De la vanguardia al soneto
En una de las reflexiones contenidas en De un d¨ªa a otro, el poeta argentino Ricardo H. Herrera, autor de un libro de sonetos, advert¨ªa: "Ya no se puede hacer sonetos. Yo mismo dije esto hace a?os, y ahora me lo dicen a m¨ª". En efecto, la lenta disoluci¨®n del impulso vanguardista deja ver en la poes¨ªa castellana, en poetas de diversas generaciones y trayectorias, un nuevo inter¨¦s por las formas cl¨¢sicas. En Am¨¦rica Latina, este cultivo se centra en el soneto, se?al de una preferencia ¨ªnsita, quiz¨¢ no siempre deliberada, por la rama de nuestra tradici¨®n que enlaza con la de otras grandes lenguas europeas; a diferencia del romancero, exclusivamente espa?ol, que vuelve cada tanto en las b¨²squedas formales de los poetas peninsulares. Tambi¨¦n el espacio de la poes¨ªa de ?scar Hahn (Chile, 1938) abarca la tensi¨®n entre los usos vanguardistas (ausencia de puntuaci¨®n, mezcla abrupta del registro culto y de lengua coloquial) y las formas tradicionales; el soneto precisamente, que aparece diseminado, casi disimulado, entre las p¨¢ginas de sus libros. Suced¨ªa ya en Tratado de sortilegios (Hiperi¨®n, 1992), y el breve volumen de Apariciones profanas incluye ahora varios sonetos dispuestos entre otros poemas de verso libre y sin medida estr¨®fica.
APARICIONES PROFANAS
?scar Hahn
Hiperi¨®n. Madrid, 2002
55 p¨¢ginas. 10 euros
Sonetos casi disimulados. Lo que no implica que sean malos sonetos, sino al contrario: est¨¢n tan bien tallados en la acentuaci¨®n y el fraseo que pierden el frecuente car¨¢cter artificioso de los sonetistas contempor¨¢neos y suenan al o¨ªdo con toda naturalidad, con esa respiraci¨®n casi conversacional que cre¨ªamos privilegio del verso libre. La paradoja en el cultivo actual de las formas cl¨¢sicas radica, de hecho, en que el poeta suele transmitir a su composici¨®n una escasa familiaridad con el modelo, sobre todo porque la acentuaci¨®n del endecas¨ªlabo y el esquema de rimas consonantes exige opciones bien meditadas. Uno de los recursos m¨¢s frecuentes para salvar la incongruencia entre idea, periodo y metro es el encabalgamiento, que Borges us¨® profusamente, pero que en poetas menos dotados esconde el riesgo de creer que todo salto abrupto entre dos versos tiene un efecto art¨ªstico. Hahn muestra, en cambio, que la perfecta adecuaci¨®n entre aquellos tres elementos requiere un o¨ªdo muy cultivado, y su efecto es completo: "D¨®nde estar¨¢ el pasado que tuvimos / el pasado que tuve entre tus brazos / En la calle resuenan nuestros pasos / pero no estamos: nos desvanecimos" (Los fantasmas de Lisboa). Y tambi¨¦n: "No estoy en paz con todos mis demonios / algunos todav¨ªa me dan guerra / oficiando aberrantes matrimonios / de ¨¢ngeles del infierno y de la tierra" (El exorcista).
El resto del libro es una combinatoria de m¨¢scaras que persigue el mito desde la fenomenolog¨ªa de la experiencia: la po¨¦tica o art¨ªstica (Anotaciones en el diario de Rimbaud; Autorretrato de Van Gogh), la contemplativa (Paisajes de invierno), la de la fragilidad del cuerpo (La muerte es una buena maestra). Las "apariciones profanas", ¨²nicas posibles en un mundo vaciado de s¨ªmbolos trascendentes, buscan su destino de epifan¨ªas est¨¦ticas. Visible es ah¨ª la sombra de Gonzalo Rojas; y tambi¨¦n la necesidad perentoria de saltar hacia otra cosa: hacia una meditada renovaci¨®n de las formas cl¨¢sicas, en este caso.
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