Dos buenas noticias y algunas reflexiones
En el deprimido panorama de la ciencia espa?ola dos buenas noticias han venido a levantar, siquiera parcialmente, el ¨¢nimo de nuestra peque?a comunidad. La primera noticia es el homenaje brindado a Andr¨¦s Gonz¨¢lez con motivo de su jubilaci¨®n como director cient¨ªfico de la Fundaci¨®n Juan March, que ha cumplido un papel capital en el apoyo a la ciencia b¨¢sica espa?ola. La segunda noticia tiene que ver con la celebraci¨®n del vig¨¦simo quinto aniversario del Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa, buque insignia de la biolog¨ªa molecular en Espa?a y semillero de esta especialidad en el pa¨ªs.
Estas celebraciones han sido buenas noticias no s¨®lo por lo que en s¨ª representan sino porque al socaire de ellas hemos tenido la suerte de escuchar la voz de varios cient¨ªficos, entre ellos los premios Nobel Sydney Brenner y Arthur Kornberg, quienes nos han ofrecido su visi¨®n de la ciencia y nos han alertado sobre los peligros que acechan a ¨¦sta y a la comunidad cient¨ªfica. Sus palabras, plenas de inteligencia y sentido com¨²n, nos han invitado a mostrarnos cautelosos frente a las voces que nos piden olvidarnos de la b¨²squeda del conocimiento por el mero placer de ello. La Uni¨®n Europea hace a?os que ha dejado de financiar la investigaci¨®n b¨¢sica y ahora que en Espa?a los mentideros vaticinan la desaparici¨®n del Programa General del Conocimiento, Kornberg nos alienta a perseverar en la investigaci¨®n b¨¢sica como verdadero motor del conocimiento. Como apunt¨® el premio Nobel, es incierto que la necesidad sea la madre de la invenci¨®n, y s¨ª que la invenci¨®n termina siendo el origen de la necesidad. Muchos de los grandes inventos que ahora nos parecen b¨¢sicos (televisi¨®n, avi¨®n, l¨¢ser) no nacieron como fruto de una demanda social sino creados por el inagotable deseo de conocimiento que siempre ha alentado al hombre. Pero la ciencia b¨¢sica no genera riquezas, al menos a corto plazo, y jam¨¢s ser¨¢ financiada por el sector privado, atento por su propia naturaleza a la ganancia m¨¢s o menos inmediata. Es al Estado a quien corresponde su financiaci¨®n, apoyado si es posible por sociedades filantr¨®picas de las que tan necesitados estamos en nuestro pa¨ªs. De los resultados que se obtienen cuando desde el Estado y desde las fundaciones se apuesta por la ciencia b¨¢sica son buenos ejemplos las dos instituciones mencionadas anteriormente: el Centro de Biolog¨ªa Molecular (establecido por el Estado y apoyado por la Fundaci¨®n Ram¨®n Areces) y la Fundaci¨®n Juan March, cuyo sistema de becas y de reuniones de alto nivel cient¨ªfico son ejemplares. Estos buenos frutos han sido obtenidos a largo plazo y han servido para preparar a muchos de los cient¨ªficos que posteriomente han alimentado no s¨®lo nuestro sistema de ciencia b¨¢sica, sino a la industria farmac¨¦utica y a la naciente industria biotecnol¨®gica.
Para esta ¨²ltima tuvo tambi¨¦n palabras Kornberg, preocupado no por su existencia, cuyas bondades no se le escapan a nadie, sino por el grado de implicaci¨®n que en ella est¨¢ teniendo en los ¨²ltimos a?os parte de la comunidad cient¨ªfica. Para el premio Nobel, de ¨¦sta pueden y deben partir las ideas que mueven las ruedas de esta din¨¢mica industria, pero su implicaci¨®n no debiera ir mucho m¨¢s all¨¢, para evitar que la b¨²squeda del conocimiento termine siendo un objetivo secundario.
A la b¨²squeda del conocimiento como motor de la actividad cient¨ªfica se refiri¨® Brenner, quien lleva varios a?os batallando para que el cient¨ªfico no pierda el papel preponderante en los mecanismos de la actividad cient¨ªfica. La ciencia, seg¨²n sus palabras, no puede reducirse a una mera acumulaci¨®n de informaci¨®n, por otra parte ingente, que el uso de nuevas tecnolog¨ªas est¨¢ permitiendo. Esa informaci¨®n s¨®lo puede transformarse en verdadero conocimiento cuando el hombre la relaciona y extrae de ella leyes y generalizaciones.
En resumen, las palabras de los dos premios Nobel nos vienen a recordar que en la ciencia b¨¢sica el cient¨ªfico debe jugar un papel fundamental y que el motor de su quehacer debe ser la b¨²squeda del conocimiento. Ahora que los Estados Unidos y Jap¨®n est¨¢n invirtiendo grandes cantidades de dinero en la investigaci¨®n b¨¢sica, convendr¨ªa que los pa¨ªses europeos cambiasen la tendencia a olvidarse de ella, pues bien pudiera ser que lo pagasen caro.
Jos¨¦ Mar¨ªa Valpuesta es Profesor de Investigaci¨®n del CSIC. Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.