Despu¨¦s del dolor
Denis Johnson es una de las figuras centrales de la nueva generaci¨®n de narradores norteamericanos, autor de cinco novelas y de una colecci¨®n de relatos, El hijo de Jes¨²s, probablemente su libro m¨¢s celebrado. En esos cuentos, de los que hay traducci¨®n castellana en Mondadori, Johnson exploraba los bajos fondos del Estado de Iowa sirvi¨¦ndose de un estilo tenso y metaf¨®rico que con frecuencia desembocaba en la epifan¨ªa o la par¨¢bola po¨¦tica. Este mismo estilo est¨¢ presente en El nombre del mundo, pero aqu¨ª Johnson abandona los escenarios marginales, los drogadictos y los delincuentes, para narrar una sola historia, la de Michael Reed, un profesor universitario que emprende la huida de la par¨¢lisis en que cuatro a?os antes lo sumi¨® la muerte en accidente de su mujer y su hija al comprender que tanto tiempo movi¨¦ndose "en c¨ªrculos, rindiend
EL NOMBRE DEL MUNDO
Denis Johnson
Traducci¨®n de Rodrigo Fres¨¢n
Mondadori. Barcelona, 2003
143 p¨¢ginas. 14,50 euros
o culto, cuidando de ese inmenso y velado monolito" de su dolor, lo han terminado por alejar de la fuente en el que ¨¦ste fermentaba. Del mismo modo que, seg¨²n una imagen repetidamente utilizada en el libro, al tratar de enmarcar a mano alzada una figura geom¨¦trica por una sucesi¨®n conc¨¦ntrica de figuras iguales, las imperfecciones de cada l¨ªnea aumentan y se reproducen en la siguiente hasta que los trazos m¨¢s alejados del centro ya no son sino una ca¨®tica distorsi¨®n de la primera, el dolor de Reed ha dejado de ser un reflejo de lo que lo desat¨®.
Ahora bien, como advierte el
lector en la segunda parte del libro, en la que la l¨®gica de los acontecimientos narrados se diluye para reflejar la propia transformaci¨®n del narrador, que Reed sea consciente de ello y emprenda la huida no quiere decir que lo consiga, ya que ¨¦sta acabar¨¢ por ser el ¨²ltimo y m¨¢s ca¨®tico de todos los c¨ªrculos con los que ha tratado de neutralizar el dolor. De lo que nos habla en definitiva Johnson es del descubrimiento, desde una devastaci¨®n ¨ªntima, del laberinto sin sentido que constituye la vida. En este sentido la intenci¨®n de dar forma a una par¨¢bola parece clara y se podr¨ªa calificar El nombre del mundo, como hace su traductor y prologuista, de ensayo sobre "el todo y la nada de la condici¨®n humana". La pega, si juzgamos la novela como mera narraci¨®n, es que, si bien los elementos argumentales con los que la par¨¢bola se construye son consecuentes con su intenci¨®n simb¨®lica, a medida que el protagonista pierde la conciencia del significado de sus acciones, tambi¨¦n pierde el lector los necesarios asideros sin los cuales ninguna peripecia puede ser cabalmente entendida: sin entender a Michael Reed resulta imposible identificarse con ¨¦l. Es probable, sin embargo, que Denis Johnson no haya querido hacer una novela convencional, sino un artefacto po¨¦tico abierto a m¨²ltiples interpretaciones, como efectivamente las tiene el libro gracias sobre todo a la gran capacidad sugestiva de su prosa, fielmente reflejada, por cierto, en la versi¨®n castellana.
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