?Hacia el cierre de un c¨ªrculo?
A principios de los a?os setenta, escribir poes¨ªa desde planteamientos figurativos supon¨ªa situarse fuera de la corriente dominante del momento, un culturalismo tamizado por el neomodernismo, la irracionalidad, la vuelta a las vanguardias. En los ochenta, sobre todo a partir del ecuador de la d¨¦cada, no sumarse a la reacci¨®n de lo figurativo ten¨ªa las mismas consecuencias para el poeta que decidiera buscar caminos distintos. Con algunas excepciones, las antolog¨ªas y los an¨¢lisis de la poes¨ªa de aquella etapa asum¨ªan como verdad universal la formalizaci¨®n realista sustentada en la experiencia.
De ese proceso dio cuenta Luis Antonio de Villena en tres antolog¨ªas: Postnov¨ªsimos (1986), Fin de siglo (1992) y 10 menos 30 (1997). Y lo hizo aplicando un m¨¦todo que, a lo largo de la historia, se ha mostrado sumamente eficaz y que, con excepci¨®n de Postnov¨ªsimos (que reflejaba cierta pluralidad), no ha sido otro que el de afirmar una tendencia. Con un doble efecto: fijar unos nombres y, a la vez, silenciar otros. En consecuencia, sus antolog¨ªas han sido fedatarias de un proceso cuasi circular y ordenado del siguiente modo: diversidad inicial, canonizaci¨®n del realismo, auge de la poes¨ªa de la experiencia y crisis de ambas. De la l¨®gica razonada a la l¨®gica de lo irracional; de la poes¨ªa cuestionadora del culturalismo y de las vanguardias a la que ve sin desconfianza algunas de sus propuestas.
LA L?GICA DE ORFEO
Luis Antonio de Villena
Visor. Madrid, 2003
339 p¨¢ginas. 14 euros
La l¨®gica de Orfeo es, como no es dif¨ªcil deducir de lo anterior, un acercamiento al cierre del c¨ªrculo. En ella, Villena nos ofrece la trayectoria de 18 poetas nacidos a partir de 1965 en cuya obra advierte ese giro. Quiz¨¢ con las excepciones de Elena Medel, Abraham Gragera, Ana Merino y Antonio Lucas, todos ellos han iniciado su escritura partiendo de un realismo entre meditativo y experiencial y, con el tiempo, han evolucionado hacia senderos h¨ªbridos en los que convive esa l¨ªnea con la b¨²squeda de ciertas zonas oscuras de la conciencia y del lenguaje. Se trata de un giro suave, que si algo evidencia es el ambiente de pluralidad y tolerancia en que, desde hace al menos un lustro, se mueve la poes¨ªa espa?ola m¨¢s joven.
As¨ª, en La l¨®gica de Orfeo
conviven poetas con un componente experiencial dominante como Andr¨¦s Neuman, Eduardo Garc¨ªa, Luis Mu?oz, Alberto Tes¨¢n o Jos¨¦ Luis Piquero, con la creciente depuraci¨®n expresiva de un Rodr¨ªguez Marcos orientado hacia una mayor tensi¨®n existencial, con la b¨²squeda de la zona de sombra de lo real de ?lvaro Garc¨ªa, con el sutil impresionismo de Pelayo Fueyo, con el ahondamiento meditativo de Lorenzo Oliv¨¢n o Fruela Fern¨¢ndez o con la mezcla entre lo tradicional y lo ¨®rfico de Josep M. Rodr¨ªguez, Lorenzo Plana, Carlos Pardo y Juan Antonio Bernier. Villena ha dado un paso m¨¢s en el proceso antes apuntado. Un proceso que, sin embargo, corre el riesgo de empantanarse debido a una excesiva propensi¨®n a reiterar nombres ya antologados. Por ejemplo, ?lvaro Garc¨ªa y Luis Mu?oz llevan formando parte de las sucesivas oleadas de renovaci¨®n de Villena desde 1992: se estrenaron en Fin de siglo, formaron parte de 10 menos 30 y, ahora, acompa?an a otros cuatro poetas que tambi¨¦n estuvieron en ¨¦sta (Plana, Tes¨¢n, Piquero y Pardo), lo que quiere decir que un tercio de esta antolog¨ªa procede de la anterior. En otras palabras: fueron realistas, formaron parte de lo que el propio Villena llam¨® "ruptura interior de la poes¨ªa de la experiencia" y ahora participan de la poes¨ªa ¨®rfica. La gran pregunta es si estar¨¢n en una hipot¨¦tica y futura muestra de poes¨ªa social. No es gratuita esta afirmaci¨®n: el propio Villena, en Fin de siglo, al referirse al futuro, escribi¨®: "Los poetas que pretendan perseverar en alguna forma de la tradici¨®n cl¨¢sica se ver¨¢n, muy pronto, forzados a un giro". Y a?ad¨ªa que ese giro se producir¨ªa en la direcci¨®n de una "nueva poes¨ªa social". No le parec¨ªa previsible que ¨¦ste fuera en el sentido ¨®rfico, sino en el de un realismo m¨¢s real, m¨¢s cr¨ªtico. Parece que fallaron las previsiones. Pero, en todo caso, la obsesi¨®n por "estar a la moda" que caracteriza la tenacidad antologadora de Villena no es una buena receta para nuestra l¨ªrica. ?Por qu¨¦ los poetas a los que en Fin de siglo alud¨ªa se habr¨ªan de ver "forzados a un giro"? ?Qui¨¦n lo habr¨ªa de ordenar? ?Acaso los poetas del 50 deber¨ªan de haber girado hacia el culturalismo cuando, a finales de los sesenta, sus propuestas fueron cuestionadas por una nueva promoci¨®n? S¨®lo la conciencia del poeta puede dictar los giros de su l¨ªrica. No otra cosa nos ense?a la historia de nuestra poes¨ªa, desde Fray Luis a Juan Ram¨®n, desde Machado a Claudio Rodr¨ªguez, desde Vallejo a Gil de Biedma. Por ejemplo.
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