All¨¢ que van con sus alegres misiles
Convicciones
?Y si la intenci¨®n de Aznar fuera solicitar la nacionalidad norteamericana para formar ticket electoral con su amigo Bush a fin de colocar a Ana Botella como portavoz de ese pavoroso gobierno universal?
En el debate del otro d¨ªa sobre la invasi¨®n de Irak era chocante la insistencia del a¨²n presidente del Gobierno en la distinci¨®n entre convicciones -de las que ?Aznar! ser¨ªa due?o en exclusiva- y oportunismo, feo vicio de conducta que acaparar¨ªa Rodr¨ªguez Zapatero. Chocante, porque nadie duda de que Aznar se ha dejado llevar por un repertorio de convicciones que no es ya que no tengan m¨¢s remedio que integrar cierto grado de oportunismo, sino que se basan precisamente en el c¨¢lculo m¨¢s o menos milim¨¦trico de esa turbia afecci¨®n de chamarilero entregado a la pol¨ªtica. Respecto de la obsesi¨®n de Aznar por los v¨ªnculos entre Llamazares y Zapatero, alguien deber¨ªa recordarle que ni uno ni otro han firmado penas de muerte contra sus conciudadanos ni contra nadie. Algo que no se puede decir del activo Fraga Iribarne. ?Vale, muchacho?
El s¨ªndrome Macbeth
Parece cosa de brujas, pero est¨¢ muy anclado en la historia contempor¨¢nea. Al menos desde Freud, se atribuye a la tragedia de Shakespeare el tema del fracaso en el ¨¦xito, aunque alguna escuela de psiquiatr¨ªa prefiere adscribirla a los arduos dinamismos de la culpa. Lo cierto es que Macbeth, el noble m¨¢s querido por su rey, Duncan, rompe la cadena de la legitimidad de origen mediante un acto sangriento que le impedir¨¢ tambi¨¦n observar la legitimidad de ejercicio. A partir de esa decisi¨®n atroz, cualquier discrepante ser¨¢ un enemigo al que conviene masacrar. ?Cu¨¢l es el ¨¦xito de Macbeth? Buscar un atajo de ignominia para obtener la gloria. ?Y su fracaso? Ignorar que a partir de ese instante est¨¢ condenado a repetir una y otra vez el horror de la escena originaria. Sin caer en la calcoman¨ªa, cualquiera puede trasladar un s¨ªndrome de esa clase a la conducta pol¨ªtica que le afecte m¨¢s de cerca.
De vuelta
No hace tantos a?os que valencianos de tanta vanguardia como Rafa Gassent, Amadeu Fabregat o Llu¨ªs Fern¨¢ndez suspiraban -en sus buenos tiempos de alegre anarquismo delegado- por vestirse para la ofrenda y depositar su ramo ante la r¨¦plica de la plaza de la Virgen. Incluso alguno de ellos lleg¨® a realizar su fantas¨ªa, mientras el resto de la pandilla esperaba en el pub, muertos de risa ante la excitaci¨®n de recibir a pie de barra a una fallera al fin con atributos. La Ofrena sigue siendo lo que era, porque hay devociones equidistantes de la transgresi¨®n y de la costumbre, un engorroso desfile de mucha emoci¨®n transitoria que se resuelve en un petardeo insufrible y muy pagano una vez que se abandona en reba?os el dudoso recinto sagrado. El mismo ruido arropado por el pretexto floral de siempre, pasto de festivas codas de telediario.
Libertadores liberticidas
Que dos sujetos de la catadura de George Bush y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar est¨¦n resueltos a alzarse con el papel de libertadores del mundo no pasa de ser una muestra m¨¢s -aunque ahora con mucho peligro- de la enorme plasticidad del lenguaje, donde el texto dicho y reiterado hasta el hast¨ªo trata sobre todo de enmara?ar el subtexto que lo genera hasta el punto de convertirlo en irreconocible. No es ya que nadie va creerles en el futuro cuando llenen sus bocazas de apelaciones a la paz humanitaria, sino que ahora mismo ya nadie otorga ning¨²n cr¨¦dito a sus proclamas liberadoras del doliente pueblo iraqu¨ª. Es cierto que las palabras significan lo que quiere que digan el que las utiliza desde el poder, pero tambi¨¦n que la veracidad de su autonom¨ªa termina siempre por restablecerse. En cuanto a Tony Blair, no se sabe si es consciente de que ha dinamitado la l¨ªnea de flotaci¨®n de la tercera v¨ªa europea.
La decencia empresarial
En la novela de Tom Wolfe La hoguera de las vanidades se rinde homenaje a la figura del padre del bobo protagonista, empresario t¨ªpico de la gran Norteam¨¦rica en formaci¨®n que acud¨ªa a su trabajo en metro. El famoso escritor ven¨ªa a decir que nada tiene de rechazable hacer dinero, incluso mucho dinero, siempre que la conducta empresarial no sea ajena a los dictados de la ¨¦tica. En este momento, antes de que la guerra destruya lo poco que queda de Irak, las grandes cementeras internacionales, con el concurso de las espa?olas, ya han anunciado su voluntad de reconstruir cuanto antes lo que todav¨ªa no ha sido destruido, es decir, su disposici¨®n a enriquecerse un poco m¨¢s a cuenta de una agresi¨®n en cuyos fundamentos de derecho prefieren no entrar. Despu¨¦s har¨¢n de mecenas dedicando el cero coma uno por ciento de esos sangrientos beneficios a concursos de piano, donaci¨®n de un Picasso a alg¨²n museo, financiaci¨®n de un congreso sobre las causas del hambre en el mundo, y dem¨¢s asuntos menores.
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