S¨ªsifo, otra vez
Parece una iron¨ªa del destino, ese destino tantas veces cuestionado por Imre Kert¨¦sz, que el primer libro publicado en Espa?a despu¨¦s de la concesi¨®n del Premio Nobel trate del fracaso del escritor. Sin embargo, durante m¨¢s de tres d¨¦cadas ¨¦ste constituy¨® una triste constante de su trayectoria como novelista, mientras -otra iron¨ªa para el autor de una obra tan tr¨¢gica- sus comedias y vodeviles cosecharon cierto ¨¦xito en Hungr¨ªa. Kert¨¦sz, encerrado con un solo juguete -su mente prodigiosa-, admiti¨® la experiencia del fracaso, la asumi¨® como parte de su identidad literaria, y logr¨® as¨ª darle la vuelta a su desesperada situaci¨®n. De la marginaci¨®n intelectual impuesta por la dictadura, sac¨® una obra sobre la marginaci¨®n intelectual en las dictaduras, la presente novela, escrita entre 1973 y 1985.
FIASCO
Imre Kert¨¦sz
Traducci¨®n de Adam Kovacsics
Acantilado. Barcelona, 2003
371 p¨¢ginas. 21 euros
El complejo juego circular de Fiasco corresponde al armaz¨®n tem¨¢tico que sostiene el libro: el imperativo moral del esfuerzo humano, aparentemente in¨²til. K?ves ("pedregoso" en h¨²ngaro), su protagonista desdoblado, empuja como S¨ªsifo la piedra del destino que condiciona todos sus pensamientos: haber "sobrevivido a su muerte" y escrito una novela sobre los campos de concentraci¨®n que no puede publicar. Pero antes de viajar con K?ves al lugar de sus aventuras kafkianas, una Budapest devastada por la guerra y controlada por los "aduaneros", se le prepara al lector con prolijos e hilarantes rodeos ret¨®ricos para el plato fuerte que le espera: "Un tratado sobre la transmisi¨®n est¨¦tica de la violencia". Estamos en la p¨¢gina 121 cuando empieza el primer cap¨ªtulo de Fiasco.
Es sabido que Kert¨¦sz acostumbra a exponer en sus libros planteamientos filos¨®ficos fundamentales a partir de experiencias concretas que apenas reviste de un transparente ropaje ficcional. En Fiasco demuestra que puede ser un gran fabulador, cuando quiere, y que sabe todos los trucos del narrador profesional. Pero deja bien claro que le importan poco, ya que los desenmascara con infinidad de par¨¦ntesis y evidencia en cada momento el abismo entre creaci¨®n literaria y realidad vivida. Lo que, en cambio, s¨ª le importa son las cuestiones ¨¦ticas que debaten sus personajes. ?Qu¨¦ es la muerte masiva en los campos de concentraci¨®n? Algo inconcebible y finalmente trivializado porque aburre la repetici¨®n de hechos ¨²nicos. ?En qu¨¦ se distinguen v¨ªctima y verdugo? En el azar que permite a uno dar rienda suelta a sus instintos violentos. K?ves, el intelectual refugiado en sus libros, aprende esta lecci¨®n cuando le llaman a filas y se le asigna el puesto de carcelero en la prisi¨®n militar. En un enfrentamiento con un preso en huelga de hambre se quebranta su integridad moral y le propina una bofetada: "?Ninguna persona torturada -grit¨¦-, ninguna queda sin m¨¢cula! Lo s¨¦ perfectamente, y no me preguntes por qu¨¦. Nunca m¨¢s podr¨¢s hablar de inocencia, sino a lo sumo de supervivencia".
Al final, los actos no son lo que diferencian a K?ves del hombre responsable de 30.000 asesinatos, sino las circunstancias que les permiten ejecutarlos. Este aprendizaje constituye "el camino de la gracia" que K?ves acepta recorrer. Y encuentra una curiosa felicidad en este purgatorio, cuyo fin para ¨¦l -se abren las fronteras, K?ves publica su novela- ya no puede deparar un happy-end: "Una nostalgia dolorosa lo atraviesa entonces, y saborea con la amargura de la a?oranza, insaciablemente, los recuerdos dulces de su fracaso, el tiempo en que viv¨ªa una vida intensa, lo consum¨ªa la pasi¨®n y lo nutr¨ªa la esperanza secreta que luego un viejo (...) ya no podr¨ªa compartir. Su singular aventura, su ¨¦poca heroica, lleg¨® a su fin".
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