Apache derribado
En un momento de la pel¨ªcula de Ridley Scott Black Hawk derribado, un marine le espeta a otro: "Esto no es Irak; es mucho m¨¢s complicado".La frase es contundente y demoledora. En efecto, aquello no era Irak, sino la capital de Somalia, y el escenario no eran las arenas del desierto, sino un laberinto de calles plagadas de emboscadas. Es interesante que vean este film de Scott -esta pel¨ªcula que denuncia los horrores de la guerra, basada en acontecimientos reales- para que se hagan una idea, clara y lo m¨¢s gr¨¢fica posible, de lo que est¨¢ pasando estos d¨ªas en Irak. Porque la industria cinematogr¨¢fica de Hollywood, en contra de lo que sucede en los medios de comunicaci¨®n de su pa¨ªs, s¨ª que permite la exhibici¨®n de los muertos, sobre todo si ¨¦stos son los del enemigo. Son muertos pasados, por as¨ª decirlo. En aquella batalla urbana, una especie de Stalingrado pero con Rangers y Delta Force contra infelices somal¨ªes (que en la pel¨ªcula llaman flacuchos), murieron mil civiles, y tan s¨®lo una docena de soldados de las tropas norteamericanas.
Pero lo m¨¢s sorprendente de la pel¨ªcula de Ridley Scott es c¨®mo se valoran estas muertes. Para el director norteamericano, que sigue los pasos de otras pel¨ªculas de denuncia de la guerra como Platoon, La chaqueta met¨¢lica o Apocalipsis Now, la muerte de cada Ranger, o de cada Delta Force, es filmada hasta el ¨²ltimo detalle, es humanizada, es tratada en su digna consideraci¨®n (con la exhibici¨®n de las fotos de familia y de las cartas tr¨¦mulas de los ca¨ªdos); en cambio, la muerte en masa de los flacuchos es trivializada, como si aquellos hombres careciesen de una completa naturaleza humana, como si se tratara de gente nacida exclusivamente para morir en aquella contienda, sin pasado, sin familia, sin amigos y sin futuro. La repugnante bajeza que proyectan este tipo de pel¨ªculas es siempre la misma, y desde los westerns hasta la ¨²ltima pel¨ªcula b¨¦lica norteamericana, el enemigo es constantemente presentado a los ojos de los telespectadores menguado en su calidad humana, como si fueran m¨¢quinas sin sentimientos. Y en esta guerra contra Irak sucede lo mismo: en los medios de comunicaci¨®n ya se habla de m¨¢s de mil muertos iraqu¨ªes, pero se pone el acento en las bajas de los marines y de las tropas especiales inglesas. Como si hubiese dos tipos de muertos, como si el hecho de que cayese derribado un soldado americano fuese noticia, y careciese del m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s la muerte de docenas de iraqu¨ªes.
Hay que reconocer que la resistencia del pueblo iraqu¨ª (o al menos, de una parte importante de su poblaci¨®n) est¨¢ siendo mucho m¨¢s numantina de lo esperado. Este hero¨ªsmo sorprende a las fuerzas aliadas, que consideran lo heroico -y lo patri¨®tico- usufructo de la mentalidad occidental. Un h¨¦roe norteamericano es un patriota, mientras que uno ¨¢rabe es un fan¨¢tico. La cadena de televisi¨®n Al Yazira est¨¢ haciendo de contrapeso a la manipulaci¨®n medi¨¢tica de Occidente, y est¨¢ presentando la guerra desde el punto de vista de la cultura ¨¢rabe (sin por ello apoyar al dictador iraqu¨ª). Porque lo que resulta incuestionable es la impostura de esta guerra, los espurios motivos que la animan, la falta de argumentos reales que justifiquen el uso abusivo de la fuerza (sobre todo por la desproporci¨®n del potencial b¨¦lico entre las tropas aliadas y las iraqu¨ªes).
En cualquier caso, las fuerzas amigas nos han hecho creer que los muertos iraqu¨ªes son de segunda fila, son como aquellos mil flacuchos que tan s¨®lo en un d¨ªa murieron en las calles de la capital de Somalia. Esta concepci¨®n repugnante y vomitiva del enemigo, ajena a toda moral occidental y cristiana, es la que predican Bush, Blair y Aznar. Resulta insostenible, intolerable, y ninguna paz debe conseguirse haciendo uso de aquellos medios y argumentos. Al igual que condenamos los atentados de ETA, por viles y criminales, por cobardes y salvajes, por proyectar lo peor de la naturaleza humana, del mismo modo hemos de denunciar, contundentemente y sin miedo al sentido de las palabras, los asesinatos cometidos por las fuerzas aliadas. En definitiva, los tiros de los flacuchos iraqu¨ªes son en leg¨ªtima defensa; en cambio, en estos momentos, igual de pistoleros son los hombres de ETA que los Delta Force de Bush o las ratas del desierto de Blair.
El hombre es el ¨²nico animal que asesina a su semejante. En todo el reino animal no se producen agresiones intraespec¨ªficas tan brutales. Los antrop¨®logos aseguran que, en nuestro caso, las diferencias culturales (e ideol¨®gicas) que separan ambos bandos enfrentados llegan a hacer creer a sus pueblos que pertenecen a especies distintas. Cuando matamos -y hemos visto c¨®mo se ensa?aban los marines durante los entrenamientos con modelos iraqu¨ªes- olvidamos que aquello que estamos destruyendo es una vida semejante a la nuestra. George Steiner lo constata en uno de sus ensayos de Pasi¨®n intacta: "En las horribles fantas¨ªas del nazismo, los seres que mataban de hambre, que apaleaban y gaseaban no eran hombres, mujeres y ni?os, sino alima?as, miembros de una especie distinta a la humana". El flacucho, o el guardia republicano de Sadam, o el guerrillero de Bin Laden, son alima?as. Y ¨¦ste es el mayor horror de la guerra: aniquilar la naturaleza humana del enemigo y tratarlo como una bestia.
Vean, vean la pel¨ªcula de Ridley Scott Black Hawk Down, y estrem¨¦zcanse de que aquello -?esta vez s¨ª!- sea como Irak.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.