Una precampa?a intramuros
Luis D¨ªaz Alperi, candidato del PP a la alcald¨ªa de Alicante, apenas sale del Ayuntamiento desde el inicio de la guerra
A Luis D¨ªaz Alperi (Oviedo, 1945), candidato del PP a la alcald¨ªa de Alicante, el ruido popular y pol¨ªtico de la guerra en Irak no le ha hecho mella en su sistema nervioso. El actual primer edil de Alicante afronta su tercera precampa?a para revalidar el cargo sin variar un ¨¢pice sus singulares pautas electorales: gesti¨®n intramuros y encuentros, cara a cara -no programados y al margen de la agenda oficial del partido- con los vecinos. Desde el inicio de la guerra en Irak, se cuentan con los dedos de una mano las presencias del alcalde en actos p¨²blicos fuera del edificio del Ayuntamiento, mientras multiplica las actividades en su despacho oficial o en los reservados de los restaurantes de la ciudad.
Su declarada aversi¨®n a los m¨ªtines y actos de partido, incluso en plena campa?a, le llev¨® a ausentarse de uno los principales actos convocado por el PP en la ciudad desde el inicio del conflicto b¨¦lico: la presentaci¨®n del programa auton¨®mico de los populares, que congreg¨® a la c¨²pula de los conservadores valencianos, con el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, a la cabeza. Sin embargo, no hizo ascos a otro que le acarre¨® v¨¦rselas cara a cara con los manifestantes contra la guerra. Fue con motivo de la inauguraci¨®n de las obras de ampliaci¨®n del Hospital General de Alicante. Al acto asistieron dos ministros, el omnipresente Eduardo Zaplana, y la ministra de Sanidad, Ana Pastor. Ambos eligieron la puerta de emergencias para acceder al recinto hospitalario para evitar a los concentrados. Luis D¨ªaz Alperi, por el contrario, carg¨® sobre sus espaldas el peso de la protesta y entr¨® al hospital por la puerta principal, entre los gritos y abucheos de los pacifistas.
D¨ªaz Alperi, un perito mercantil y ex promotor de viviendas que ha cosechado estrepitosos fracasos en su actividad empresarial privada, se ha forjado, por contra, una aureola populista que le ha catapultado a la c¨²spide de pol¨ªtica local. Y all¨ª, en la alcald¨ªa de Alicante se ha mantenido, pese a jalonar su gesti¨®n con pol¨¦micas decisiones, a veces rayanas en supuesta prevaricaci¨®n y tr¨¢fico de influencias. El alcalde ha estado imputado y exculpado, y ahora vuelve a ser carne de ca?¨®n judicial, al admitir a tr¨¢mite parcialmente un juzgado una querella del PSOE por su supuesta responsabilidad en el desfalco de seis millones de euros en la empresa p¨²blica Mercalicante.
Alperi est¨¢ seguro de revalidar la victoria con tan s¨®lo aplicar su m¨¢gica f¨®rmula: "Trabajo, trabajo y trabajo", precisa. "Habilidad para elevar a la categor¨ªa de excepcional lo habitual en una gesti¨®n, como por ejemplo asfaltar una calle", apostilla un persona de su entorno. Sin embargo, los mentideros populares no est¨¢n seguros ni tan siquiera de que el basti¨®n de la alcald¨ªa de Alicante resista el desgaste pol¨ªtico que la guerra est¨¢ causando en las filas populares, incluso sacando m¨¢s votos que la opci¨®n socialista, que lidera Blas Bernal.
D¨ªaz Alperi es escrupuloso con el principio de obediencia debida y acata sin rechistar las consignas del l¨ªder, en este caso el ministro Zaplana. A cambio, goza de una amplia autonom¨ªa a la hora de programar sus campa?as, muy alejadas de la ortodoxia partidista (por ejemplo no es amigo de empapelar la ciudad con carteles con su imagen). El partido es consciente de su "¨¦xito" y se resigna a su d¨ªscola actitud. Quiz¨¢ por ¨²ltima vez. D¨ªaz Alperi no oculta su deseo por continuar su carrera pol¨ªtica allende los Pirineos. El actual alcalde, en caso de ganar las elecciones, abdicar¨ªa en favor del candidato a la Diputaci¨®n, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, a cambio de un acta de eurodiputado.
Pero quiz¨¢ tambi¨¦n y a la vista de los sondeos preelectorales, Alperi se vea obligado a ponerse el mono electoral y embarcarse en una campa?a para predicar en foros p¨²blicos y en actos programados la peculiar receta que prescribe a sus votantes en la intimidad.
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