Un dios que sepa bailar
En estas p¨¢ginas, el profesor G¨®mez de Lia?o busca el fundamento de las cosas (todas) que intent¨® esclarecer un a?o antes en su magn¨ªfico Iluminaciones filos¨®ficas (Siruela, 2001). ?Por qu¨¦? ?Porque sin fundamento, como dice, no se sostienen las cosas -las cosas que sentimos y pensamos-, nada tiene por qu¨¦ ser exactamente lo que es y todo podr¨ªa tratarse de ilusi¨®n, incluso el propio esfuerzo de iluminaci¨®n hecho? Entonces, ?qu¨¦ ilumin¨® G¨®mez de Lia?o antes?, ?por qu¨¦ no comenz¨® por fundamentar las cosas? ?Primero hab¨ªa que sacar las cosas de la inconsciencia a la luz, para devolverlas ahora a la oscuridad del fundamento?
Un viaje de la oscuridad a la oscuridad, ¨¦ste del fundamento: no se sabe qu¨¦ iluminas si antes no est¨¢ fundamentado, y no se sabe qu¨¦ fundamentas si antes no est¨¢ iluminado. No se sabe, pues, ni el sentido de la propia tarea de iluminaci¨®n y fundamentaci¨®n. A no ser que ambas cosas fueran la misma; pero parece que no. Adem¨¢s, hay muchas clases de fundamento y eso supone que m¨¢s bien no hay ninguno. ?O lo que se busca es el fundamento del fundamento? Busquemos lo que busquemos nunca se identifica el fundamento porque siempre habr¨ªa que tener otro para hacerlo.
SOBRE EL FUNDAMENTO
Ignacio G¨®mez de Lia?o
Siruela. Madrid, 2002
177 p¨¢ginas. 12,50 euros
Una l¨®gica superior as¨ª, de la contradicci¨®n, de la apor¨ªa, de la dial¨¦ctica, que los antiguos conoc¨ªan mejor que nosotros ya desde que naci¨® la raz¨®n (mucho m¨¢s consciente de sus limitaciones entonces, en su momento de esplendor, que ahora, en su decadencia) es la que utiliza sabia, fina, pedag¨®gica, brillantemente el autor de este libro en su b¨²squeda del fundamento. La l¨®gica de una b¨²squeda filos¨®fica que constituye quiz¨¢ el fundamento mismo, en el sentido de que la filosof¨ªa, como experiencia de un intelectual sabio (enterado y honesto), como "un arte cuya materia no es otra cosa que tu vida", comporta una experiencia (global) armonizadora -bien que insuficiente, como es inevitable- de (todas) las cosas. Una l¨®gica no maniquea, no reduccionista, basada en el principio de Prot¨¢goras de no validez del principio de contradicci¨®n, que traduce la falta de fijeza de los conceptos (puesto que dos contradictorios pueden ser a la vez verdaderos). Una l¨®gica ampliada correspondientemente en una f¨ªsica heracl¨ªtea o plat¨®nica del cambio y devenir, incesante e inestable, de lo sensible. Una l¨®gica ampliada, vaga, aproximativa, borrosa, pero m¨¢s exacta y que hace m¨¢s justicia a la realidad por ello. O una (quinta) gram¨¢tica universal, profunda, estructural, formal, compleja, que supere en su sintaxis, de alg¨²n modo, el margen insalvable de indeterminaci¨®n en todo.
Y con esa l¨®gica y gram¨¢tica superiores, la b¨²squeda del fundamento (si no es ya el fundamento mismo, como insinu¨¢bamos) se convierte en un juego de composici¨®n, coordinaci¨®n, estructura, congruencia, armonizaci¨®n... de la pluralidad, polimorfia, contradicciones y diferencias de lo real. Un juego l¨®gico y gramatical en el que se neutralicen los contrarios y se interprete la vida, al mismo tiempo, desde los principios de determinaci¨®n/indeterminaci¨®n, uno/otro, mismo/diferente, 1/0, dice G¨®mez de Lia?o. Un juego de t¨ªteres o marionetas, por m¨¢s, en el que a todos esos extravagantes personajes, "que eres t¨² mismo", los mueva, al menos, el hilo de oro de la raz¨®n. Un teatro, muestrario o escuela del yo, que ense?e c¨®mo ser un qui¨¦n, c¨®mo elegir una m¨¢scara, c¨®mo revestir el alma de ciertos rasgos fenom¨¦nicos que produzcan ilusi¨®n de realidad (de fundamento). Una filosof¨ªa teatral, que intente conciliar pasi¨®n y raz¨®n, impresi¨®n y concepto.
Los actores de este serio juego (t¨ªtere, teatro o filosof¨ªa) de la b¨²squeda del fundamento ser¨ªan un fil¨®sofo novelista, que intentara conciliar el principio de identidad con el de metamorfosis. Un sabio de las diferencias m¨ªnimas, con finura de percepci¨®n, cient¨ªfico de los detalles, de la progresi¨®n infinita en la b¨²squeda de ellos. Un Dios encarnado, en fin, que sepa bailar, a la nietzscheana; que -como hizo el Crucificado en su coreograf¨ªa esencial de pasi¨®n, muerte y resurrecci¨®n- tome la antorcha de Dioniso: el dios de las m¨¢scaras, de la complejidad, de la comedia y tragedia de la vida, cuyo rostro, como compendio de todos los rostros, como juego infinito de apariencias infinitas en que se resume y refleja el mundo, es el verdadero fundamento... siempre inestable, indeterminado. Aunque con menor explicitud, G¨®mez de Lia?o acaba este libro con sugerencias religiosas, como acab¨® el otro. ?A ver si es que al final el fundamento ¨²ltimo es el de siempre! ?Y por qu¨¦ no?
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