"?Tr¨¢gala, perro!"
LA TENDENCIA DEL PP a patrimonializar la Constituci¨®n como si fuese de su pertenencia exclusiva y la defensa en paralelo de la sagrada intangibilidad de su texto han irrumpido en la campa?a electoral del 25-M como agresivas armas dial¨¦cticas dirigidas a poner en duda la lealtad democr¨¢tica de los restantes partidos. En una conferencia pronunciada en FAES la pasada semana, el presidente del Gobierno sostuvo que cualquier propuesta de modificaci¨®n del pacto constitucional de 1978 -abstracci¨®n hecha de sus prop¨®sitos y de sus contenidos- forzar¨ªa a la sociedad espa?ola a enfrentarse con sus "propios demonios hist¨®ricos", una expresi¨®n deudora de los "demonios familiares" evocados por Franco como responsables de la triple divisi¨®n clasista, partidista y territorial desgarradora de Espa?a. No s¨®lo los nacionalistas vascos y catalanes, sino tambi¨¦n los socialistas se hallan bajo la sospecha de querer abrir la caja de Pandora de los males patrios; Rajoy ha emplazado al secretario general del PSOE a una nueva Jura de Santa Gadea para que confiese si alberga o no en su coraz¨®n ese pecaminoso prop¨®sito. Tal vez no tardemos en o¨ªr a los diputados populares berrear a los bancos de la oposici¨®n una versi¨®n ideol¨®gicamente modernizada de la letrilla cantada por los liberales a los absolutistas durante el trienio constitucional: "Por los serviles / no hubiera uni¨®n / ni si pudieran / Constituci¨®n. / Tr¨¢gala, tr¨¢gala, tr¨¢gala, / tr¨¢gala, tr¨¢gala, perro".
La tendencia de Aznar a patrimonializar la Constituci¨®n y su negativa a discutir cualquier posible reforma de su texto contrastan con las actitudes del Partido Popular durante la transici¨®n
Durante el bienio 1977-1978 que hizo nacer la actual Constituci¨®n, sin embargo, los populares se situaron a medio camino entre la oposici¨®n abierta a las reformas democr¨¢ticas y el intento taimado de frenarlas. El 31 de octubre de 1978, el grupo parlamentario de AP -la denominaci¨®n del PP hasta 1989- se rompi¨® en dos mitades: s¨®lo ocho de sus 16 diputados refrendaron la Constituci¨®n. En el turno de explicaci¨®n de voto, Manuel Fraga dej¨® constancia de sus "serias cr¨ªticas" a un texto del que hab¨ªa sido ponente: la supresi¨®n del t¨¦rmino "nacionalidades", una mayor protecci¨®n de la familia, la libertad de ense?anza y el derecho de propiedad, la preferencia del sistema mayoritario frente a la representaci¨®n proporcional y la potenciaci¨®n de la iniciativa popular y del refer¨¦ndum eran el "programa prioritario" de la reforma constitucional de AP.
Tampoco Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar -nombrado en 1979 secretario general de AP en La Rioja-mostr¨® hasta el momento de su llegada al poder el entusiasmo por el pacto constitucional y el horror a su reforma de los que hace gala ahora. Sus colaboraciones de 1979 en el diario de Logro?o Nueva Rioja no s¨®lo justificaron la "abstenci¨®n beligerante" en el referendum del 6 de diciembre de 1978 por las peligrosas ambig¨¹edades de la Constituci¨®n; tambi¨¦n criticaron ¨¢speramente que el texto hubiese sido elaborado por "los dos partidos mayoritarios" (UCD y PSOE) sin "un solo debate ante los espa?oles" y "a espaldas del Parlamento". Aznar tampoco sosten¨ªa entonces su gloriosa visi¨®n actual del Estado de las Autonom¨ªas como una obra acabada y perfecta que no precisa modificaciones ni retoques: "En lugar de concebir un plan serio y responsable de organizaci¨®n territorial de Espa?a, se ha montado una charlotada intolerable que ofende el buen sentido".
Quince a?os despu¨¦s, Aznar (candidato ya a la presidencia del Gobierno) defender¨ªa la necesidad de modificar el art¨ªculo 69 de la Constituci¨®n -una tesis propugnada hoy por los socialistas, pero nefanda seg¨²n el PP - como requisito imprescindible para la transformaci¨®n del Senado en la "C¨¢mara de representaci¨®n territorial" que el Estado de las Autonom¨ªas precisa. "Es ocioso reiterar la necesidad de la reforma e insuficiente mantenerse en el terreno declarativo de los principios"; todo ello -a?ad¨ªa Aznar- sin perjuicio de que, "puesto que estoy esbozando una eventual reforma constitucional", fuese indispensable "un alto nivel de acuerdo". (Espa?a. La segunda transici¨®n, 1994).
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