Rom¨¢ntico y anacr¨®nico
Harold Bloom es un reaccionario (etimol¨®gico, claro). Intent¨® frenar los excesos del multiculturalismo norteamericano estableciendo aquel c¨¦lebre canon de cl¨¢sicos basado s¨®lo en un criterio de excelencia (y no de raza, condici¨®n sexual, etc¨¦tera), y recuper¨® el concepto de tradici¨®n en La angustia de la influencia. Estos Relatos y poemas para ni?os extremadamente inteligentes de todas las edades, aunque son el ¨²ltimo libro suyo, suponen el primer paso conceptual de un proceso coherente, que implica educaci¨®n literaria temprana. (De hecho, actualiza un viejo proyecto de Bloom, que se public¨® hace algunas d¨¦cadas). El criterio aristocr¨¢tico no se detiene ante ninguna correcci¨®n pol¨ªtica, y los textos mejores buscan lectores extremadamente inteligentes. Ya lo hizo La Codorniz, sin tanto alboroto.
RELATOS Y POEMAS PARA NI?OS EXTREMADAMENTE INTELIGENTES DE TODAS LAS EDADES
Harold Bloom
Traducci¨®n de Dami¨¢n Alou
Anagrama. Barcelona, 2003
697 p¨¢ginas. 25 eurosa
"Ni?os de todas las edades" puede designar en sentido estricto s¨®lo a ni?os, hasta la adolescencia. Si el ciudadano moderno es el sucesor del pr¨ªncipe antiguo, este libro imita aquellos que se editaron ad usum Delphini, para que se educara el heredero de Francia. La censura aqu¨ª est¨¢ suplida por la exclusi¨®n. Hay mucha naturaleza, misterios, f¨¢bulas morales, sabidur¨ªas concretas, aventuras... Lo b¨¢sico para empezar a defenderse y para acompa?ar a un solitario. En realidad, "ni?os" es una met¨¢fora que designa al ser humano dispuesto a aprender, en cualquiera de sus muchas edades. La prueba es que el propio Harold Bloom, superados los setenta a?os, se incluye en ella. El t¨ªtulo acumula met¨¢fora, per¨ªfrasis, hip¨¦rbole y enigma. Literatura, pues. Ya no es obra del profesor universitario, sino del escritor lib¨¦rrimo. Acostumbrado a los actos de poder (pocos le superan a establecer listas de textos), en esta antolog¨ªa que reproduce su biblioteca infantil (¨¦se es el g¨¦nero literario cl¨¢sico al que pertenece) Bloom se expresa con la primera persona del poeta, como si fuera Borges. Pero no lo es, de manera que lo que en Borges era soberan¨ªa aqu¨ª suena a autoritarismo. El autorretrato que esconde toda obra literaria est¨¢ formado esta vez por teselas variadas.
Bloom -rom¨¢ntico, anticuado, anacr¨®nico- desprecia la cultura medi¨¢tica. Piensa ingenuamente que la pantalla (de la televisi¨®n, del cine, del ordenador) puede ser combatida con un volumen (nunca mejor dicho) de setecientas p¨¢ginas. En su condici¨®n de homo litterarius trabaja todav¨ªa sub specie aeternitatis. Finge ignorar que de su infancia no nos separa un lapso biogr¨¢fico, sino una mutaci¨®n hist¨®rica. Involuntariamente, sugiere el fracaso general de la literatura, cuando limita esta antolog¨ªa al deleite (renunciando a la instrucci¨®n y a la moral o la pol¨ªtica). Tambi¨¦n cuando delega el trabajo literario en sus ayudantes, de modo que s¨®lo el pr¨®logo parece aut¨¦nticamente suyo. Parad¨®jicamente, es lo que se les har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil a los ni?os. A ellos, y a todos los que est¨¢n aprendiendo, quiz¨¢ les hubiera venido bien alg¨²n dato o comentario sobre los autores y obras seleccionados.
Por otra parte, su desprecio de la literatura infantil y juvenil escrita en el ¨²ltimo siglo le ha privado de considerar cuentos tan divertidos como Hipers¨²per Jezabel, de Tony Ross, o tan conmovedores (para todas las edades) como El Principito. Resumiendo, se trata de una antolog¨ªa de buenos textos anglosajones con algunas pinceladas de otras literaturas, excluida la espa?ola. Uno se pregunta si la traducci¨®n de una antolog¨ªa de este tipo no deber¨ªa ser anal¨®gica de modo que se adaptaran la selecci¨®n de textos y sus versiones. Las f¨¢bulas de Esopo se nos ofrecen en la impecable prosa de un buen fil¨®logo, cuando deber¨ªan seguir siendo poemas memorables (habr¨ªan servido las versiones tradicionales, incluso recreaciones como las de Samaniego). L¨¦ase, pues, como una buena introducci¨®n incompleta a la literatura universal. Su principal defecto puede volverse virtud si alg¨²n Bloom local (vayamos pensando nombres) se anima a editar una antolog¨ªa complementaria de sus lecturas infantiles.
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