Adi¨®s a los ni?os mimados
Hay que volver a algunas peque?eces inmediatas de aqu¨ª mismo: Semana Santa, Sant Jordi, elecciones municipales. Nuestro v¨¦rtigo local se envuelve este a?o en un v¨¦rtigo global. El caso es que hay curiosidad por ver c¨®mo los dos v¨¦rtigos se abrazan, se complementan o se destruyen, nos benefician o nos hunden en la miseria. Pocas veces se hab¨ªa podido palpar con tanta nitidez la penetraci¨®n del mundo exterior en nuestras vidas, incluso en esta Catalu?a que abandona su estado de oasis a marchas forzadas. La sensaci¨®n de que la historia corre, vuela y nos marca para bien o para mal preside el presente m¨¢s cercano, cambia la luz de los acontecimientos m¨¢s solidificados y hace que nuestro v¨¦rtigo local parezca otro.
Claro que nunca hab¨ªamos visto algo parecido a lo que los norteamericanos han llamado "Operaci¨®n Conmoci¨®n y Pavor". El nombre ha resultado ser de una precisi¨®n milim¨¦trica: Irak ha estado en el epicentro de unas ondas que han conmovido y aterrado hasta los m¨¢s recalcitrantes corazones de los oasis m¨¢s duros de pelar, y esas cosas no se viven impunemente. As¨ª que no sabemos si Semana Santa es hoy m¨¢s o menos Semana Santa que otros a?os, ni si Sant Jordi ser¨¢ otra exhibici¨®n de autoestima complaciente o si en las elecciones municipales, tan pr¨®ximas, los electores pensar¨¢n en el Prestige, en el bigote de Aznar, en las estatuas ca¨ªdas de Sadam, en los ojos de los ni?os iraqu¨ªes, en la misteriosa neumon¨ªa global que tanto recuerda al sida o en los periodistas muertos para que tengamos un peque?o trozo de la verdad. ?Servir¨¢n esas citas tradicionales para pensar en atascos de tr¨¢fico, libros, candidatos y futuro, o expresar¨¢n mayores novedades?
La verdad es que estamos todos muy raros. Cuando el ruido del mundo es avasallador, los atascos, los libros y los candidatos se ven con otros ojos. Quiz¨¢ hemos tropezado con demasiadas cosas indigeribles en poco tiempo; quiz¨¢ ha llegado la hora, tras los inequ¨ªvocos acontecimientos de este invierno, de dejar atr¨¢s aquella cultura blanda de ni?os mimados y descubrir no s¨®lo que el desodorante ha abandonado a m¨¢s de uno, sino que se ha perdido la propia virginidad.
Eso parece, si tenemos en cuenta ese extra?o e imprevisto fen¨®meno emergente que el recalcitrante New York Times ha calificado de "nueva potencia global": una opini¨®n p¨²blica planetaria cuyo nexo de uni¨®n es un mandato de entendimiento humano dialogado y no violento. Pocas veces, la verdad, se hab¨ªa o¨ªdo tan clara y sincronizadamente ese grito de tanta gente horrorizada de lo que ella misma hab¨ªa consentido hasta ahora. Con la barbarie instalada como espiral inacabable en el s¨ªmbolo que ya es Irak, nada m¨¢s f¨¢cil que descubrir otras barbaries, otros sufrimientos, otros enga?os -Cuba, Congo- que atizan la mecha de la lucidez social resumida en una frase tonta y conservadora: "As¨ª no podemos seguir". Eso mismo es lo que dice Mike Moore en su estremecedor documental Bowling for Columbine, que la gente, clavada en sus asientos, aplaudi¨® con frenes¨ª el d¨ªa que asist¨ª a ese espect¨¢culo documentado que saca a flote el cinismo hist¨®rico defensor de las armas.
?Nos estamos volviendo colectivamente malos, protestones, rebeldes? ?Qu¨¦ significa esto? Nadie lo sabe a¨²n. Pero ni la Semana Santa, ni Sant Jordi, ni las elecciones ser¨¢n lo mismo que otras veces con tanta gente en pleno proceso de cambio de piel. Ha habido un descubrimiento decisivo: los ni?os mimados no dorm¨ªan como estaba previsto ni jugaban con sus juguetes. Los ni?os mimados comienzan, tal vez, a tener verg¨¹enza de sus desvar¨ªos y su pereza. Los viejos milagros, los l¨ªderes sobrehumanos, los candidatos tramposos empiezan a dar risa cuando m¨¢s buscan una solemnidad fatua. ?Tomar¨¢n nota los candidatos y los partidos de que ya estamos en otra cosa o siguen creyendo que el mundo puede cambiar sin que ellos lo noten? Muy pronto lo veremos.
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