Transcripciones
De todas las obras que se interpretaron el mi¨¦rcoles, la ¨²nica originalmente escrita para viola fue M?rchenbilder (Schumann). La Sonata de Schubert para "arpeggione" (un h¨ªbrido de guitarra y violonchelo) suele interpretarse hoy con este ¨²ltimo instrumento o con viola, y no parece perder por ello.
M¨¢s discutible result¨® transcribir el ciclo del Schwanengesang (Canto del cisne), del que se hicieron once de los catorce lieder que lo componen. No s¨®lo porque la voz aparece sustituida por la viola, sino porque la versi¨®n escuchada es ya el arreglo de un arreglo: sobre la transcripci¨®n que hizo Liszt para piano solo, Jacques Drillon (cr¨ªtico musical del Nouvel Observateur) realiza una segunda transformaci¨®n, para viola y piano esta vez. Con todas esas mutaciones, y una vez desaparecido algo tan esencial en el g¨¦nero como es el canto, penetramos en las movedizas arenas de las enmiendas sucesivas: ?de d¨®nde sale, por ejemplo, esa viola en solitario para Ihr Bild , torpemente privada del apoyo pian¨ªstico? ?acaso de los un¨ªsonos entre voz e instrumento que hay en la versi¨®n original? Y todav¨ªa m¨¢s: esas fe¨ªsimas figuraciones del instrumento de arco sobre un piano protagonista en Das Fischerm?dchen ?qu¨¦ aportan a la m¨²sica de Schubert? ?en qu¨¦ aspecto mejoran lo que ¨¦l escribi¨®?
Ciclo de c¨¢mara y solistas
Gerard Causs¨¦, viola. Brigitte Engerer, piano. Obras de Schumann y Schubert. Palau de la M¨²sica. Valencia, 12 de marzo de 2003.
No sirve de excusa que fuera el inconmensurable Liszt quien se tomara, antes que nadie, esas libertades. Ni que la transcripci¨®n , sobre todo cuando lleva firmas de ese calibre, sea pr¨¢ctica habitual en los ¨¢mbitos m¨¢s exquisitos. Liszt lo transcrib¨ªa todo al piano, sinfon¨ªas de Beethoven incluidas. Si eso, en su tiempo, tuvo el sentido de contribuir a difundir la m¨²sica, hoy en d¨ªa resulta totalmente innecesario. Las ¨²nicas transcripciones que parecen justificadas son las que desarrollan posibilidades que est¨¢n germinalmente en la partitura, pero que requieren un instrumento diferente para poderse plasmar. Y no es ¨¦ste el caso.
El Canto del cisne tampoco pudo apoyarse en m¨²sicos que sedujeran al p¨²blico por la belleza de sus interpretaciones. Gerard Causs¨¦, que s¨ª lo hab¨ªa conseguido en las dos obras iniciales, convenci¨® menos ahora. No por el peque?o tropiezo al inicio de Fr¨¹hlingssehnucht, sino por cierta aspereza en el forte. El piano, por su parte, luci¨® un turbio uso del pedal y un ataque poco preciso, adem¨¢s de una concepci¨®n estil¨ªstica m¨¢s decantada hacia los finales del XIX que hacia sus inicios. ?D¨®nde estaba el intimismo y la contenci¨®n que Schubert derrocha en todos sus Lieder? ?C¨®mo puede tocarse St?ndchen de esa forma tan enf¨¢tica -el piano- y con ese exceso de vibrato -la viola-? ?Qu¨¦ encantos nuevos han aparecido con esta transcripci¨®n?
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