Quemar las naves
Las expresiones p¨²blicas del nacionalismo democr¨¢tico en torno al Aberri Eguna han tenido lugar bajo el signo de la incontinencia verbal. Parece claro que ante las dificultades reales con que tropez¨® el plan Ibarretxe en medios pol¨ªticos y econ¨®micos vascos, ¨¦l y su partido han optado por una huida hacia delante, radicalizando cada vez m¨¢s las propias posiciones, de manera que resulte cada vez m¨¢s dif¨ªcil toda relaci¨®n entre constitucionalistas y soberanistas. La radicalizaci¨®n tiene adem¨¢s como objetivo mostrar a la opini¨®n p¨²blica que no hace falta la presencia del independentismo sometido a ETA, ya que entre PNV y EA cubren perfectamente el espectro secesionista y por a?adidura garantizan que la marcha hacia el objetivo so?ado tendr¨¢ lugar sin sobresaltos, sin deslizarse fuera de Europa. Se trata de incidir sobre el voto independentista, pero reacio a la violencia, para que prosiga el trasvase de votos desde el campo etarra al democr¨¢tico en la estela del 13-M. En cuanto a los costes que semejante operaci¨®n pudiera tener, quedan en principio cubiertos por el desgaste sufrido por Aznar y el PP en los ¨²ltimos meses, de manera que pujando m¨¢s alto que nadie el PNV puede pensar en la conquista de los tres "territorios hist¨®ricos", tal vez de las tres capitales. Con ello estar¨ªa en condiciones de hacer una lectura de las elecciones administrativas a modo de plebiscito anticipado a favor del plan del 27 de septiembre. Y el siguiente paso, la discusi¨®n del proyecto de Estado Libre en el Parlamento vasco tendr¨ªa para el discurso abertzale el car¨¢cter de una simple confirmaci¨®n de la voluntad popular previamente expresada. Tal vez esa interpretaci¨®n sea asumida por un sector del socialismo vasco. Despu¨¦s de la "consulta", Dios dir¨¢.
De ah¨ª la vocaci¨®n atrapalotodo de los discursos nacionalistas, siempre sobre un fondo de violencia. El partido apunta a la futura independencia, mientras Ibarretxe habla de acuerdo con Espa?a en r¨¦gimen de co-soberan¨ªa. El Estatuto es presentado poco menos que como una carta otorgada franquista, y luego es reivindicado en calidad de plataforma para la nueva situaci¨®n pol¨ªtica. El PNV dice rechazar la violencia y considerar negativa la supervivencia de ETA, para a continuaci¨®n cargar con la artiller¨ªa de mayor calibre contra el PP (personificado en el "neofalangista" Aznar), sin duda el verdadero enemigo, que odia al euskera y a los vascos, y nada menos que pretende, siguiendo la recomendaci¨®n que en tiempos hiciera el escritor facha S¨¢nchez Mazas, grabar con fuego el nombre de Espa?a sobre los lomos de los vascos. Ni m¨¢s ni menos, tal cosa dice el documento oficial ante el Aberri Eguna del PNV, donde la referencia a Espartero delata la pluma de Xabier Arzalluz.
La puja soberanista desemboca as¨ª en un escenario apocal¨ªptico. De nada sirve que en sus declaraciones Ibarretxe dore la p¨ªldora con una sucesi¨®n de enga?os para mostrar que toda Europa adopta las f¨®rmulas de la libre asociaci¨®n -para nada dentro de los Estados-, que su pretensi¨®n se inspira en el reconocimiento de l?nder y cantones por Alemania y Suiza, respectivamente, o que su plan cabe en la Constituci¨®n. La aparente suavidad se torna firmeza al pasar a lo concreto. Piensa llevar a cabo cuanto antes su "consulta" despu¨¦s del paso por el Parlamento vasco, y desaparecen las menciones precedentes a la exigencia de que la violencia -l¨¦ase terror- de ETA cese de una vez para la puesta en pr¨¢ctica del procedimiento.
No estamos ante un proceso democr¨¢tico de autodeterminaci¨®n, sino de ejecuci¨®n por encima de todo del proyecto soberanista de Ibarretxe, estableciendo de antemano un poder constituyente vasco. Por eso, Arzalluz se cura en salud y presenta el desbordamiento por su Gobierno del marco constitucional como reacci¨®n l¨®gica a la agresi¨®n espa?ola. A eso llama estado casi de guerra con Madrid. Siempre en nombre de ese m¨ªtico "pueblo vasco", cuya esencia biol¨®gica se proyecta en un idioma, nada menos que desde el neol¨ªtico. Los derechos hist¨®ricos son ya ahora derechos prehist¨®ricos a la tierra prometida para ese pueblo excepcional. Y para que todo encaje, el siniestro documento se abre con la evocaci¨®n de la espada de Josu¨¦, el l¨ªder del pueblo elegido que ocup¨® esa tierra prometida exterminando en lo posible hasta el ¨²ltimo de los pobladores no jud¨ªos. Buena referencia para un partido que se dice democr¨¢tico y triste signo de lo que nos aguarda.
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