un m¨¦todo de an¨¢lisis del texto literario que denominaron "desconstrucci¨®n". El t¨¦rmino, sacado de su contexto, hizo despu¨¦s fortuna como sin¨®nimo de una cierta manera de proceder y se aplic¨® a campos tan dispares como la pol¨ªtica o las artes. En el mundo del arte se utiliz¨® este t¨¦rmino para calificar indistintamente aquellas obras en las que se invierten los procedimientos ret¨®ricos, ofrecen una imagen de demolici¨®n o especulan con las convenciones de los g¨¦neros acad¨¦micos. Muy pronto, Perejaume (San Pol de Mar, 1957), haci¨¦ndose eco del valor del prefijo des, se autodenomin¨® "despintor de paisajes" e incluso hizo sus pinitos te¨®ricos estableciendo categor¨ªas, no sin cierta iron¨ªa, de los tipos posibles de despintores de paisajes. Seg¨²n se ha ido desarrollando su carrera se ha confirmado en qu¨¦ consist¨ªa su despintura y, en la actual muestra, se puede apreciar la profundidad de estratos a los que afecta esta categor¨ªa.

Frente a otras muestras en las que ha presentado objetos, instalaciones y artefactos que le un¨ªan a esa constelaci¨®n de artistas de lo objetual, en la exposici¨®n actual presenta mayoritariamente obras cuyo formato plano, suspendido de la pared, las hacen asumibles a los tradicionales cuadros. En ellas aparecen estampadas im¨¢genes que representan paisajes en los que se distinguen claramente unos territorios formados por suaves colinas y un cielo de aspecto tormentoso. En estas im¨¢genes, el suelo aparece totalmente cubierto de cuadros, de los que son particularmente expl¨ªcitos sus marcos. Todo en estas obras se construye (o desconstruye) con suplantaciones, referencias cruzadas o, si utilizamos la ret¨®rica desconstructivista, con hipertextos. As¨ª, sirvi¨¦ndose de las licencias del lenguaje hipertextual, el territorio que se muestra en las obras es sustituido por los cuadros que lo cubren, representados a su vez no por la imagen que contienen sino por su atributo: el marco. Por su parte, el cielo aparece configurado por gruesas pinceladas agigantadas que hacen evidente su condici¨®n de pintura aplicada con una brocha, sin embargo, lo que contemplamos no es una capa de pasta pict¨®rica grumosa, sino im¨¢genes fotogr¨¢ficas de ella que, por cierto, no se presentan como un trabajo fotogr¨¢fico sino como im¨¢genes digitalizadas y tratadas por medio de ordenador, dejando claras evidencias de la suplantaci¨®n, siendo finalmente impresas en papel continuo.

Este juego de apropiaciones, simulaciones y suplantaciones pone en evidencia la trama sobre la que se ha construido la mara?a de convenciones en las que naufragan conceptos como pintura, paisaje, imagen, cuadro y arte. Alterando o desplazando las convenciones, Perejaume des-vela no s¨®lo la precaria estructura del texto art¨ªstico sino la fragilidad de la propia realidad en la cual las apariencias de las cosas han suplantado a las cosas en s¨ª, de las cuales hace tiempo ya que han huido sus esencias.