Los agentes secretos que surgieron... del tebeo
HAB?A UNA VEZ UNA PAREJA DE INVESTIGADORES (?007 y Anacleto? ?Sherlock y Holmes? ?Poirot y Carvalho?) que trabajaban para una organizaci¨®n secreta, la T.I.A. (T¨¦cnicos de Investigaci¨®n Aeroterr¨¢quea). Deb¨ªan enfrentarse a cacos como Gamb¨¦rrez o Jerem¨ªas el Diplodocus. Soportar a un jefe con malas pulgas, el Superintendente Vicente (el S¨²per). Eludir a la Mony Penny de turno, la oronda se?orita Ofelia. Salvar al mundo en los ratos libres. Y, por si fuera poco, probar los inventos que el cient¨ªfico de la organizaci¨®n, el profesor Bacterio, dise?aba para suplir las carencias materiales de la TIA y facilitar (es un decir) la tarea de los agentes.
Mortadelo y Filem¨®n, pues estos son nuestros personajes, han dado el salto al cine: Mortadelo y Filem¨®n, (2003), de Javier Fesser. Ahora, deben recuperar, por su cuenta y riesgo, el ¨²ltimo de los inventos de Bacterio: el DDT (Desmoralizador de Tropas), un artefacto que, tras haber sido robado, termina en manos del dictador de Tirania, un megal¨®mano bajito y regordete por cuyo palacio desfilan bandas de gaiteros ataviados con los trajes t¨ªpicos de una conocida regi¨®n. Se trata, esta vez s¨ª, de una verdadera arma de desmoralizaci¨®n masiva.
Basta enfocar el artilugio hacia el lugar donde se halla un veterano ej¨¦rcito para que los soldados pierdan todo su ardor guerrero y, arrepentidos, se vuelvan a sus casas. As¨ª no hay ej¨¦rcito que valga: ?hasta nuestros aguerridos y montaraces legionarios se ven superados! ?Qu¨¦ gran invento para los tiempos que corren!
La inseparable y chapucera pareja, encarnada en el filme por Benito Pocino (Mortadelo) y Pepe Viyuela (Filem¨®n), abandonar¨¢ la pensi¨®n El Calvario, cerca del famoso 13, rue del Percebe, donde malvive (el sueldo de agente secreto nunca dio para mucho) para correr una nueva... ?aventura? Bueno, dig¨¢moslo con propiedad: una sucesi¨®n hilarante y surrealista de gags inveros¨ªmiles, en los que casi siempre Filem¨®n lleva las de perder, dando muestras de una notoria incapacidad para resolver cualquier caso. Ll¨¢menle a esto aventura, si lo desean. Mortadelo y Filem¨®n aparecieron por primera vez en el tebeo Pulgarcito, de la editorial Bruguera, para ser exactos el 20 de enero de 1958, por obra y gracia del guionista y dibujante Francisco Ib¨¢?ez.
Dibujos animados, un par de juegos para PC y m¨¢s de 150 ¨¢lbumes de sus desventuras (desde Va la T.I.A. y se pone al d¨ªa hasta Siglo XX: ?Qu¨¦ progreso!), traducidos a una decena de idiomas, avalan su trayectoria. Su creador ha ideado tambi¨¦n otros h¨¦roes de la historieta: La familia Trapisonda, un grupito que es la monda; El botones Sacarino (llevado a la pantalla peque?a); Rompetechos, un fachilla cegato que tiene tambi¨¦n un corto pero jugoso (dicho sin segundas intenciones, aunque confunda al gato... ?y lo pase por la secadora manual!) papel en el filme; Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio, (?para cu¨¢ndo su pase al cine?), entre otros.
El profesor Bacterio, inventor alocado donde los haya, es el prototipo del cient¨ªfico de la ficci¨®n. Calvo y embutido en su bata blanca, oculta su rostro (se sabe que poco agraciado) tras una tupida barba. Sus extravagantes inventos tienen siempre alg¨²n peque?o defecto que acaba provocando un sinf¨ªn de situaciones disparatadas en las que, claro est¨¢, se ven envueltos nuestros agentes. Cabe citar el sulfato at¨®mico: un gas capaz de aumentar el tama?o de los seres vivos (?ser¨¢ por lo de at¨®mico?); el suplant¨®n, producto que "al tomarlo, por una reacci¨®n de mimetismo, se adquiere la forma de la persona que est¨¢ m¨¢s pr¨®xima"; el rayo de la segunda dimensi¨®n, "al enfocarlo, queda reducido a dos: altura y anchura... ?como un papel!"; los zapatos antigravitores, que anulan la gravedad; la boina electr¨®nica, "al apuntar con el rabito hacia cualquier enemigo, le suelta una descarga el¨¦ctrica que lo deja frito", etc¨¦tera. As¨ª no es extra?o que las historietas acaben, invariablemente, con Mortadelo (que debe su calva a una "infalible loci¨®n antica¨ªda", ?adivinan de qui¨¦n?) y Filem¨®n persigui¨¦ndole con el firme prop¨®sito de hacerle pagar sus desmanes.
Sorprende, sin embargo, en el filme, que en el experimento que lleva a cabo para desarrollar el DDT, lo que parece ser un volt¨ªmetro -lleva dibujada una gran V- detecte la onda producida. El aparato, en realidad, sirve para medir una tensi¨®n el¨¦ctrica cuando sus conectores se sit¨²an, de forma adecuada, en un circuito el¨¦ctrico. De otra forma, no registra nada. Adem¨¢s, la onda no parece ser de tipo electromagn¨¦tico, sino m¨¢s bien mec¨¢nica, puesto que se desplaza a una velocidad muy baja. Y es que hasta los grandes genios pueden cometer errores.
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