?Cambio o relevo?
?Por qu¨¦ van a las manifestaciones si no escuchan? ?S¨®lo para hacerse la foto? ?No saben que la gente no quiere fotos, quiere otra manera de hacer las cosas? La primera en la frente. Se ha dicho y repetido que la ciudadan¨ªa estaba pidiendo en la calle mayor proximidad, mayor humildad, mayor transparencia en la acci¨®n pol¨ªtica. All¨ª vimos a la plana mayor de CiU y del PSC. En la primera ocasi¨®n que han tenido de demostrar que ellos s¨ª est¨¢n cerca de la gente y entienden sus mensajes se ponen de acuerdo para hacer un monumento a la peor politiquer¨ªa: la componenda a puerta cerrada y en secreto que ha puesto fin a la comisi¨®n de investigaci¨®n sobre las encuestas manipuladas por el Gobierno catal¨¢n. Por si fuera poco, Jordi Pujol va y dice a continuaci¨®n que las acusaciones de corrupci¨®n son espect¨¢culo medi¨¢tico y que en el fondo hay acuerdo para que no llegue la sangre al r¨ªo. Todo ello con ruido de acompa?amiento. El cinismo del PP, que ahora clama esc¨¢ndalo cuando se han pasado dos legislaturas cubri¨¦ndose las verg¨¹enzas mutuamente con CiU, aqu¨ª como en Madrid, y bloqueando comisiones de investigaci¨®n. El oportunismo de ERC, a la que los dos grandes partidos parecen decididos a hacerle la campa?a electoral gratis. Carod afirma a menudo que CiU y PSC son lo mismo y que el cambio est¨¢ en otra parte. Sus dos contrincantes parecen decididos a darle la raz¨®n.
Se dir¨¢ que era un problema menor, que se hab¨ªa engordado medi¨¢ticamente y que es absurdo darle una importancia desmesurada. Menor o no, es sintom¨¢tico. Sintom¨¢tico de que los partidos cuanto m¨¢s grandes son generan una piel m¨¢s gruesa que les hace impermeables a las voces que llegan de la calle. Sintom¨¢tico de que los socialistas piensan m¨¢s en t¨¦rminos de relevo de personas que de cambio profundo en las orientaciones pol¨ªticas y en la manera de hacer las cosas. Recuerdo que antes de las elecciones de 1999 acab¨¦ un art¨ªculo interpelando a Maragall con esta pregunta: gobernar, ?para qu¨¦? Han pasado cuatro a?os y vuelvo a formul¨¢rsela porque para hacer lo mismo que Converg¨¨ncia no s¨¦ si merece la pena. Las elecciones de 1999 -siendo las primeras realmente competitivas desde la primera mayor¨ªa absoluta de CiU- tuvieron la participaci¨®n m¨¢s baja de la historia democr¨¢tica. ?Se va camino de volver a batir este triste r¨¦cord? Quien tiene que motivar a los electores son los candidatos, en especial los aspirantes, y m¨¢s todav¨ªa el que tiene la bolsa de abstencionistas m¨¢s grande. Para motivarlos hay que convencerles de que se aspira a algo m¨¢s que un cambio de guardia en la ¨¦lite dirigente.
Es curioso el comportamiento electoral de la Espa?a de las autonom¨ªas. Es mucho m¨¢s dif¨ªcil la alternancia en las comunidades aut¨®nomas que en el Gobierno central. De Extremadura a Catalu?a, de Andaluc¨ªa a Galicia, de Castilla-La Mancha al Pa¨ªs Vasco, siempre gobiernan los mismos. Y los aspirantes se mueven a tientas como si tuvieran miedo a ofender desafiando al poder establecido. La gente no est¨¢ para grandes cambios, dicen. En cierto modo, el viejo caciquismo espa?ol ha emergido en el Estado auton¨®mico en forma de clientelismo democr¨¢tico. Y todos tienen miedo a que el edificio les caiga encima si se atreven a tocar estas estructuras.
