Torear a un muerto
Ponce y El Juli mataron a cuatro toros muertos. Porque estaban muertos antes de que los mataran. Salieron reses de cuatro hierros distintos. Tres se devolvieron a los corrales. Casi tres horas de insufrible aburrimiento. ?Alguien da m¨¢s? Un dato: en el cartel figuraban las dos primeras figuras del escalaf¨®n, las que imponen ganader¨ªas. Y ah¨ª est¨¢ el resultado.
Ponce ni se despein¨®. Tuvo enfrente a dos exponentes de la ausencia de casta, y se dio un arrim¨®n en el cuarto para justificar lo injustificable. Tanto que el toro se derreng¨® a sus pies.
El Juli mat¨® a un toro basura, y, despu¨¦s, hasta hasta tres veces se puso de rodillas en la puerta de chiqueros para recibir a los tres toros quintos que salieron. Banderille¨® muy bien, ¨¦sa es la verdad, y tore¨® peor que nunca. Tambi¨¦n se arrim¨®, pero el toro hac¨ªa tiempo que estaba muerto.
Del R¨ªo / Ponce, El Juli, Jim¨¦nez
Dos toros de Victoriano del R¨ªo (cuatro rechazados en el reconocimiento); 2?, descastado, y 5?, devuelto y sustituido por otro de Hermanos Tornay, tambi¨¦n devuelto, y en su lugar sali¨® otro de este mismo hierro, inv¨¢lido; 1?, de Tornay, inv¨¢lido; 3?, 4? y 6?, de Cort¨¦s, mansos y descastados; el ¨²lt¨ªmo, sustituido por otro de F¨¦lix Hern¨¢ndez, manso y violento. Enrique Ponce: silencio y divisi¨®n. El Juli: silencio y ovaci¨®n. C¨¦sar Jim¨¦nez: oreja y ovaci¨®n. Plaza de la Maestranza, 30 de abril. 11? corrida de feria. Lleno.
Buena presentaci¨®n de Jim¨¦nez, que cort¨® una oreja muy barata, pero dijo que su toreo con capote y muleta tiene sabor y gracia, aunque fue m¨¢s pinturero que profundo. Se abri¨® de capa con las manos muy bajas y lo intent¨® por chicuelinas. Despu¨¦s, tir¨® bien de la embestida, pero no se enfad¨® lo necesario para encender la pasi¨®n. Dos tandas de naturales largos y despegados y se acab¨®. El sexto era feo y violento, y Jim¨¦nez, aunque joven, no est¨¢ para esa guerra. Su banderillero El Chano, extraordinario en dos pares.
Y no se acababa nunca...
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