?Qu¨¦ hacemos con la muralla ¨¢rabe?
Es un asunto menor. Se trata de recuperar y exhibir los restos de la muralla ¨¢rabe -siglo XI- que todav¨ªa se conservan en el barrio del Carme de Valencia. El proyecto involucra a un centenar de vecinos, o quiz¨¢ menos, que resultar¨ªa damnificado por la reforma, en el supuesto de que se lleve a cabo. Sus inmuebles encubren o se apoyan en las seculares piedras y est¨¢n condenados a la piqueta. No es sorprendente que se opongan al proyecto con alegatos m¨¢s o menos id¨®neos, pero todos respetables y algunos conmovedores. La asechanza del desahucio y el atropello en que este se resuelve a menudo justifican la alarma, por no mentar los trastornos y aun la agresi¨®n que conlleva todo desarraigo.
Como era de esperar, las asociaciones vecinales de este entorno urbano -que son varias y no demasiado bien avenidas- tambi¨¦n han impugnado con distinto ¨¦nfasis esta propuesta que, a la postre, est¨¢ sacudiendo las opiniones de los residentes y devotos de esta languideciente e hist¨®rica barriada. Se nos apremia para que optemos sin matices cuando, en realidad, la inmensa mayor¨ªa de los requeridos solo tiene vagas noticias del plan que se propende. La respuesta, por otra parte, depende de c¨®mo se formule la pregunta. Nadie se opone a que se rescate la muralla y se la enmarque en un espacio verde. Otro es el parecer cuando se menciona la contrapartida de los derribos y realojos.
He de confesar que, en mi condici¨®n de avecindado con varias d¨¦cadas de avecindamiento entre las Torres de Quart y el Portal de Serrans, que apuesto rotundamente por la intervenci¨®n, siempre y cuando se cumplan dos condiciones elementales. La primera de ellas consiste en proceder a una informaci¨®n exhaustiva acerca de este prop¨®sito para que los ciudadanos valoren y hasta "visualicen" c¨®mo resultar¨¢ el nuevo espacio que se les ofrece. De ello se infiere, como apartado fundamental, cu¨¢l ser¨¢ el destino e indemnizaci¨®n que corresponde a los damnificados por esta mejora. Sin resolver este cap¨ªtulo, a todas luces prioritario, nadie habr¨ªa de remover una sola piedra. La torpes expropiaciones para la ampliaci¨®n del IVAM, por no citar otras m¨¢s lejanas, nos tienen bien aleccionados.
Pero atendidos que sean estos apartados, y asumido que algunos convecinos han de cargar con el mochuelo, ?c¨®mo podemos rechazar una actuaci¨®n urban¨ªstica que recupera lienzos y torreones de la muralla musulmana secularmente abandonados, al tiempo que reconquista y abre al uso p¨²blico nuevos espacios que hoy son, en buena medida, reos de la incuria o meros basurales? ?Qu¨¦ alternativa se sugiere? ?Dejar las cosas como est¨¢n y esperar otra oportunidad, acaso remota? Podremos considerar y discutir el alcance del proyecto y si afecta por igual a todos los edificios que se engulleron tramos de muralla. Esos u otros aspectos. Pero frenar esta iniciativa es trabar m¨¢s si cabe el lento renacimiento de este paraje urbano que no acabar¨¢ de revivir sin alicientes para atraer la inversi¨®n privada y renovar su tejido humano.
No ser¨¢ necesario recordarle a los reticentes que han pasado m¨¢s de 20 a?os desde que se anunciaron ambiciosos planes oficiales de rehabilitaci¨®n del barrio y que no se sabe -o yo al menos ignoro- qu¨¦ porcentaje se ha invertido de los 23.000 millones de pesetas que se prometieron para el Centro Hist¨®rico en 1992. Y no digamos de cuando, en 1989, se nos promet¨ªan equipamientos adecuados para 10.500 habitantes, reducidos hoy a la quinta parte, o poco m¨¢s. De aquellas promesas y grandilocuencias queda lo que cualquier viandante percibe: que algo se va haciendo, que es descomunal la obra pendiente -no hay m¨¢s que observar la proliferaci¨®n de solares en barbecho- y que apenas si se ha entonado el latido vital y econ¨®mico de este espacio citadino, que parad¨®jicamente se quiso un d¨ªa como reserva para el ocio y el estr¨¦pito. Tal era el desprecio en que se nos tuvo.
No vamos a reiterar las expectativas incumplidas, a cuyo coro se sumar¨ªan justamente no pocos barrios y poblados perif¨¦ricos de Valencia, pero se nos antoja un desprop¨®sito rechazar el plan comentado -sobre todo cuando tantos beligerantes conocen poco o nada-, que si algo tiene de negativo a nuestro juicio es la indeterminaci¨®n de los plazos de ejecuci¨®n. De tal suerte que la disputa podr¨ªa convertirse en simple m¨²sica de fondo para la degradaci¨®n creciente.
CONTRA FUSTER, TODAV?A
La muchachada del GAV, u otra de su mismo pelaje, ha embadurnado algunos referentes fusterianos en Sueca: el monumento que le recuerda y la biblioteca que leg¨®. Nada nuevo. Ni siquiera la groser¨ªa de las pintadas, tan repetidas. No s¨¦ si alg¨²n devoto se sentir¨¢ agraviado, pues motivo tiene. Creemos, sin embargo, que estos b¨¢rbaros rinden a su manera un homenaje al escritor. Lo tienen presente con la obstinaci¨®n de los ateos. Lo maldicen, luego pervive. En cierto modo, es preferible esta animosidad que la indiferencia, por ejemplo, del Ayuntamiento de Valencia, que todav¨ªa no le ha tributado su reconocimiento en el callejero de la capital. Ni cultos, ni centrados.
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