Compasi¨®n

Con motivo del D¨ªa de la Mujer Trabajadora es casi inevitable recordar las declaraciones de do?a Ana Botella cuando le preguntaron su parecer sobre el caso de la ni?a nicarag¨¹ense de nueve a?os embarazada a causa de una violaci¨®n. La se?ora Botella se neg¨® a responder, porque era un caso tremendo y que, con suerte, muy pocas personas deber¨¢n afrontar.

Como es sabido, en Espa?a este caso, por tremendo que sea, no habr¨ªa dejado margen a las ambig¨¹edades legales. La ni?a, y los padres en su nombre, podr¨ªan decidir interrumpir ese embarazo no deseado porque la legislaci¨®n espa?ola admite el aborto en casos de violaci¨®n o de riesgo para la salud ps¨ªquica o f¨ªsica de la madre. El caso de la ni?a nicarag¨¹ense entra en todos los supuestos. Puede que el caso y la decisi¨®n fueran muy dolorosos, pero, poni¨¦ndose en su lugar y sintiendo con ellos, se deber¨ªa entender y apoyar a los padres.

No es f¨¢cil entender en cambio la turbada evasiva de la se?ora Botella. ?Piensa que las ni?as nicarag¨¹enses no deben tener los mismos derechos que las espa?olas a defender su vida y tratar de evitar verla destrozada por un acto brutal? ?O piensa que es un error que en estos casos se haya despenalizado en Espa?a la interrupci¨®n del embarazo? Su voluntario silencio sugiere que sus propias ideas le impiden ponerse en el lugar de los dem¨¢s, sentir compasi¨®n, y por eso prefiere creer que estas cosas no pasan.