Hay otras guerras dentro de esta
Una vez liquidada la autocracia de Sadam Husein y tumbadas todas sus estatuas inquieta pensar que el asunto no termina ah¨ª y que estamos en el pr¨®logo de decisiones m¨¢s sangrientas todav¨ªa
Espa?olidad.es
Cabe suponer que cuando Rodr¨ªguez Zapatero dice que lo que une a los manifestantes contra la agresi¨®n a Irak es que son espa?oles quiere decir que la espa?olidad no es atributo exclusivo de Aznar y su equipo de gobierno. Si los que se oponen a la entusiasta colaboraci¨®n del pep¨¦ en el dise?o guerrero de la pol¨ªtica exterior de George Bush y su equipo de cerebros a lo Rumsfeld van contra los intereses espa?oles, se entiende que es porque tienen objetivos distintos de la defensa de la espa?olidad de Espa?a, as¨ª que Aznar y los suyos est¨¢n dispuestos a prefabricar una fractura civil de consecuencias incalculables por ver de ganar algo del terreno electoral perdido a cuenta de su mala cabeza. Agitar en estos momentos el trampantojo de esa presunta quiebra de lealtades s¨ª que atenta, y de manera m¨¢s tonta que grave, contra la voluntad de los espa?oles y su manifestaci¨®n.
Ni?os amputados
No importa a qui¨¦n votaste en las ¨²ltimas elecciones. Como espa?ol representado por el gobierno que habla por todos los espa?oles, eres responsable de la desdicha de ese ni?o iraqu¨ª con sus extremidades reventadas por una bomba tan inteligente como el presidente Aznar, y sobre todo de su terrible mirada infantil, err¨¢tica y sin destino en medio de una atrocidad que no puede comprender. Pero cuidado, porque, aun postrado en el jerg¨®n infecto de un hospital de campa?a, se atreve a alzar los dos dedos que le quedan en su mano derecha para ensayar sin m¨¢s aliento que su voluntad el eterno signo de la victoria. "De cada ni?o muerto nace un fusil sin ojos que os buscar¨¢ un d¨ªa el sitio del coraz¨®n", escribi¨® Pablo Neruda acerca de otra guerra tampoco tan lejana, y tan civil como todas lo van siendo. Una maldici¨®n de poeta que la estupidez de confortables estrategas alimenta sin descanso, como si la memoria del horror fuese ajena a la par¨¢lisis armada de su recuerdo.
Verg¨¹enza propia
Alguien de mucho saber, tal que Marx en la versi¨®n m¨¢s alejada de seguidores colaterales como Groucho, dej¨® dicho que la verg¨¹enza es un sentimiento revolucionario, y ser¨¢ por eso que sus avenidas son muy poco transitadas. No es las ganas de vomitar directamente cuando se ve a Arenas Bocanegra escupiendo en la tele con la ceja alzada a lo Sara Montiel sus innumerables tropel¨ªas de partido, sino dar por supuesto que diez millones de votos obtenidos hace casi cuatro a?os suponen diez millones de personas adultas sin ninguna facultad de autocr¨ªtica y sin verg¨¹enza alguna hacia lo que sus representantes pol¨ªticos hacen en su nombre. Los primeros en desautorizar aventuras militares de dudoso fundamento deber¨ªan ser esos casi diez millones de votantes cuya prosperidad -por no hablar de su conciencia- no est¨¢ ligada a las grandes constructoras ni al desarrollo atroz de la industria militar.
Otro que tal
Cierto que a Cuba la han machacado bien machacadita desde por lo menos 1960 con no importa qu¨¦ pretexto, y que el resultado ha sido el adi¨®s forzoso a la revoluci¨®n despu¨¦s de un arranque fulgurante y de mucha pandemia en el subcontinente. As¨ª las cosas, adem¨¢s de que un gobernante debe saber cu¨¢ndo ha perdido la partida (y debe bastarle como indicio que la mitad m¨¢s uno del censo quiera abandonar el pa¨ªs como sea), es odioso aprovechar que el frente se sit¨²a ahora en el otro extremo del mundo para detener a unos cuantos disidentes y condenarlos a prisi¨®n de por vida, en un ejercicio de tiran¨ªa que ni siquiera puede escudarse en el peligro que suponen para un proceso revolucionario que pertenece al pasado. Y si la opini¨®n contraria de los disidentes pone de los nervios a Fidel Castro, que se tome un valium antes de emular en ejecuciones al m¨¢s lerdo de los Bush.
Falsa alarma social
El episodio de la Cl¨ªnica de la Concepci¨®n, en Madrid, donde una m¨¦dica perturbada apu?al¨® a varias personas, ha servido para desatar la fantas¨ªa acerca de una afecci¨®n muy cinematogr¨¢fica desde una famosa pel¨ªcula de Hitchcock que produjo numerosas secuelas, todas ellas lamentables. Lo cierto es, como proclama en vano la Plataforma en Defensa de los Servicios P¨²blicos de Salud Mental, que la psicosis bien entendida empieza por uno mismo, que el enfermo mental es un peligro sobre todo para el desarrollo de la persona enferma, que se trata de unas cuarenta mil personas en nuestra comunidad, indefensas ante la hipocres¨ªa social frente a una conducta an¨®mica que casi nadie quiere resolver y que, en fin, se trata de pacientes m¨¢s indefensos que los ni?os abandonados, porque al menos la infancia dispone de centros de acogida, por temibles que sean. Al loco, ni agua. Para qu¨¦, si ya no vota.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.