Pienso que hay muchas razones que hacen deseable un cambio en Catalu?a, m¨¢s all¨¢ del siempre higi¨¦nico relevo de equipos despu¨¦s de un largu¨ªsimo periodo de gobierno monocolor. Creo que Catalu?a deber¨ªa aspirar a un cambio en positivo, no a un cambio por simple desgaste o fatiga de las piezas de la Administraci¨®n actual, y que este cambio debe empezar por la transparencia y la veracidad en la relaci¨®n con la ciudadan¨ªa. ?Podemos creer que lo llevar¨¢ a cabo quien acaba de aceptar un cambalache de trastienda por un asunto menor? ?Qu¨¦ hubiese pasado si llega a ser un problema mayor? ?Se puede creer que quien act¨²a as¨ª estando en la oposici¨®n facilitar¨¢ las comisiones de investigaci¨®n cuando gobierne, convertir¨¢ el Parlament en verdadero centro de la vida pol¨ªtica y acercar¨¢ la Administraci¨®n a la ciudadan¨ªa? Hace una semana que la gente gritaba en la calle contra este modo de hacer las cosas. Ni caso. Es bastante desolador.
Sin embargo, Catalu?a necesita salir del ensimismamiento en que le ha metido una pol¨ªtica montada sobre una peculiar mezcla de ret¨®rica nacionalista y pragmatismo que frena al nacionalismo por una visi¨®n victimista de las relaciones de fuerza y limita al pragmatismo en nombre de los fantasmas familiares del n¨²cleo gobernante. Catalu?a necesita saber qu¨¦ quiere decir a Espa?a y qu¨¦ papel quiere ejercer en ella, m¨¢s all¨¢ de un mercadeo casi siempre a la baja. Catalu?a necesita situarse en el mapa europeo, capitalizando todo lo que tiene -del poder econ¨®mico al savoir faire cultural, es mucho y podr¨ªa ser mucho m¨¢s-, independientemente de las trabas que pongan en Madrid. Catalu?a debe aprovechar su posici¨®n estrat¨¦gica para ir tejiendo tramas de relaci¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y cultural, partiendo del valor que hoy tiene en el mundo la marca Barcelona. Catalu?a debe definir (y potenciar) sus opciones estrat¨¦gicas -sus especializaciones- en la econom¨ªa global y debe saber actuar como polo de atracci¨®n de capital humano, incluido el de m¨¢s alta calificaci¨®n, si quiere parecerse m¨¢s a California que a Florida. ?Hemos de atender algunos mensajes, m¨¢s indiciarios que precisos, que Maragall ha lanzado en esta direcci¨®n o tenemos que guiarnos por la irrefrenable tendencia a la transversalidad (como expresi¨®n del miedo a ser demasiado diferentes) que tantas veces ha acabado poniendo a los socialistas catalanes en manos de los nacionalistas?
Desde que el PP gobierna en Espa?a ha aumentado en un 13% el n¨²mero de catalanes que quieren m¨¢s autogobierno, hasta llegar al 42% (el 27% se da por satisfecho con la situaci¨®n actual, el 17% defiende el derecho a la independencia, el 7% desear¨ªa un Estado centralizado). Bien est¨¢ que, en consecuencia, se propongan reformas del Estatuto y del marco constitucional. Pero Catalu?a, sobre todo, debe aprovechar el impulso de su ciudadan¨ªa, que le ha convertido en referencia del resurgir pol¨ªtico de la opini¨®n p¨²blica durante los ¨²ltimos meses, para afrontar la necesaria democratizaci¨®n de los partidos pol¨ªticos y de las instituciones y concretar el tan cacareado retorno de la pol¨ªtica. An¨¦cdotas como la de la comisi¨®n de investigaci¨®n sobre las encuestas dan pocos motivos para la esperanza. La politiquer¨ªa parece estar muy instalada. Las cacerolas deber¨¢n seguir doblando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Pol¨ªtica nacional
- Opini¨®n
- Pol¨¦micas sondeos
- ERC
- VI Legislatura Catalu?a
- PSC
- Comisiones parlamentos auton¨®micos
- Orden p¨²blico
- CiU
- PSOE
- Seguridad ciudadana
- Generalitat Catalu?a
- Parlamentos auton¨®micos
- Encuestas
- Protestas sociales
- Catalu?a
- Opini¨®n p¨²blica
- Gobierno auton¨®mico
- Malestar social
- Partidos pol¨ªticos
- Parlamento
- Comunidades aut¨®nomas
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Justicia