Un pago justo por la guerra
Los autores rechazan la supresi¨®n del impuesto de sucesiones y critican la oportunidad de hacerlo en tiempos de guerra.
La semana pasada fuimos testigos de algo sin precedentes en la historia estadounidense: una campa?a a favor de una rebaja de impuestos destinada a los ricos en ¨¦poca de guerra. Mientras los aviones estadounidenses se dispon¨ªan a bombardear Bagdad, el senador Jon Kyl (republicano por Arizona) presentaba una enmienda a la legislaci¨®n del presupuesto federal para acelerar la revocaci¨®n del impuesto sobre sucesiones. Es una disposici¨®n que beneficiar¨ªa a menos del 2% de los contribuyentes m¨¢s ricos. Se aprob¨® por una ajustada mayor¨ªa de 51 a 48 votos.
Hay algo indecoroso en la obsesi¨®n del Congreso por revocar el impuesto sobre sucesiones, el m¨¢s equitativo que tiene el pa¨ªs sobre la riqueza acumulada, en una ¨¦poca en la que est¨¢n en juego la vida y la muerte. La historia estadounidense de los impuestos sobre sucesiones o sobre la herencia va unida a las movilizaciones para la guerra. El primer impuesto federal sobre la riqueza se aplic¨® en 1797, cuando nuestro pa¨ªs se enfrentaba a los costes crecientes que supon¨ªa el responder a los ataques franceses contra barcos estadounidenses.
Durante el siglo XIX, los ingresos federales proced¨ªan principalmente de impuestos indirectos y aranceles. Los impuestos sobre la renta y sobre sucesiones se impusieron s¨®lo en emergencias presupuestarias, durante la Guerra Civil y durante la guerra contra Espa?a.Las impuestos de guerra, o la "conscripci¨®n de la riqueza", se consideraban justos en una ¨¦poca en la que muchos ciudadanos sacrificaban su vida, a veces como soldados delegados por ciudadanos m¨¢s ricos. En 1916, el impuesto sobre sucesiones fue una respuesta esencialmente estadounidense contra las excesivas desigualdades de la d¨¦cada de 1870, y reflejaba la necesidad de evitar basarse en el arancel regresivo y en los impuestos indirectos como principales fuentes de ingresos para el Gobierno. Pero recibi¨® un enorme espaldarazo por la entrada de EE UU en la I Guerra Mundial y la necesidad de obtener fondos para la guerra. Incluso despu¨¦s de la contienda, el empresario Harlan E. Read sosten¨ªa en su libro The Abolition of Inheritance que las deudas de guerra deb¨ªan pagarse con fuertes impuestos sobre la riqueza heredada.
Para pagar la II Guerra Mundial se ampli¨® el impuesto sobre la renta a muchos hogares de rentas m¨¢s bajas. En 1942, Irving Berlin escribi¨® una canci¨®n patri¨®tica titulada I paid my income tax today para se?alar la inaudita recaudaci¨®n de impuestos. Una de las frases dec¨ªa: "?Ves esos bombarderos en el cielo? Rockefeller ayud¨® a construirlos, y yo tambi¨¦n". El presidente Franklin D. Roosevelt comprendi¨® que la unidad nacional contra Hitler depend¨ªa de que se estableciese un sentimiento de sacrificio compartido, tanto por Rockefeller como por Rosa la costurera. Se elevaron los tipos sobre la renta m¨¢s altos y el impuesto sobre sucesiones de forma que las fortunas de m¨¢s de 50 millones de d¨®lares fuesen gravadas un 70%. Roosevelt se pronunci¨® en contra de beneficiarse de la guerra: "No quiero ver que en EE UU se crea un solo millonario de guerra como consecuencia de este desastre mundial".
Hoy la vida de algunos estadounidenses est¨¢ en peligro. Otros sienten el dolor de la recesi¨®n al perder su trabajo, sus ahorros y su seguridad. Los gobiernos estatales y locales, que se enfrentan a los peores recortes presupuestarios desde la II Guerra Mundial, despiden a empleados y recortan el gasto en educaci¨®n, en atenci¨®n sanitaria infantil y en servicios humanos b¨¢sicos. En lugar de afrontar estos problemas y obtener el dinero necesario para resolverlos, los l¨ªderes del Congreso aprovechan la distracci¨®n de la guerra para aprobar una reducci¨®n fiscal para los ricos que exacerbar¨ªa las carencias presupuestarias en todos los niveles. Mientras la opini¨®n p¨²blica est¨¢ centrada en Irak, el Senado act¨²a para acelerar la revocaci¨®n del impuesto progresivo sobre sucesiones.
En una ¨¦poca en la que los estados necesitan 70.000 millones de d¨®lares en ayuda federal para cubrir su d¨¦ficit, las prioridades federales parecen ser muy distintas. ?Se pagar¨¢n los costes de la guerra mediante reducci¨®n del gasto, lo cual afectar¨ªa principalmente a nuestros ciudadanos m¨¢s vulnerables? ?Habr¨¢ claros ganadores y perdedores nacionales en la forma de llevar esta guerra? El experto en ciencias pol¨ªticas Michael Lipsky se?al¨® hace un a?o que esta guerra "exacerbar¨¢ evidentemente la divisi¨®n entre ricos y pobres". Las guerras ya hab¨ªan tenido esas consecuencias antes en Estados Unidos, pero lo que carece absolutamente de precedentes es la campa?a a favor de un inesperado recorte fiscal para los ricos en un momento en que los gastos de guerra se multiplican.
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