Nos han enzarzado en la guerra de Irak

Estamos en v¨ªsperas de la exhibici¨®n pirot¨¦cnica letal que el presidente George Bush y sus parciales han propiciado para ser disparada en Irak. Hasta podr¨ªa coincidir con la Nit del Foc fallera, lo que supondr¨ªa una competencia desleal con el fasto josefino, al que ya viene contaminando mediante episodios sin precedentes y de manera inevitable, por m¨¢s que el estamento gobernante municipal y auton¨®mico se obstine en considerar la fatalidad b¨¦lica como un fen¨®meno ajeno y lejano que no debe amargarnos la fiesta. Pero, qui¨¦rase que no, la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos est¨¢ involucrada en el conflicto, comenzando por los aludidos gobernantes, que no quieren ni o¨ªr hablar, y menos a¨²n condenar, una guerra que les est¨¢ abocando inexorablemente al descr¨¦dito.

Prueba de ello han sido los incidentes que, en condiciones rutinarias, nadie hubiera percibido, pero que dada la sensibilizaci¨®n general ha te?ido de color pol¨ªtico la semana valenciana. Nos referimos a las pancartas expuestas por diputados y concejales socialistas en las Cortes y en el Ayuntamiento, respectivamente, abogando contra la guerra. Ambos casos han suscitado reacciones airadas por parte de los mandamases institucionales que han pretextado el uso partidista e ilegal de los mencionados foros p¨²blicos a fin de forzar la retirada de las leyendas antibelicistas. En el rifirrafe que se produjo en el consistorio, como es sabido, se lleg¨® incluso a las manos entre mun¨ªcipes y polic¨ªas, dando lugar a lo que puede ser el primer parte de heridos por la batalla de Bagdad. Suceso esperp¨¦ntico a la par que significativo del grado de implicaci¨®n a que hemos llegado, y que se revela asimismo en el n¨²mero de protestas pacifistas que se suceden y se programan en la ciudad.

S¨²mese a lo dicho las detenciones por estos pagos de presuntos implicados en la red financiera de Al Qaeda. Ya se comprende que en este tipo de lances, estando abiertas las pesquisas judiciales, toda prudencia es poca, pero no parece temerario observar que se ha procedido con un exceso de oficiosidad si de cinco detenidos con abundante luz y taqu¨ªgrafos solo dos han sido objeto de cargos despu¨¦s de muchos meses de investigaci¨®n y cinco d¨ªas de h¨¢biles interrogatorios en circunstancias que, al decir de los sospechosos, eran un calco de los que el ej¨¦rcito USA aplica a los secuestrados de Guant¨¢namo. Confiemos en no llegar a tales extremos y que el Comit¨¦ para la Prevenci¨®n de la Tortura del Consejo de Europa no tenga que sacarnos los colores a la cara.

De todo lo cual se colige que, al margen del vodevil de la ONU y de la plausible actitud de algunas canciller¨ªas, europeas y no europeas, aqu¨ª estamos ya metidos en harina y civilmente fragmentados en dos grandes frentes: el del agua y el de la paz, por describirlos de acuerdo con sus correspondientes lemas. El PP por el PHN, y los dem¨¢s contra la guerra, si bien me consta lo mucho que esta simplificaci¨®n fastidia al partido del Gobierno, buena parte de cuyas bases asumen disciplinada y admirablemente el haraquiri electoral que se les administra. Se colige tambi¨¦n que el fragor de esta inminente batalla de todas las batallas se ha llevado por delante, o al menos ha desplazado, el inter¨¦s por las elecciones municipales y auton¨®micas. ?D¨®nde est¨¢n los candidatos a la Generalitat y qu¨¦ demonios dicen? Part¨ªan ya con un modest¨ªsimo ¨ªndice de conocimiento -y no digamos de entusiasmo- por parte del vecindario y solo les faltaba esta conflagraci¨®n para acabar de plancharlos.

Confieso que me he desentendido de estos intr¨¦pidos pol¨ªticos en beneficio de ese funesto pantocr¨¢tor que forman los Bush, Powell, Cheney, Rumsfeld y Condolezza Rice, con sus subalternos Blair y Aznar. Sin embargo, no es justo que se soslaye la propuesta del delf¨ªn popular Francisco Camps en orden a la instauraci¨®n de unos cursos preparatorios para todas aquellas personas que opten por la vida p¨²blica en cualquiera de sus vertientes. Una excelente iniciativa para mejorar el nivel intelectual del gremio, pero que puede resultar perversa si el alumnado la confunde con un m¨¦rito curricular para perpetuarse profesionalmente en los cargos y en las candidaturas. No desde?amos la novedad, pero nos alarma el efecto parasitario que puede inducir. ?Acaso la pol¨ªtica es una profesi¨®n?